Diálogos de Wall Street
Periodista: 2023 fue una fiesta. Inolvidable e inesperada. Y ahora que reina el optimismo, y se despejó el panorama económico, 2024 se estrena con fuertes caídas de acciones y bonos. ¿Qué pasó?
Gordon Gekko: Nada relevante. Wall Street viene de nueve semanas consecutivas al alza. La última rueda de 2023 no fue buena. La primera de 2024 fue peor. Hay señales de sobrecompra por todas partes, y hace bastante tiempo, no hizo falta más argumento. El dólar estaba muerto, había que comprar cualquier otro activo. Y ahora resucitó y vemos patinar a las acciones, los bonos, el petróleo, el oro, y hasta el bitcoin (que sí tiene una historia particular -la saga de la aprobación de su ETF- por detrás).
P.: O sea, repuntó el dólar y aflojó todo lo demás…
G.G.: Sí. Muy poco. Nada sustancial. Son los vaivenes y gajes del oficio. No pierda el sueño por el ciclo normal de las mareas.
P.: ¿Qué decir de las nuevas declaraciones que se escuchan de la Fed? El presidente de Richmond, Thomas Barkin, señala que aunque el aterrizaje suave está a la vista todavía las subas de tasas son una posibilidad.
G.G.: Lo primero que hay que decir es que las declaraciones son posteriores al resbalón de la Bolsa.
P.: De acuerdo. Pero bien podría tornar la caída más profunda. Una Fed agresiva no está para nada en los cálculos.
G.G.: No después de los últimos dichos de Powell. No figura tampoco en el mapa de puntos.
P.: ¿Y entonces?
G.G.: Entonces no piense en una Fed agresiva.
P.: Pero tal vez la institución quiera alentar un discurso más duro. ¿No le parece?
G.G.: Si escucha un par de voces que le hacen eco a Barkin no tenga dudas de que es así.
P.: Si el discurso se repite, ¿ahí sí tendremos un banco central agresivo? Estamos sobre aviso, ¿solo debemos prestar atención?
G.G.: No me entendió. El discurso puede ser más duro. La Fed quizás ya no quiera estimular el jolgorio de los mercados. Eso sí puede ser, aunque todavía no lo es. Si insisten, tómelo como un mensaje semioficial. Pero no hay indicios de agresividad. Yo diría, más bien, que la novedad de Barkin es el reconocimiento tácito de que la marcha de la economía se mantiene saludable. No se está debilitando rápido como se llegó a temer.
P.: ¿Por eso Powell abrió el paraguas?
G.G.: Eso creo. El primero de diciembre le puso paños fríos a la idea de bajar las tasas de interés y doce días después señaló que la reducción ya era un tópico de debate en la Fed. Por eso no tuvimos rally de Santa Claus, se anticipó. Powell nos trajo en persona los regalos de fin de año.
P.: Y ahora Barkin modera esa reacción efusiva…
G.G.: Está claro que debatir no es lo mismo que actuar. La Fed ya no corre detrás de los acontecimientos. Después de la suba de tasas de julio, se debate y se conversa mucho pero no hay accionar concreto. La política de intervención se reemplazó por “ver y esperar”. Y está bien así.
P.: Se deja que los mercados hagan el trabajo sucio por la Fed.
G.G.: Primero, las tasas largas hicieron la tarea sucia de contener los bríos en exceso de la economía y deprimir a los mercados. Eso fue hasta octubre. Y después se abocaron a todo lo contrario. Con similar eficiencia.
P.: Tal vez, la Fed juzga que la alegría ya es suficiente.
G.G.: Puede ser. En los dos casos anteriores, la intervención de Powell fue decisiva. Pero, como le dije, si se escucha un murmullo creciente, préstele atención. En principio, no hay nada de eso en las minutas tampoco.
P.: Las minutas se publicaron hoy (por ayer) pero datan de tres semanas atrás. En ese momento, Powell quería mercados más expansivos. ¿Qué puede haber variado en ese tiempo?
G.G.: La data reciente es más firme. El consumo de noviembre rebotó. El ISM manufacturero permanece débil, y se contrae (por 14 meses seguidos), pero mejoró en diciembre. En la última semana, la proyección de crecimiento del cuarto trimestre de la Fed de Atlanta, hecha en tiempo real, subió de 1,9% a 2% y ahora pasó a 2,5%. Son muy buenas noticias. Aunque, es una paradoja, alejan la necesidad de un recorte de tasas inminente. A los inversores que apostaban a una baja tan pronto como en marzo no les sentó bien. Nada grave. No se puede contentar a todo el mundo.