La COP28 y una nueva narrativa ambiental
Aunque para gran parte de la población el tema medioambiental es importante, a veces los acuerdos entre autoridades, y las palabras de científicos y activistas les resultan lejanas. A días del inicio de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, dos académicos comentan en columna para CIPER la necesidad de un discurso que integre a una ciudadanía informada: «Hay que impedir que esta nueva COP28 sea solo un título por un par de semanas para cerrar los noticieros o una historia para compartir en las redes sociales. Debemos aprovechar esta instancia para educar ambientalmente a la población y transmitir una nueva narrativa ambiental.»
Dubái se convertirá desde el próximo 30 de noviembre en el escenario mundial más importante del diálogo acerca del cambio climático. Bajo el lema unir, actuar y ofrecer resultados, la COP28 será un acontecimiento sin precedentes en la agenda climática global. En esta ocasión se presentará el primer balance mundial sobre el cumplimiento global respecto a los objetivos del Acuerdo de París, adoptado en 2015 en la COP21. En el actual escenario de triple crisis ambiental —representado por las consecuencias del cambio climático, la contaminación en todas sus formas, y la exponencial y peligrosa pérdida de la biodiversidad planetaria— surge como desafío para Chile, ocupar esta cumbre como un espacio de diálogo ciudadano, político y científico. Debemos avanzar hacia una democratización del saber ambiental. Hay que impedir que esta nueva COP28 sea solo un título por un par de semanas para cerrar los noticieros o una historia para compartir en las redes sociales. Debemos aprovechar esta instancia para educar ambientalmente a la población y transmitir una nueva narrativa ambiental, pues la narración, entendida como una estructura cognitiva-base para la comprensión del mundo, podría impactar en las interpretaciones (y acciones) que como sociedad damos a los procesos sociocientíficos de este nuevo mundo.
En este sentido, es necesario asumir con certezas que esto no se trata un problema de quienes están allá en Dubái participando de esta nueva cumbre. Entender que el futuro de Chile y el planeta no es un fenómeno que les compete solo a científicos ni activistas. Primero, nos involucra a todos como sociedad y, segundo, también se relaciona con los imaginarios sociales, puesto que, como menciona el autor Pedro Arturo Gómez, estos se manifiestan en el lenguaje a través de discursos narrativos que finalmente logran llevar a cabo un accionar concreto en la praxis social. En este sentido la narrativa representa una forma de hacer realidad y entregar un sentido humano de comprensión profunda de la auténtica dimensión de esta crisis ambiental para Chile y el mundo.
Si bien esta cumbre —al igual que otras— representa una instancia positiva y proactiva para la política mundial, se sabe que los propósitos que persigue esta COP28 —al igual que otras— no llegan como mensajes claros y vinculados con la vida de las comunidades. Esto ocurre por diferentes motivos: el primero, y más importante, se vincula con la escasa alfabetización ambiental de la población. Charles Roth, uno de los pioneros en definir este concepto, indica que una ciudadanía alfabetizada ambientalmente es aquella que aúna diversas competencias interdependientes entre sí y que es consciente de las interrelaciones que se establecen entre el ser humano (sociedad) y la biosfera, siendo, a su vez, capaz de reflexionar acerca de sus consecuencias y de tomar decisiones e intervenir de manera ajustada a los límites del planeta. Si bien, las personas tratan de descifrar los mensajes que emanan de este tipo de cumbres, muchas veces no logran diferenciar los problemas de las soluciones, o las causas de sus efectos. Este último hecho, finalmente se transforma en discursos (narrativas) y acciones que navegan en aguas superficiales, y no profundizan en las reales acciones que se deben asumir en cuanto sujeto-sociedad somos.
Considerando lo anterior, existe en esta COP28 una maravillosa oportunidad para Chile de acercar los alcances sociocientíficos de esta reunión a la vida diaria de sus habitantes. Es responsabilidad del gobierno, los medios de comunicación, la academia, y todos aquellos actores que tengan el deber de informar y producir conocimientos, construir una narrativa ambiental que se transmita con un lenguaje simple y riguroso. Dejamos tres ejemplos en el marco de este evento que ilustran la importancia de articular un relato que acerque a la comunidad con lo que ocurrirá en la COP28:
1. cómo construimos un relato que explique uno de los ejes de acción de esta COP28 sobre instalar en el centro de la acción climática a la naturaleza, las personas, las vidas y los medios de vida;
2. comunicar cuál es la importancia de la puesta en marcha del Fondo para Pérdidas y Daños, aprobado en Egipto el año pasado;
3. el por qué avanzar en la adopción de un modelo social y científico para alcanzar el Objetivo Global de Adaptación sería trascendental en la economía global y doméstica de «mi» territorio.
En consecuencia, se espera que estos temas lleguen a la comunidad como un relato que promueva una mejor comprensión e interpretación sobre la acción climática y ambiental; y que, de este modo, estos temas dejen de existir en el imaginario social como una narrativa aislada sobre un hecho puntual o ajeno, y se acerquen a cada persona como una trama en donde se articulan perspectivas, motivaciones y valoraciones que promuevan la ya mencionada alfabetización ambiental desde la vereda del deber ser político y desde el debate público.
Creemos en una nueva narrativa ambiental vinculada a lo mencionado por Jerome Bruner (1991), quien plantea la necesidad de producir nuevos relatos a través de los cuales las culturas sean capaces de producir significados compartidos y negociados por sus miembros, de modo de explicar los sucesos del mundo social y hacerlos comprensibles ante los otros y ante sí mismos. En resumen, es un deber que tenemos como país aprovechar esta COP28 para educar ambientalmente a la población por medio de una nueva narrativa, que contribuya a mejorar la disposición social a participar e involucrarse pro ambientalmente en el presente y futuro del país.