Milei avanza de espaldas a las instituciones para desmantelar el Estado argentino
Javier Milei bajó por las escalinatas del Congreso a dar su discurso de asunción como presidente de Argentina hace menos de un mes. Habló de cara a los seguidores que lo esperaban debajo del sol abrasador y de espaldas al Parlamento. Fue un gesto, y después vinieron las medidas. En los primeros 20 días de Gobierno, el ultraderechista impuso un decreto que cambia o borra más de 300 leyes sin debate, implementó un protocolo de acción contra las protestas y envió al Congreso un proyecto de ley para ampliar las facultades del Ejecutivo. Esta deriva autoritaria y la radicalidad de las medidas le están empezando a pasar factura al presidente: el clima social es efervescente –los sindicatos anunciaron una huelga para finales de enero– y la imagen negativa de Milei ha subido cinco puntos hasta el 55% desde que llegó a la Casa Rosada, según una consultora.
El partido de Milei, La Libertad Avanza, no reúne mayorías en el Congreso –cuenta solo con 38 de 257 diputados y con siete de 72 senadores– y carece de gobernadores propios con la capacidad de influir en el Parlamento. Retiene, eso sí, el amplio apoyo que le dieron las urnas. Milei obtuvo el 30% de los votos en la primera vuelta electoral y consiguió sumar el 56% en la segunda contra el peronista Sergio Massa. El ultraderechista vive por estos días el idilio que sigue a la victoria electoral. Su ahora aliado, el expresidente conservador Mauricio Macri, le recomendó, por experiencia propia, avanzar “con shock y sin gradualismo”.
Al megadecreto con más de 300 reformas para empezar a desmantelar el Estado, al proyecto de ley con más de 600 artículos que dan un giro radical al sistema político, económico y social argentino y al protocolo para prohibir los cortes de calles, Milei sumó un decálogo de medidas económicas que aplican un fuerte ajuste, el despido por decreto de más de 5.000 empleados estatales contratados en el último año y la suspensión del pago de un cifra similar de ayudas sociales por “incompatibilidades”, según comunicó el Gobierno este viernes. Cada día, el Gobierno de Milei apabulla con nuevos anuncios. El último día laborable de este año, el asesor presidencial Federico Sturzenegger, autor del primer paquete enviado al Congreso, avisó que darán a conocer otra iniciativa que contempla la eliminación de 160 regulaciones. Milei lo plantea en estos términos: “Argentina requiere un cambio de rumbo urgente para evitar el desastre”.
“Milei está intentando desmontar el país que se fue armando desde 1916, desde que se aplica el voto secreto y obligatorio masculino. A comienzos del siglo XXI en Argentina también hubo un cambio de régimen que orientó el Estado y la sociedad hacia el centroizquierda. El que se está produciendo ahora es muy fuerte y muy veloz”, señala Sergio Morresi, doctor en Ciencias Políticas y coautor del libro Está entre nosotros. ¿De dónde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que no vimos venir?. Para conseguirlo, dice el politólogo, el presidente se respalda en un “desprecio por las instituciones” que en Argentina “se ha ido desarrollando hace tiempo”. “Argentina sigue siendo un lugar donde la democracia se valora. Pero ¿qué entiende Milei por democracia? Hacer lo que la gente quiere tal como él interpreta; es decir, hacer lo que sus votantes, no el conjunto, lo habilitan a hacer””, explica Morresi.
Preguntado durante la campaña sobre si cree en el sistema democrático, Milei no respondió a la pregunta de la periodista, que pedía una definición clara. “Yo creo que la democracia tiene muchísimos errores”, se limitó a decir el entonces candidato. Algunos han apelado a adjetivos como “napoleónico” –así lo señaló un político del centroderecha, Rodrigo De Loredo– o “mesiánico” –como apuntó el expresidente uruguayo de izquierda José Mujica– para calificar al presidente de acuerdo con los primeros actos de su Gobierno. También “revolucionario”, como escribió el historiador y analista Carlos Pagni, columnista de EL PAÍS, en el diario La Nación: “Las revoluciones negocian poco, no son deliberativas. Es una idea de cómo debe estar dibujada la sociedad que se traslada a la realidad como si esta fuera un papel en blanco”.
La debilidad institucional del Gobierno de Milei para llevar adelante la “reconstrucción” de un país en crisis está compensada por el respaldo que recibe de al menos dos actores, cree Morresi. “Milei acaba de ganar de manera clara y tiene cierto apoyo social. Además, en estas pocas semanas obtuvo el apoyo fuerte y decidido de los grupos empresariales más importantes del país”, muestra el analista. El politólogo agrega que el ultraderechista cuenta también con el apoyo de Juntos por el Cambio, la coalición de centroderecha a la que se enfrentó en las elecciones, y parte del peronismo, que serán la clave para que el megadecreto y la ley ómnibus no sean rechazadas por el Congreso.
Las cámaras legislativas son uno de los obstáculos que tendrán que sortear las medidas del ultraderechista –otro es la Justicia y el tercero, la movilización social–. Milei ha mantenido su desafío al Poder Legislativo desde que bajó por las escalinatas del Congreso el 10 de diciembre y les dio la espalda. “Que me expliquen por qué el Congreso se pone en contra de algo que le hace bien a la gente. Porque la gente entendió bien, ¿eh?”, espetó en una entrevista televisiva. Si el Congreso no aprueba sus medidas, sugirió esa noche, llamará a una consulta popular –que tendrá que ser no vinculante–. Después, acusó a “algunos” legisladores de corruptos: “A esos que les gusta tanto la discusión es porque están buscando coimas [sobornos]”.
