El lugar más remoto del planeta alberga un cementerio de basura espacial
A 48°52,6′ de latitud Sur y 123°23,6′ de longitud Oeste se encuentra el llamado polo de inaccesibilidad del Pacífico, un lugar tan remoto que también recibe el nombre de punto Nemo (que significa nadie, en latín).
En concreto, la masa de tierra más cercana se halla a 2.688 quilómetros de distancia, y son más de 3.500 los que le separan del asentamiento más próximo. Se da la paradoja que los humanos que más se acercan son los astronautas de la Estación Espacial Internacional cuando transitan por encima, a 400 quilómetros de altura en la órbita terrestre.
La posición de extrema lejanía, junto con la profundidad que el océano alcanza en la región (hasta los 3.700 metros), ha convertido esta ubicación en el cementerio de basura espacial preferido por las agencias espaciales.
El retorno de naves espaciales
Cuando se produce el retorno a la Tierra de un satélite inoperativo o de una sección de nave espacial (como, por ejemplo, la fase superior de un cohete), el objeto se fragmenta debido a la fricción con la atmósfera y los trozos más pequeños se incineran completamente sin alcanzar la superficie. Sin embargo, si la nave es grande, algunos de los fragmentos pueden sobrevivir la caída y llegar a tocar tierra.
En muchas ocasiones, los objetos que retornan no disponen de mecanismo alguno de propulsión que permita dirigir su trayectoria, para conseguir que los fragmentos que no se quemen caigan en ubicaciones previamente seleccionadas. Pero cuando es posible controlar la entrada en la atmósfera de una nave, la agencia espacial o la corporación propietaria debe decidir el lugar de destino de la basura espacial que se generará.
En cualquier caso, algunas de las principales agencias espaciales están adoptando políticas de nula generación de basura espacial, como es el caso de la agencia europea (ESA), que se ha comprometido con este objetivo para el 2030.
El cementerio más famoso
Aunque la localización exacta del polo de inaccesibilidad del Pacífico fue calculada por el ingeniero croata Hrvoje Lukatela en 1992, ya desde principios de la década de 1970 el lugar fue seleccionado por algunas agencias espaciales como punto de destino de grandes fragmentos de naves. Así, algunos de los residentes del punto Nemo son las estaciones orbitales de los programas espaciales de la antigua Unión Soviética, y después de Rusia, como las Salyut (1971 a 1986) y la icónica estación MIR (que se sumergió en este lugar el año 2001).
Actualmente, en las profundidades del punto Nemo se hallan los restos de casi 300 naves de diversas nacionalidades, incluyendo fragmentos de la estación norteamericana Skylab. El lugar también recibirá a la Estación Espacial Internacional cuando alcance el final de su vida útil. Se trata de la estructura más grande que se ha construido en el espacio, y la NASA ya ha detallado cómo se realizará la maniobra de caída a partir del año 2031.
No para todas las órbitas
A pesar que el punto Nemo es, hoy por hoy, la elección preferente para dirigir la caída de naves, no siempre es una opción viable. Su localización es idónea para órbitas de tipo ecuatorial, es decir, vehículos que circulen siguiendo la orientación del ecuador del planeta. Pero no para las que orbiten en trayectorias polares (perpendiculares al ecuador).
Este ha sido el caso del satélite Aeolus de la ESA, que cayó a la Tierra el pasado 28 de julio después de cuatro años y medio de misión. Tal como declaró el responsable de la oficina de control de residuos espaciales de la agencia europea, Holger Krag, en la rueda de prensa realizada unos días antes de la operación, la órbita polar del satélite impedía plantearse Nemo como el punto de destino, y por ello se eligió un corredor de seguridad por encima de la Antártida para realizar una caída asistida.
El problema de la basura espacial
Según datos de la ESA, actualmente se estima que existen, en órbita de nuestro planeta, un millón de fragmentos de más de un centímetro de tamaño, y sobre unos 130 millones con medidas entre el milímetro y el centímetro, además de unos 2.200 satélites inoperativos.
Aunque el volumen de espacio es enorme, el asunto de la basura espacial es especialmente preocupante por las consecuencias que puede acarrear su colisión contra satélites operativos. Además, la Estación Espacial Internacional ha tenido que maniobrar en más de una ocasión para evitar acercarse demasiado a algún objeto potencialmente peligroso.
El misterioso sonido «Bloop»
El año 1997, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos detectó un sorprendente sonido de muy baja frecuencia que parecía provenir de las inmediaciones del punto Nemo. El sonido, bautizado como “Bloop”, duró un minuto y fue captado desde unos 5.000 quilómetros de distancia.
En aquel momento, el fenómeno dio lugar a especulaciones de todo tipo, algunas de ellas fantásticas coincidiendo con el hecho que el punto Nemo se encuentra relativamente próximo al lugar que el escritor H.P. Lovecraft eligió como hogar del monstruo de ficción Cthulhu. Finalmente, el año 2021 se pudo resolver el misterio: el sonido lo había producido la fragmentación de masas de hielo en el Océano Antártico.