La protección del medio ambiente y la salud desmaquilla los carnavales en Canarias
La protección del medio ambiente y la salud desmaquilla los carnavales en Canarias. Los microplásticos están por todas partes. En las playas, en sedimentos marinos , en las holoturias o pepino de mar, en la sal marina, en las nieves del Teide, en excrementos de conejo, en bebidas como los refrescos o el vino y, también, en el ser humano, que los ingiere o respira. Estas partículas de polímeros sintéticos, que tienen un tamaño de menos de cinco milímetros, son orgánicas, insolubles y resistentes a la degradación. Comenzaron a impregnar el entorno desde la producción masiva de plásticos en la década de 1950, pero ha sido el pasado 25 de septiembre cuando la Comisión Europea ha decidido tomar cartas en el asunto por la amenaza que pueden suponer para el medio ambiente o la salud: ha aprobado un reglamento aplicable en sus estados miembros que prohíbe la fabricación de productos que incluyan microplásticos añadidos intencionalmente para reducir la contaminación un 30% hasta 2030.
«Un antes y un después»
Entre la lista de productos que tendrán que dejar de comercializarse, uno ha llamado especialmente la atención: la purpurina que brilla en carnavales o en los decorados navideños. Los pequeños botes que se podían comprar por 50 céntimos tienen los días contados y la reacción en los sectores afectados no se ha hecho esperar. “Va a marcar un antes y un después” en la celebración de los carnavales, dice Agustín Suárez, maquillador profesional. Desde los 18 años se ha engalanado como Drag Queen y a partir de 2020 comenzó a profesionalizarse en maquillaje, especialmente para carnavales, encargándose de pintar, por ejemplo, a la drag y cantante Supremme Deluxe.
Apasionado del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, donde lleva participando desde que tenía 8 años en comparsas y oberturas de galas, Suárez reconoce que aún está asimilando la noticia: “Supongo que si lo han estudiado y decidido es porque realmente afecta al medioambiente”, dice. Pero, al mismo tiempo, remarca que “la purpurina es parte del maquillaje y, sobre todo, del carnaval, aporta alegría, luz y glamour”.
Además, Suárez recuerda que no solo las fiestas carnestolendas se verán afectadas, también “los decorados o durante la época navideña”. Sabe que existe la alternativa de la purpurina biodegradable, pero entiende que “será más costosa”, lo que a su juicio implicará “mayor dificultad para acceder a ella, sobre todo, para decorados que necesiten grandes cantidades”.
Un grave problema del que aún se desconoce su dimensión total
Las dudas e inquietudes de Suárez coinciden con las de buena parte del sector. Pero, ¿cómo afecta la purpurina al medio ambiente o a la salud? Javier Hernández Borges, catedrático de Química Analítica y doctor en Química de la Universidad de La Laguna (ULL), lleva años investigando estas pequeñas partículas a través de un grupo del que es coordinador. En concreto, trata de determinar microplásticos en todas las matrices medioambientales, es decir, cuáles llegan a Canarias, en qué cantidad y cómo se mueven.
“Se sabe que el plástico en sí afecta al crecimiento de determinados vegetales que evita que se desarrollen de manera normal, modifican las propiedades o la densidad del suelo. En determinados invertebrados, como los erizos, les afecta a la reproducción. Se ven efectos negativos en el medio ambiente”, explica Borges.
En este sentido, Hernández se muestra prudente a la hora de afirmar que los microplásticos tienen consecuencias nocivas en la salud humana “porque los estudios al respecto aún no son del todo concluyentes”. Las hipótesis apuntan que se podrían estar acumulando en el cuerpo y afectar al sistema inmunológico de los organismos o producir inflamación de tejidos.
“Aún es difícil saber bien los efectos, pero me temo que son graves, porque uno de sus problemas es que al ser muy pequeños están extremadamente dispersos en el medio ambiente y, por ende, más daño pueden causar”, añade Hernández.
Un medida «muy positiva»
Lo que sí está más que demostrado es la presencia de microplásticos en el aire, océanos, en el suelo o en la biota. “Aún faltan muchas cosas por conocer, pero hay una fuente clara: estamos sintetizando y lanzando al medio intencionadamente microplásticos de pequeño tamaño. Es un problema muy grande, aunque aún no conozcamos su dimensión total. La UE ha legislado aplicando el principio de prevención y si podemos disminuir la cantidad de microplásticos que liberamos de manera intencionada, creo que es una medida muy positiva y necesaria, aunque sea controvertida”, detalla Hernández.
Sobre la prohibición de la purpurina con microplásticos, el catedrático de la ULL explica que todo apunta a que no hay una entrada al cuerpo a través de la piel, pues el producto tendría que ser aún más pequeño. Pero el problema radica a posteriori, cuando a través de la ducha va al desagüe y de ahí, a los ríos o los océanos. Además, considera que se trata de «algo superficial y estético» y «se puede conseguir ese efecto con otros materiales que no sean tan nocivos, se puede buscar la alternativa. Lo que pasa es que el plástico es barato».
Purpurina biodegradable
En Gran Canaria ya existen esas alternativas. Desde hace unos cinco años, la tienda Margulis se dedica a vender purpurina biodegradable que se elabora a base de algas y pigmentos minerales naturales en Río de Janeiro (Brasil), desde donde importa el producto. Marta Etala decidió emprender este negocio de forma adicional porque quería ofrecer algo diferente y que fuera sostenible. Los pedidos se gestionan a través de su página web, aunque también se venden en tiendas físicas sostenibles de Las Palmas de Gran Canaria. Los botes oscilan entre los 4 y los 12 euros, a los que se añaden packs de hasta 28 euros.
Etala explica que la purpurina biodegradable «es totalmente neutra», es decir, que «no genera ningún tipo de reacción y es fácil de aplicar y de retirar, a diferencia de la que se elabora con microplásticos que dice que «se queda incrustada, puede durar meses en la piel o en el pelo»; además, tampoco genera efectos adversos, como «las rojeces o picores» a las personas que sufren algún tipo de reacción.
De hecho, Suárez reconoce que durante su trabajo como maquillador ha comprobado que se debe tener cuidado al aplicar la purpurina, «sobre todo ojos, pues según el tipo que se use es posible hacer, sin querer, alguna fisura al removerla». Además, añade que ha llegado a ver casos de «personas alérgicas, con reacción de picazón e hinchazón de la zona donde se le aplique».
Para Marta Etala, la decisión de la Comisión Europea supone «un pasito más hacia adelante». Está convencida de que el camino «es hacia la sostenilidad y eso se ve reflejado en este nuevo reglamento». Aunque considera que el sendero es lento, «con mucha paciencia, educación e información, se puede tomar conciencia», añade.
Javier Hernández reconoce que le parece «llamativa» la relativa rapidez y radicalidad con la que ha actuado la UE en este ámbito en comparación a otros, pero reitera que «es necesario». y de aquí en adelante tocará a los científicos comprobar en los próximos años «si esta acción tendrá un efecto positivo en el medio ambiente».
Las primeras medidas de la Comisión Europea se aplican 20 días después de su publicación en el Diario Oficial de la UE y empezarán por productos de brillantina suelta y microperlas. En el resto, entre los que se incluyen detergentes, suavizantes, productos fitosanitarios o material de relleno granular utilizado en superficies deportivas, se aplicará después de un período más largo para dar a las partes interesadas afectadas tiempo para desarrollar y cambiar a alternativas.