“Esta forma de gobernar que está planteando tiene que ver con su forma de entender el poder y de leer las claves de la posición en la que está”, cree la politóloga Yanina Welp. La académica, especialista en el estudio de la democracia, disiente con quienes defienden que Milei gobierna unilateralmente porque la falta de mayorías en el Congreso no le deja otra opción: “En democracia siempre hay alternativas”, señala. Ampliar la coalición de Gobierno o negociar cada ley por separado, por ejemplo, son algunas de las opciones que propuso en la red social X el politólogo Ignacio Labaqui, quien advirtió de que el camino tomado por Milei, sin tener asegurado el respaldo del Congreso, es una “alternativa riesgosa” que puede “deslegitimar una agenda de políticas públicas necesaria”. Además, advierten otros, la polarización que provocan medidas tan radicales puede herir aún más la fragmentada sociedad argentina.
Las más de 300 reformas impuestas en el megadecreto entraron en vigor este viernes y aún tienen que ser avaladas por el Parlamento. Los 664 artículos de ley ómnibus empezarán a ser tratados por el Congreso en sesiones extraordinarias. Para Welp, se abren dos escenarios. “Si la ley pasa, estaríamos ante una situación muy parecida a la del Perú de Fujimori”, explica la politóloga. Para diferentes analistas, Milei está intentando plantear un conflicto de legitimidades con el Parlamento, como hizo el expresidente peruano a principios de los noventa. Alberto Fuijimori llegó a la Presidencia con un enorme apoyo popular y lo aprovechó para cargar contra el Congreso, donde no tenía mayorías. Los diputados peruanos, asustados y deslegitimados, le dieron poderes especiales. La mano dura contra el terrorismo de Sendero Luminoso hizo a Fujimori aún más popular y tras meses arremetiendo contra el Congreso, lo cerró en 1992 con un autogolpe.
“Tengo dudas de que pase. Si no ocurre, la incertidumbre es más grande”, avisa Welp. “En el segundo escenario estaríamos ante una situación donde Milei se vería obligado a dar marcha atrás y gobernar de otra manera”, explica Welp, que avisa que “una mayoría ve con malos ojos el contenido y procedimiento de las reformas”. En estos últimos días, los tribunales han recibido planteos de inconstitucionalidad contra el megadecreto que abogados constitucionalistas ven con fundamento y centenares de miles de personas han salido a las calles para rechazar la forma unilateral en la que se están planteando las medidas, además de rechazar el contenido de estas, que habilitan la privatización de empresas públicas, abren la puerta a las operaciones en dólares, castigan la protesta y dan el puntapié inicial para flexibilizar el mercado laboral y el sistema de salud, entre otro centenar de medidas.
Un estudio de la consultora Zuban Córdoba y Asociados publicado este viernes señala que desde que Milei asumió la Presidencia su imagen negativa ha empeorado en cinco puntos y ha pasado del 50% al 55%. El análisis muestra que para más de la mitad de la población encuestada el país tomó la dirección “incorrecta” desde la toma de posesión del presidente. “Tanto el DNU desregulador como la ley ómnibus presentada en el Congreso cosechan niveles importantes de rechazo. Incluso parece empezar a configurarse una mayoría dispuesta a votar en contra de todas las medidas en un potencial plebiscito”, señala el estudio. El 56% de los consultados asegura que el megadecreto “es inconstitucional” y más de la mitad afirma estar “muy en desacuerdo” con el envío del proyecto de ley al Congreso.
La imagen positiva, según ese estudio, se ubica aun así en el 44%. Carla Yumatle, filósofa política y profesora de la Universidad Torcuato Di Tella, explica que el apoyo social que aún tiene Milei permite “entender el ánimo social” de “desafección, enojo, frustración” de parte de la ciudadanía. “Él tiene ese apoyo habiendo prometido dolor y sacrificio. La ciudadanía ve más costoso el statu quo que todo el sufrimiento que le está pidiendo Milei”, explica Yumatle. “La idea de que el Estado entorpece y no garantiza la libertad, sino que la quita, es un hecho inédito en la cultura política argentina”, agrega la teórica.
“Milei se ha posicionado en contra del statu quo. Él ve el orden existente como una trampa y no cree que se pueda salir de esa trampa con los mecanismos que propone ese mismo orden social. ¿Cómo hace para producir un cambio social determinante? Creo que está creando cierta anarquía, de manera que nadie sepa bien dónde está parado. Es una forma de implementar una refundación, una tabula rasa”, señala Yumatle. La filósofa avisa, sin embargo, que “refundar no es lo mismo que gobernar”: “Lo que es efectivo al principio no es necesariamente efectivo para mantenerte en pie después y el hecho de que él empiece así no quiere decir necesariamente que vaya a continuar así”. Para la analista, lo que está por verse es si Milei va a reconocer esa diferencia: “Si lo va a ver él o si el Congreso y la ciudadanía lo van a forzar a que lo reconozca”.
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