Día Internacional de los Primates: esperanza para dos de los monos más grandes y amenazados de Colombia
- Los primates son uno de los grupos de mamíferos con más especies en riesgo de extinción en el mundo. Aunque la pérdida de hábitat es su principal amenaza, sus poblaciones aún sufren por la cacería y el tráfico ilegal de fauna.
- El mono churuco (Lagothrix lagothricha lugens) y el mono araña café (Ateles hybridus) se encuentran En Peligro Crítico (CR) en Colombia. Un proyecto de reintroducción de primates y otro de creación de corredores ecológicos buscan mejorar la situación de dos de los monos más grandes de Latinoamérica.
“Cuando ves la situación de los primates, te das cuenta que es el grupo de mamíferos con mayor porcentaje de especies con algún grado de amenaza. Es un grupo diverso porque son más de 500 especies y subespecies en el mundo, pero más de la mitad se encuentran muy mal”, asegura Andrés Link, director de la fundación Proyecto Primates y uno de los integrantes del Grupo de Especialistas en Primates de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La situación de estos animales es tan grave que cada dos años se publica un listado con las 25 especies más amenazadas en el mundo, el documento también hace un llamado para que se tomen acciones encaminadas a su recuperación y conservación.
Como muchas especies de flora y fauna, los primates tienen como principal amenaza la pérdida de hábitat, causada principalmente por la deforestación. Además, los expertos destacan que las poblaciones de estos animales también se ven disminuidas por la cacería y el tráfico ilegal de fauna.
En este Día Internacional de los Primates, Mongabay Latam destaca los esfuerzos que se llevan a cabo en Colombia para proteger al mono churuco (Lagothrix lagothricha lugens) y al mono araña café (Ateles hybridus), ambos En Peligro Crítico (CR), la categoría más grave de amenaza según la UICN.
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Reintroducción de monos churucos da esperanza a los científicos
“Nosotros en Colombia tenemos 38 especies de primates y más del 60 % están amenazadas”, indica Mónica Ramírez, doctora en Biología e investigadora del Laboratorio de Ecología de Bosques Tropicales y Primatología de la Universidad de los Andes en Bogotá.
Ramírez lleva más de una década trabajando con poblaciones silvestres y en cautiverio de dos subespecies de mono churuco (Lagothrix lagothricha lagothricha y Lagothrix lagotricha lugens) que viven en Colombia y se encuentran en amenaza de extinción. “Lugens está categorizada En Peligro Crítico. Eso significa que, como está el panorama, en 10 años esas poblaciones no van a ser viables y podrían desaparecer porque tienen un número muy bajo de individuos”, comenta.
La subespecie lugens se encuentra en diversas zonas del país, entre las que se destacan el sur del departamento del Huila, cerca al departamento de Caquetá; el Parque Nacional Cueva de los Guácharos, la Serranía de San Lucas y bosques remanentes de los departamentos de Tolima, Cundinamarca y Meta. La bióloga asegura que en muchas de las zonas en donde se distribuye la especie no hay suficientes bosques y se observa una tendencia al avance de la deforestación. “Esto es grave. El churuco es uno de los primates más grandes en el Neotrópico y al ser frugívoro requiere una gran cantidad de bosque muy bien conservado”.
Desde el 2016, Ramírez apoya los procesos de reintroducción de monos churucos que lideran algunas corporaciones autónomas regionales —autoridades ambientales en Colombia—. Uno de los sitios en donde ha centrado su trabajo es la reserva privada Rey Zamuro Matarredonda, en el municipio de San Martín, Meta. Allí, junto a Cormacarena —autoridad ambiental—, han realizado varias liberaciones de monos churucos. La última fue en diciembre de 2022, cuando liberaron tres machos y dos hembras que se unieron a dos monas que ya habían sido liberadas anteriormente. El macho más grande liberado en diciembre murió, pero los otros cuatro, cuenta la investigadora, se integraron muy bien con las hembras que ya estaban en el sitio.
