La aviación ha logrado un hito sostenible: el primer vuelo de un avión eléctrico con hidrógeno líquido
A la aviación comercial del futuro no le bastará con ser solo fiable, eficiente y rentable. A su larga lista de fortalezas debe sumar una igual de importante: la sostenibilidad, reduciendo una huella contaminante que en algunos países ya ha abierto el debate sobre si deben mantenerse los vuelos low cost o de corto radio. En su empeño por reducir sus emisiones de CO2 el sector ha probado formas de «secuestrar» carbono, mejorar la aerodinámica, nuevos combustibles o el uso de hidrógeno, frente en el que H2Fly acaba de dar un paso clave: el primer vuelo pilotado con una aeronave eléctrica propulsada por hidrógeno líquido.
El resultado es interesante. Sus lecturas lo son aún más.
¿Cuál es la novedad? Que la compañía alemana H2Fly asegura haber completado con éxito una prueba pionera a nivel internacional: «el primero pilotado de una aeronave eléctrica propulsado por hidrógeno líquido», en sus propias palabras. Para ser más precisos el equipo de H2Fly ha logrado finalizar cuatro vuelos con su aeronave HY4, equipada con un sistema de propulsión de pila de combustible de hidrógeno-eléctrico e hidrógeno líquido. Durante su vuelo de demostración despegó de Eslovenia y uno de sus viajes duró más de tres horas.
¿Por qué importa? Más allá del valor simbólico de la operación, el logro H2Fly es interesante para el sector por varias razones. Primero, porque da un espaldarazo a la aviación con hidrógeno. Segundo, porque deja una lección valiosa: las ventajas del hidrógeno líquido frente al gaseoso. H2Fly asegura que al emplear el primer ha duplicado la autonomía máxima de su nave en comparación con el segundo, lo que a efectos prácticos se traduce en pasar de 750 a 1.500 kilómetros, un rango que espera que suponga «un paso decisivo» para operar vuelos comerciales.
«Este logro marca un hito en el uso del hidrógeno para propulsar aviones. Junto con nuestros socios, hemos demostrado la viabilidad del hidrógeno líquido para vuelos sin emisiones de medio y largo alcance», reivindica Josef Kallo, cofundador de la compañía: «Ahora estamos pensando en ampliar nuestra tecnología a aviones regionales y otras aplicaciones, iniciando la misión de descarbonizar la aviación».
¿Por qué hidrógeno líquido? Por sus ventajas a la hora de operar los aviones. Como destaca H2Fly, frente al hidrógeno gaseoso presurizado (GH2), el hidrógeno licuado (LH2) permite reducir de manera considerable tanto el peso como el volumen de los depósitos, lo que repercute en un doble beneficio para las aeronaves: permite aumentar su autonomía y capacidad de carga.
«El éxito de hoy demuestra todo su potencial para la aviación. El hidrógeno líquido puede almacenarse a bordo y transportarse —reivindica Pierre Crespi, directivo de Air Liquide Advanced Technologies— El hidrógeno es clave para la transición energética y este nuevo paso demuestra que ya se está haciendo realidad».
¿Quiénes están detrás? Esa es otra de las claves que explican que la operación del HY4 resulte tan valioso. Detrás no tiene solo a H2Fly. La propia firma reconoce que su campaña representa “la culminación” del proyecto HEAVEN, un consorcio respaldado por las autoridades europeas y que aspira a demostrar la viabilidad del hidrógeno líquido criogénico en aeronaves. A bordo tiene a otras entidades, como la propia Air Liquide, Pipistrel Vertical Solutions, el Centro Aeroespacial Alemán (DLR), EKPO Fuel Cell Technologies o la Fundación Ayesa. El trabajo también ha recibido financiación del Ejecutivo germano y la Universidad de Ulm.
¿Cómo es el avión? Los vuelos de pruebas con hidrógeno líquido se han completado con el HY4, una aeronave de cuatro plazas propulsado por pila de combustible de hidrógeno y que puede usarse en servicios de transporte regional como taxi aéreo eléctrico. Según la ficha de 2015 del Instituto DLR de Ingeniería Termodinámica mide 7,4 m de largo, con una envergadura de 21,36 m y un peso en vacío que ronda los 630 kg excluyendo la pila de combustible, batería y sistema de almacenamiento. Su velocidad de crucero es de 145 km/h y alcanza los 200.
¿Es una experiencia aislada? No. Hace poco H2Fly anunció de hecho una nueva generación de sistema de pilas de combustible a gran altitud que espera que puedan combinarse y ampliarse para propulsar aviones eléctricos de hidrógeno de entre 20 a 80 plazas. «Los sistemas de H2FLY serán capaces de proporcionar toda su gama de potencia en altitudes de vuelo de hasta 8.200 m, lo que supone un paso importante en el camino desde las demostraciones de vuelo de viabilidad a menor altitud hasta las aplicaciones en aviones comerciales en el mundo real», señala.
H2Fly tampoco es la única que quiere impulsar la aviación comercial con hidrógeno. Otros nombres destacados son Destinus o ZeroAvia, que hace meses sacaba pecho por un hito igual de crucial: haber hecho volar el avión de hidrógeno más grande del mundo, un Dornier 228 de 19 asientos. La firma está centrada en «soluciones de propulsión y repostaje de hidrógeno-eléctrico» y aspira a alcanzar una autonomía de 482 kilómetros en aviones de 9 a 19 plazas para finales de 2025, y de hasta 1.126 km en aviones de entre 40 y 80 plazas ya para 2027.