Una radiografía hecha con telescopios revela los huesos de la mano fantasmal del cosmos
Los telescopios de rayos X de la NASA han revelado los “huesos” de una mano cósmica fantasmal formada por los restos de una supernova y una nebulosa de viento de púlsar que tiene 150 años luz de diámetro.
¿Qué pasaría si una estrella explotara y dejara una mano espectral en el espacio? Eso es lo que parece haber ocurrido en una región de nuestra galaxia, donde los telescopios de rayos X de la NASA han revelado los huesos de una “mano cósmica” formada por los restos de una supernova y una nebulosa de viento de púlsar, según se informa en un comunicado.
Una supernova es el final catastrófico de una estrella masiva, que libera enormes cantidades de energía y materia al espacio. Una nebulosa de viento de púlsar es una burbuja de partículas cargadas y campos magnéticos que rodean a un púlsar, que es una estrella de neutrones muy densa y magnetizada que gira rápidamente y emite pulsos de radiación.
Púlsar gigantesco
En este caso, la supernova ocurrió hace unos 1.700 años, según la estimación de los astrónomos basada en la distancia y el tamaño del remanente.
La explosión creó el púlsar PSR B1509-58, que se encuentra en la palma de la mano cósmica y tiene unos 19 kilómetros de diámetro.
El púlsar gira unas siete veces por segundo y expulsa chorros de materia y antimateria a lo largo de su eje magnético, que apunta casi perpendicularmente a la dirección del movimiento del púlsar.
«Mano» cósmica radiografiada en una nueva imagen de la NASA. Chandra X-ray Observatory.
Nebulosa de viento púlsar
Estos chorros interactúan con el material expulsado por la supernova y crean la nebulosa de viento de púlsar, conocida como MSH 15-52, que tiene unos 150 años luz de diámetro.
La forma de la nebulosa se debe a la combinación del movimiento rápido del púlsar, el potente campo magnético del púlsar, el material denso cerca del ecuador del remanente de supernova y el material menos denso en los polos.
Estructura espectacular
Los telescopios espaciales Chandra e IXPE (Imaging X-ray Polarimetry Explorer) de la NASA han observado esta espectacular estructura en rayos X, que tienen diferentes longitudes de onda y propiedades que la luz visible.
Chandra ha captado los detalles finos y las variaciones de brillo de la nebulosa, mientras que IXPE ha medido el grado y la dirección de la polarización de los rayos X, es decir, cómo vibran en un plano determinado.
Mapa magnético
Estas observaciones han permitido a los científicos crear el primer mapa magnético de la mano del púlsar, que muestra cómo varía la intensidad y la orientación del campo magnético en diferentes regiones.
El mapa revela que las partículas tienen más energía y emiten más rayos X cerca del púlsar, donde el campo magnético es más caótico. A medida que las partículas se alejan del púlsar, pierden energía y emiten menos rayos X, al tiempo que se alinean con un campo magnético más uniforme.
18 millones de kilómetros por hora
El estudio también ha descubierto que el remanente de supernova se está expandiendo a una velocidad muy alta, de unos 18 millones de kilómetros por hora, y que está chocando con una nube de gas llamada RCW 89, situada a unos 35 años luz del centro de la explosión.
Este choque crea una onda expansiva que calienta el gas y lo hace brillar en rayos X. Los investigadores han podido medir por primera vez el movimiento del remanente usando datos de Chandra tomados en diferentes años.
El análisis sugiere que el remanente se ha desacelerado al encontrarse con la nube, ya que antes debía viajar a unos 54 millones de kilómetros por hora para llegar hasta allí.
Ejemplo fascinante
Esto indica que el remanente se originó en una cavidad creada por la estrella progenitora antes de explotar, cuando perdió parte o toda su capa exterior de gas hidrógeno. Este tipo de supernovas sin hidrógeno representan alrededor del 30% de las explosiones estelares masivas.
La mano cósmica es un ejemplo fascinante de cómo los fenómenos astrofísicos pueden crear formas sorprendentes e inesperadas usando solo las leyes naturales. Es también una muestra del poder y la versatilidad de los telescopios espaciales como Chandra e IXPE, que pueden revelar los secretos del universo invisible.