OpenAI quería una transición tranquila tras el despido de Sam Altman. Se ha encontrado con un terremoto en casa
Lío monumental en OpenAI. La compañía detrás de ChatGPT o DALL-E, referente en el floreciente terreno de la IA y con una proyección tan atractiva que le ha valido incluso el respaldo multimillonario de Microsoft sufre un seísmo corporativo que escala en el baremo Richter, tan intenso como inesperado y acelerado. Desde que el viernes por la tarde la junta directiva anunció el despido fulminante de Sam Altman como CEO, los movimientos y las presiones dentro de la organización estadounidense no han parado de sucederse a una velocidad de vértigo.
Así lo apuntan medios como Bloomberg, The Verge, The Information, Forbes o The New York Times, que hablan de asombro y incluso cabreo entre los inversores de OpenAI, amenazas de dimisiones y renuncias, negociaciones para la restitución de Altman e incluso de los planes de este último para lanzar una nueva empresa.
Nada que ver con la «transición fluida» que buscaba la compañía.
Una decisión inesperada. El viernes por la tarde OpenAI agitó las aguas del sector tecnológico con una decisión de calado: su junta directiva despidió a Sam Altman, hasta entonces su director ejecutivo y sin duda la cara más visible de la organización. Para justificar el cambio OpenAI citó una razón de peso: la pérdida de confianza en la capacidad de liderazgo del CEO, a quien el consejo directivo acusó de no ser «consistentemente sincero en sus comunicaciones».
La destitución de Altman llegó acompañada de dos movimientos igual de relevantes. OpenAI nombró como directora ejecutiva interina con efecto inmediato a Mira Murati, hasta entonces su directora tecnológica (CTO), y casi de inmediato otro de los pesos pesados de la firma, Greg Brockman, anunciaba su «renuncia». Su salida fue también sorpresiva, ya que poco antes OpenAI había anunciado que Brockman dejaría la presidencia de la junt, pero seguiría ligado a la empresa.
Asombro… y también cabreo. La decisión de la junta directiva de OpenAI no solo generó asombro fuera de la compañía. Las informaciones publicadas desde el viernes por medios como The Verge o Bloomberg muestran que lo hizo también entre los propios inversores, que no habrían sido informados antes y a los que tampoco se les dio la oportunidad de pronunciarse sobre la salida de Altman.
El caso más asombroso es probablemente el de Microsoft, que hace unos meses anunciaba una inversión «multimillonaria» para impulsar a OpenAI. Bloomberg asegura que el director ejecutivo de la multinacional tecnológica, Satya Nadella, se quedó «sorprendido» y «furioso» al enterarse de la destitución de Sam Altman. En Axios incluso van un poco más allá y aseguran que Microsoft no estuvo al tanto de la decisión de OpenAI hasta «un minuto antes» de que saltara la noticia.
Actores influyentes. La reacción de los de Redmond es importante porque, si bien el equipo de Nadella se apresuró a aclarar que tiene «una asociación a largo plazo» con OpenAI y «sigue comprometido» con Mira Murati, su posición resultará clave para la compañía. Semafor asegura que de momento Microsoft ha transferido solo «una fracción» de la inversión de 10.000 millones de dólares contemplada en OpenAI, una suma que se dividirá en tramos y se sustanciará además en gran medida en compras de computación en la nube en vez de en efectivo.
Presiones para la vuelta de Altman. Si el escenario no fuera ya lo suficientemente complicado de por sí, a lo largo de las últimas horas han surgido diferentes informaciones que apuntan a presiones en la junta directiva de OpenAI para el regreso de Altman. La clave: un «contragolpe» de los inversores, en palabras de Forbes, que habla de movimientos para la restitución del exCEO y Brockman. La crisis abierta en la compañía de IA habría derivado incluso en la renuncia de al menos tres investigadores senior. Y podrían no ser las últimas bajas.
Presiones y pasos atrás. De momento la mayoría de esas informaciones se basan en filtraciones o incluso rumores, sin un pronunciamiento oficial por parte de las empresas. Las mismas noticias deslizan la capacidad de los inversores para presionar valiéndose de las renuncias de los investigadores, la retención de créditos de computación en la nube de Microsoft o incluso una demanda.
En lo que sí han coincidido medios como The Verge o TechCrunch en las últimas horas es en que esos movimientos habrían surgido efecto y la junta de OpenAI ya estaría en contacto con Altman para su restitución como director ejecutivo. Así lo habrían confirmado varias personas próximas a las negociaciones. Es más, en una actualización reciente The Verge deslizaba que la junta estaría dispuesta a renunciar y permitir el regreso tanto de Altman como de Brockman.
Volver… ¿Pero con OpenAI? Parece imposible, pero la historia se complica aún más. La razón: Altman estaría pensando en regresar, sí, pero no para ponerse a los mandos de OpenAI. El exdirectivo habría compartido ya con inversores sus planes de lanzar una nueva empresa de IA. Al menos así lo sostienen las fuentes consultadas por The Information, que avanza la posibilidad de que Brockman se sume al nuevo proyecto. En una línea similar apunta The New York Times.
Avanzar cuál será el siguiente paso de Altman es sin embargo complicado. A lo largo de las últimas horas han surgido informaciones que hablan de «optimismo» entre quienes desean el regreso del directivo a OpenAI. Otras deslizan que Altman es aún “ambivalente” ante esa posibilidad y requeriría cambios en la gobernanza.
Disputas internas. Aunque no hace ni 48 horas del despido de Altman, las filtraciones sobre lo ocurrido en OpenAI se han sucedido en cascada y a velocidad de vértigo. Y no todas se centran en su futuro. Algunas apuntan a las razones de la destitución, que estaría relacionada con tensiones y luchas de poder en el seno de la organización. En concreto se apunta a dos nombres, además del de Altman: Adam D´Angelo, director ejecutivo de Quora; y el cofundador Ilya Sutskever.
Bloomberg habla de desacuerdos cada vez más evidentes relacionados con cuestiones cruciales de la organización, como el equilibrio entre mantener la tecnología segura y rentabilizarla. Sobre la mesa habría cuestiones como la rapidez en el desarrollo de la IA generativa o la comercialización de productos.
Movimientos detro y fuera. Según la agencia, la salida de Sam Altman se habría concretado después de que buscase recaudar miles de millones de dólares para lanzar una startup de chips de inteligencia artificial que le permite competir con los procesadores fabricados por Nvidia Corp y contactos con SoftBank para invertir en una compañía de fabricación de hardware. Mientras, se suceden los movimientos en compañías de la competencia, con el lanzamiento de la nueva IA de Elon Musk y el respaldo de Google a Anthropic, competidor de ChatGPT.
Imagen de portada: TechCrunch (Flickr)