“En este momento hay seis micos en el bosque que son totalmente independientes de los humanos. En el monitoreo que hacemos, hemos visto intentos de cópula. Si eso se llega a dar, sería absolutamente fantástico”, dice Ramírez.
La investigadora también destaca la labor de dispersión de semillas que están cumpliendo estos seis monos ya que contribuyen al restablecimiento de funciones ecológicas importantes. “De 29 especies de plantas que han consumido, 27 de ellas han recibido el beneficio de la dispersión de semillas”, cuenta con satisfacción.
Detrás de estos procesos de reintroducción hay un camino largo de trabajo. Ramírez afirma que son aproximadamente cinco meses en los que se trata de estimular al máximo los comportamientos naturales de los monos, como la búsqueda de alimento, el tratar de conformar un grupo que se mantenga unido y desestimular el tiempo que los micos pasan en el suelo, para disminuir las posibilidades de que sean depredados.
En el caso de la liberación de los cinco monos en diciembre de 2022, los animales fueron llevados dos meses antes a una jaula de preliberación, ubicada dentro del bosque en el que finalmente iban a vivir. Allí llegaban las monas churucas que fueron liberadas en años anteriores y empezaron a tener contacto con ellos. Mientras tanto, los biólogos les daban frutos nativos del bosque para que aprendieran a reconocerlos.
“Cuando nosotros abrimos la jaula, las dos hembras que estaban afuera estuvieron súper pendientes de lo que estaba pasando. Todos se saludaron y empezaron a comer de lo que había en el bosque, fue un proceso muy bonito y fue una escena increíble”, relata.
El objetivo de Ramírez y del Laboratorio de Ecología de Bosques Tropicales y Primatología de la Universidad de los Andes es entender cuáles son las variables que determinan el éxito de estos procesos de reintroducción porque, en general, es muy bajo: “No supera el 30 % y no estoy hablando sólo de primates, sino de lo que ocurre con otros mamíferos y con otros grupos como los reptiles. Tampoco hay mucha información disponible de lo que pasa con los animales una vez que son liberados y el impacto en el ecosistema”, comenta la investigadora.
En este momento, los monos están siendo evaluados en diferentes ámbitos como dieta, interacciones sociales, rangos de hogar, dispersión de semillas y respuestas fisiológicas. Por ejemplo, a través de las heces pueden identificar la carga parasitaria, o medir hormonas como el cortisol para saber cuáles son los momentos que les generan mayor estrés.
“Vamos a empezar a evaluar cómo es la interacción de estos monos con otros grupos de primates que hay en la zona como los monos aulladores, los monos maiceros, los ardilla y los nocturnos. Queremos entender cómo están compartiendo los recursos o si hay una competencia”, dice Ramírez respecto a las próximas metas que tiene en el proceso de reintroducción de monos churucos.
Crear corredores para uno de los monos más amenazados del mundo
Andrés Link ha dedicado gran parte de su trabajo como biólogo a estudiar primates y resalta el hecho de que, en Sudamérica, el 42 % de las especies se ubican en alguna de las categorías de amenaza de la UICN. Monos como el churuco o el araña, que son de los más grandes del continente, todavía son usuales víctimas de la cacería y son muy sensibles a la pérdida de hábitat porque necesitan grandes extensiones de bosque para suplir todas sus necesidades.
Al investigador también le preocupa la situación de algunos monos pequeños como el tití cabeciblanco o el tití del Caquetá, debido a que sus rangos de distribución son muy pequeños y cualquier pérdida adicional de bosque que se dé representa un gran problema.
Para Link, quien también forma parte del Grupo de Especialistas en Primates de la UICN, “lo más importante es conservar cada pedacito de bosque que quede”. Aunque ha dedicado los últimos años a trabajar en restauración de bosque para mejorar la conectividad y el flujo de primates entre parches de vegetación natural, reconoce que una vez que se tumba un bosque, recuperarlo es muy difícil. “Esto que estamos haciendo ahora con la iniciativa de restauración es muy valioso, pero también muy costoso y a muy largo plazo. Por eso, cada hectárea de bosque que está en pie tiene un valor infinito”, comenta.
