Alfa Romeo entra en la era eléctrica con un deportivo de ensueño: el 33 Stradale
Alfa Romeo da un triple salto mortal sin red. La firma de Milán lanza uno de sus modelos más esperados, el 33 Stradale, y con ello mata no dos, sino tres pájaros de un tiro. Falta le hacía.
Una de las marcas menos favorecidas del grupo Stellantis sufría de un tiempo a esta parte. Sin modelos nuevos desde hacía años, ni productos excitantes para una base de clientes sedientos de algo realmente atractivo, este 33 Stradale es la última Coca-Cola del desierto, y por tres motivos principales: Alfa Romeo ha dado vida a la marca, ha mordido el filete de la exclusividad, y ha metido sus pies en la necesaria electrificación.
Voltios y octanos
Podría decirse que el primer Alfa Romeo a batería de la historia es uno de sus modelos más antiguos. Es un juego de palabras, porque sí que es su modelo más moderno y avanzado, pero adquiere el nombre del legendario Stradale que rodó en los años 60. Con nombre histórico y las más avanzadas tecnologías del grupo, no juegan a las medias tintas, y no se han complicado con hibridaciones ni rangos extendidos: habrá dos versiones, una de motor térmico puro, y otra 100% eléctrica.
El primero está equipado con el propulsor de gasolina V6 biturbo del Maserati MC-20, del que también adquiere su chasis. El Stradale porta el conocido bloque Nettuno, de 2.9 litros, produce 620 CV, diez menos que en su hermano del tridente. Para la aplicación de esa potencia al suelo, dispone de una caja de cambios automática ZF de ocho velocidades. Su contraparte a pilas desarrolla una impactante potencia de 750 CV, y la marca declara una autonomía que ronda los 450 kms en ciclo WLTP. Las dos versiones, según datos ofrecidos, ofrecen una aceleración de 0 a 100 km/h en menos de 3 segundos y desarrollan una velocidad máxima de 333 km/h. Alfa Romeo no aporta muchos datos sobre la versión eléctrica, y se desconoce la capacidad de su batería, o la configuración de su motor o motores.
El ordenador de a bordo ofrece opciones de conducción Strada y Pista, cuyo nombre anuncian justo lo que significa: más comodidad, o prestaciones radicales en circuito.
El primero entrega la potencia de manera suave, la suspensión es más blanda, y las válvulas de escape activas se abren por encima de las 5.000 revoluciones por minuto. El modo Pista es otra cosa. Si se elige esa opción, la entrega de potencia aparece de manera más abrupta, los pedales se vuelven más sensibles, la suspensión se endurece, los cambios de marcha son más rápidos y las válvulas de escape activas están siempre abiertas con un notable cambio en la sonoridad. En esta configuración, es posible desactivar las ayudas electrónicas.
Si se viaja a menos de 40 km/h, una opción extra permite sobreelevar el vehículo en caso de encontrar un firme irregular, el paso por resaltos o salidas de garajes, con idea de proteger las fibras delanteras y zonas bajas.
Diseño retro, aire moderno
La retromodernidad es una corriente conocida, pero Alfa Romeo no ha querido caer en ella. Las líneas de este deportivo son inconfundiblemente de la marca y hacen referencia a la herencia estética de la firma del trébol con cuatro hojas. De la mano del español Alejandro Mesonero-Romanos y su equipo, la mezcla de deportividad, agresividad de la competición, eficiencia aerodinámica, y elegancia se reúnen bajo el techo del Stradale. El proceso ha sido largo, y en él se reunieron diseñadores, ingenieros y conocedores de la historia de la firma, y han estado en contacto directo con los clientes.
Las formas musculadas y propias de las carreras de resistencia son visibles en su delantera, con líneas que conducen hacia el triángulo frontal con el tradicional logotipo de la marca. Los pasos de rueda son muy grandes y sobresalen del capó, y los grupos ópticos son de corte moderno, elípticos y muy generosos en tamaño. Bajo el morro, una suerte de spoiler gris, se interrumpe con el tren delantero, y viaja por toda la zona baja de los laterales para rematar en la zaga, en un espectacular difusor.
Las puertas se abren de forma vertical, tipo tijera, y es visible una profusión de materiales compuestos por toda su fisonomía. Sobresalen las entradas de aire justo tras las puertas y justo delante de los pasos de ruedas traseros, muy al estilo de algunos Ferrari. La zaga es poderosa e imponente, y la iluminación sí que ha tenido que pegar un cambio radical con respecto a la del Stradale de los años 60. Las muy personales llantas de aleación que calza son de 20 pulgadas, y dejan a la vista frenos carbono-cerámicos firmados por Brembo, de uso casi exclusivo en circuitos.
El interior se inspira en el modelo histórico, pero en buena lógica, con tecnología del siglo XXI. Pantallas, botoneras, y asientos muy modernos en diversos acabados, con un túnel central de aspecto aeronáutico; muy distinto del espartano del modelo primigenio. La consola central integra una pantalla táctil para que el conductor, o más bien piloto, interactúe con el coche. El volante deportivo es bastante sencillo, y lleva levas de aluminio para el cambio de ocho velocidades. Todo su interior es lujoso, sin duda, pero la prioridad no es esa, ni la comodidad, sino todo lo tocante a la conducción. No es un coche de carreras, pero se le parece bastante, de hecho ha sido ajustado gracias a la colaboración del piloto Valtteri Bottas.
Hechos muy a la medida de sus clientes, dispone de tres colores exclusivos para la carrocería: rojo Alfa, azul real y Villa d’este. De la misma manera, se puede optar por una decoración roja y blanca, a modo de homenaje a los coches de carreras de la marca. Su epidermis se construirá a mano en colaboración con el estudio Carrozzeria Touring Superleggera, una compañía con casi cien años de experiencia en la materia, que será la encargada de la personalización de cada una de sus unidades.
Exclusividad
Que este deportivo se pinte de tres colores distintos, lleve un 33 en su nombre o alcance los 333 km/h debería dar una pista a los amigos de la numerología, y es que de este biplaza solo se construirán 33 unidades. Entran dentro de la corriente que tan buenos resultados ha proporcionado a la compañía hermana, Ferrari, y que Alfa denomina «Fuoriserie». Las 33 piezas están ya colocadas, sin precio anunciado, y casi todas ellas irán destinadas a colecciones privadas. A tenor del número, se sospecha que rodarán poco, y se revalorizará mucho.
Alfa Romeo revoluciona y se revoluciona, y mira al pasado para poner los pies en el futuro. O las ruedas, que falta le hacía, y bien que le va a venir.