Día Mundial de la Salud Ambiental: qué es y por qué es esencial para el bienestar humano
El Día Mundial de la Salud Ambiental se conmemora cada 26 de septiembre. Esta fecha, que ha sido reconocida desde 2011, fue una iniciativa impulsada por la International Federation on Environmental Health (IFEH).
Pero, ¿qué es exactamente la salud ambiental? La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como aquel dominio que aborda los aspectos de la salud humana influenciados por factores ambientales, ya sean físicos, químicos y biológicos, entre otros. Y es que, sorprendentemente, problemáticas como la contaminación del aire, agua y suelo, o incluso la exposición a productos químicos y la radiación ultravioleta, pueden ser responsables de diversas enfermedades o lesiones.
“La salud ambiental es uno de los campos más importantes dentro de la salud pública debido a las innumerables formas en que las fuerzas externas pueden afectar la forma en que las personas comen, viven y crecen. Estas pueden tener que ver con nuestro entorno natural (como en el caso del agua potable o el saneamiento), pero también pueden ser consecuencia de las acciones de los seres humanos”, señalan desde la IFEH.
Mientras que, en paralelo, remarcan que “la última década fue la más calurosa de la historia de la humanidad y ya estamos experimentando los impactos del cambio climático, con incendios forestales, inundaciones y huracanes convirtiéndose en eventos regulares que amenazan vidas, medios de vida y seguridad alimentaria. El cambio climático también afecta la supervivencia de los microbios, facilitando la propagación de virus y ampliando la gama de vectores. Si no se toman medidas, es probable que las pandemias ocurran con mayor frecuencia, se propaguen más rápidamente, tengan un mayor impacto económico y maten a más personas”.
En tanto, según la OMS, es fundamental el rol de la salud pública ambiental, “que se refiere a la intersección entre el medioambiente y la salud pública, aborda los factores ambientales que influyen en la salud humana, y que incluyen factores físicos, químicos y biológicos, y todos los comportamientos relacionados con estos. Conjuntamente, estas condiciones se denominan determinantes ambientales de la salud”.
“Las amenazas para cualquiera de estos determinantes pueden tener efectos adversos en la salud y el bienestar en toda la población. Abordar los determinantes ambientales de la salud mejora directamente la salud de las poblaciones. Indirectamente, también mejora la productividad y aumenta el disfrute del consumo de bienes y servicios no relacionados con la salud”, señalan desde la OMS.
En ese tono, también informan que aproximadamente “28 millones de personas carecen de acceso a una fuente de agua mejorada, 83 millones de personas carecen de acceso a instalaciones de saneamiento mejorado, 15.6 millones practican aún defecación al aire libre, lo que provoca cerca de 30.000 muertes evitables por año”.
“Por otro lado, los riesgos químicos, como la exposición a plaguicidas tóxicos, plomo y mercurio, tienden a afectar desproporcionadamente a los niños y las mujeres embarazadas; mientras que la exposición a sustancias químicas tóxicas puede llevar a trastornos de salud crónicos y a menudo irreversibles, como defectos congénitos y del desarrollo neurológico y enfermedades asociadas con alteraciones endócrinas”, destacaron.
No por nada, en 2023, en el marco de la Asamblea Mundial de la Salud que se celebró en Ginebra (Suiza), la OMS realizó un “llamamiento urgente” a tomar medidas contra el cambio climático.
“Las razones más apremiantes para adoptar medidas climáticas urgentes no son las repercusiones en el futuro, sino ahora mismo, en la salud. La crisis climática es una crisis sanitaria, que alimenta los brotes, contribuye a aumentar las tasas de enfermedades no transmisibles y amenaza con desbordar nuestro personal sanitario y nuestras infraestructuras sanitarias”, había advertido el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
En aquella intervención, detalló las medidas que habría que tomar, como reducir las emisiones de carbono; crear sistemas de salud “mejores, más resilientes al clima y sostenibles desde el punto de vista ambiental”; y “proteger la salud de la amplia gama de repercusiones del cambio climático. Necesitamos energías renovables en las instalaciones sanitarias; financiación específica para el sector sanitario destinada a la resiliencia climática; y un mayor uso de electricidad fiable, barata y ecológica”.
Al respecto, la OMS alertó que el cambio climático está “aumentando las enfermedades no transmisibles y facilitando la aparición y propagación de enfermedades infecciosas”. Además, remarcó que los factores relacionados con el clima “inciden cada vez más en la salud y el bienestar de la población de la Región de las Américas porque perturba los sistemas físicos, biológicos y ecológicos mundiales. Los efectos sobre la salud pueden ser, entre otros, un mayor número de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, traumatismos y defunciones prematuras relacionadas con fenómenos meteorológicos extremos, la inseguridad alimentaria y la contaminación del aire, las amenazas para la salud mental y cambios en los patrones de transmisión de enfermedades transmitidas por vectores”.