Proyecto Primates realiza uno de los estudios comparativos más largos sobre monos araña en Sudamérica, el cual se ha centrado en Colombia y Ecuador. Esto les ha servido para saber cuánto se demoran en crecer los individuos y en tener crías, cada cuánto las tienen, qué comen, qué hacen y por dónde se mueven. “Esa información es importantísima para saber el estado de las poblaciones, para saber qué tanto se puede recuperar una población y si está decreciendo o creciendo”, dice Link.
Uno de los lugares en donde han focalizado el trabajo es la cuenca media del río Magdalena, donde estudian monos nocturnos, aulladores rojos y cariblancos, pero especialmente al mono araña café (Ateles hybridus). De esta última especie se sabe que son primates de gran tamaño que pueden alcanzar hasta los 10 kilos de peso, se alimentan principalmente de frutos carnosos maduros y tienen unos ciclos reproductivos extremadamente lentos, en donde las hembras se reproducen por primera vez alrededor de los 7 a 8 años de edad, con intervalos entre nacimientos de aproximadamente 3 años.
En un artículo publicado en 2018, Link y varios de sus colegas analizaron los cambios en las poblaciones de mono araña café durante siete años (2009-2015) en el Magdalena Medio. Allí probaron la vulnerabilidad de las poblaciones de este primate a la fragmentación de su hábitat natural y la necesidad de proteger las áreas de bosque continuo e implementar trabajos de conectividad, a través de restauración ecológica en las zonas donde hay poblaciones viables pero aisladas debido a la fragmentación.
También encontraron una alta mortalidad de adultos y juveniles. Documentaron que los monos confinados a pequeños fragmentos de bosque aumentaban su posibilidad de tener problemas genéticos por endogamia —reproducción entre individuos de una misma especie dentro de una población aislada tanto geográfica como genéticamente—.
De hecho, en el municipio de Cimitarra, en Santander, Link ya se han identificado tres casos de leucismo —particularidad genética debida a un gen recesivo, que da un color blanco al pelaje o plumaje—. “Eso nos llamó mucho la atención. Estos micos son blancos, son hermosos, pero el leucismo es una señal de alarma muy importante de que estas poblaciones son menos viables y menos resilientes. De ahí la estrategia de tratar de reconectar estas poblaciones que estaban aisladas en medio de un paisaje ganadero y agrícola”, comenta Link.
El investigador asegura que no bastaba con la investigación y por eso llevan varios años trabajando con las comunidades locales y dueños de fincas en los municipios de Puerto Parra y Cimitarra, en el departamento de Santander. Según cuenta, se ha generado restauración y conectividad de parches de bosques al reestructurar los sistemas ganaderos y productivos en la región, para combinarlos con la conservación a través de acuerdos voluntarios con los habitantes de la región.
“Llevamos siete años sembrando especies de plantas para generar corredores de conservación. Es increíble porque pensamos que eran procesos de 20 o 30 años, pero ciertas especies crecen muy rápido y en este momento tenemos un estudio con cámaras trampa para mirar quiénes están usando los corredores”, dice Link.
Los biólogos se dieron cuenta que los animales preferían usar estos corredores en lugar de atravesar potreros donde son mucho más vulnerables. Los primeros en llegar fueron las especies terrestres, pero en los corredores más viejos, que llevan entre cinco y seis años, ya se podían ver todas las especies que tradicionalmente han habitado el Magdalena Medio, incluído el mono araña café, la especie que más les preocupa.
Todo esto se combina con una estrategia de concientización con las comunidades, con la que se busca resaltar la importancia de los primates. Incluso, la comunidad de Bocas del Carare lleva varios años realizando el Festival del Choibo, como se le dice en la zona al mono araña café, en el que preparan actividades culturales y gastronómicas en homenaje a este mico que espera salir pronto del listado de las 25 especies de primates más amenazadas del mundo.
*Imagen principal: Mono churuco (Lagothrix lagotricha). Foto: ©Pablo Mejía – WWF Colombia.
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