Por qué 2024 será el año más decisivo en décadas para la conquista de la Luna
En los últimos años, estamos asistiendo al inicio de una nueva era de exploración espacial, pero este 2024 tiene todas las papeletas para convertirse en histórico, dando el impulso definitivo a otra carrera entre potencias. Las miradas están puestas en la misión Artemis II de la NASA, prevista para noviembre: será la primera vez desde 1972 que una nave tripulada viajará más allá de la órbita terrestre baja. Cuatro astronautas sobrevolarán la Luna como paso previo para que una persona vuelva a pisar nuestro satélite en 2025, es decir, 53 años después de la última vez. Sin embargo, en esta nueva conquista lunar los protagonistas no serán solo los americanos.
Los actores se han multiplicado, empezando por la India, que sorprendió al mundo el pasado mes de agosto al ser el primer país que lograba posar con éxito una sonda en el polo sur de la Luna. Aterrizar con éxito en nuestro satélite es un reto científico y técnico, pero también lo han logrado Rusia y China. De hecho, los chinos también tienen un ambicioso plan para recolectar muestras en la cara oculta. Además, un quinto país se unirá al club de los alunizajes: Japón. Por si fuera poco, la Agencia Espacial Europea (ESA) tampoco quiere quedarse atrás. La competición está servida.
Ignorada durante décadas, la Luna se ha convertido en un objetivo prioritario por varios motivos. La confirmación de que existen recursos explotables, desde agua a minerales, hace que muchos países intenten posicionarse. Aunque, en teoría, nadie puede reclamar la soberanía sobre la Luna, no se descarta la construcción de bases permanentes como plataforma de la exploración espacial, para lo que sería muy útil usar materiales o combustibles que se puedan encontrar in situ. Hace meses, Gerald Sanders, científico del Centro Espacial Johnston de la NASA, aseguró que EEUU podría estar en condiciones de explotar los recursos minerales del satélite en 2032. Según explicó, el paso previo es la exploración y la perforación, asegurando el suministro de oxígeno y agua.
Qué va a hacer la NASA
Sin embargo, los expertos también destacan la importancia del «poder blando» que los hitos científicos y tecnológicos dan a las potencias en el resto del mundo. Es decir, que la exploración espacial es clave en «cómo se proyecta un país dentro de su propia sociedad y al resto del mundo», explicaba David Barrado Navascués, director científico del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) recientemente en declaraciones a El Confidencial. Eso incluye a sus empresas, sobre todo en un momento como el actual, cuando el sector privado se ha sumado con fuerza a este impulso.
Sin duda, volver a la Luna es un acto de reafirmación geopolítica y con mensaje, por eso, no es casualidad que la NASA haya elegido para Artemis II a la primera mujer que participará en una misión lunar, Christina Koch, y al primer astronauta negro, Victor Glover. Los otros dos elegidos son Reid Wiseman y el canadiense Jeremy Hansen. Tras el anuncio del año pasado, todo parece listo para ese viaje a bordo de la nave espacial Orion programado para finales de 2024, aunque algunos expertos no descartan que se retrase esta misión y, con ella, también el aterrizaje en la Luna previsto para el año que viene. Los protagonistas despegarán desde el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral (Florida) y la misión tendrá una duración de 10 días. El programa Apolo puso a 12 hombres en la Luna entre 1969 y 1972, pero desde entonces ningún acontecimiento espacial ha tenido tanta épica como la que promete Artemis.
Sin embargo, más allá de ese programa estrella, la NASA tiene muchos otros objetivos previstos para este año, como enviar un nuevo rover lunar, denominado VIPER (Volatiles Investigating Polar Exploration Rover). Su objetivo es mapear el polo sur y, sobre todo, estimar cuál es la concentración de hielo en esta región. En cierto modo, su misión se parece mucho a la de otro proyecto que podría materializarse en los próximos meses: lanzar el satélite Lunar Trailblazer, que se situará en la órbita lunar para analizar aspectos desconocidos sobre el ciclo del agua.
Japón se apunta a la fiesta
Sin embargo, por orden cronológico, la primera protagonista del año en la Luna va a ser la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA), que pretende posar próximamente su sonda Slim (Smart Lander for Investigating Moon) el próximo 19 de enero. Lanzada el pasado 6 de septiembre, esta misión ya se encuentra en la órbita lunar y ahora se propone ser la primera de origen japonés en ejecutar un aterrizaje preciso. Si algo va mal, volverían a intentarlo el 16 de febrero.
El objetivo de Slim es estudiar los cráteres lunares, pero al margen de esta meta concreta, lo importante para los japoneses es lograr este hito. Estrellar objetos contra la superficie de forma deliberada es fácil, pero posarse con suavidad en la superficie lunar no está al alcance de cualquiera. De hecho, en abril de 2023 se estrelló el módulo Hakuto-R, una misión privada japonesa. A Rusia le ocurrió lo mismo con la sonda Luna-25; a Israel también, con otra misión privada; y los indios también habían fracasado previamente antes del éxito de la misión Chandrayaan-3. Como se ve, la tasa de éxito es bastante baja.
Los robots de China
Sin embargo, quien ha lanzado el programa más ambicioso para la exploración lunar no tripulada en los últimos años ha sido China. En 2019, la misión Chang’e 4 logró posarse en la cara oculta. Era la primera vez que se conseguía y el éxito hizo subir la apuesta. La Chang’e 5 consiguió traer muestras (incluyendo pequeñas cantidades de agua) del lado visible lunar, usando un brazo robótico que las empaquetó y las subió al módulo que sobrevolaba nuestro satélite.
Ahora, la misión Chang’e 6, que se lanzará este año, quiere repetir la hazaña, pero en el polo sur de la cara oculta, recolectando muestras en el gigantesco cráter Aitken. Este proyecto tiene especial interés desde el punto de vista científico, porque este lugar es una de las mayores y más antiguas estructuras conocidas que se han formado por el impacto de un meteorito (2.500 kilómetros de diámetro y 12 kilómetros de profundidad), así que se supone que aportará claves inéditas sobre la historia de todo el Sistema Solar.
En realidad, esta iniciativa y su posible éxito no se pueden atribuir exclusivamente a China, ya que cuenta con instrumentos de otros países. Sin embargo, los chinos van mucho más allá y ya han anunciado que mandarán astronautas (taikonauta, según la terminología que utilizan) a la Luna antes de 2030. Sería la segunda potencia en conseguirlo, aunque el desafío es enorme porque ya solo quedan seis años, lo que demuestra que, en el fondo, la conquista lunar vuelve a ser una carrera más relacionada con la geopolítica que con la ciencia.
La nueva estación espacial
¿Echamos en falta a alguien? El papel de Europa en la Luna, por el momento, aparentemente está siendo más secundario, pero la Agencia Espacial Europea (ESA) también participa en Artemis. Además, también es un socio principal de la NASA, la JAXA y la agencia canadiense en otro hito previsto para 2024: el lanzamiento de la Plataforma Orbital Lunar Gateway, una estación espacial que comenzará a construirse en la órbita lunar. Los europeos construirán dos módulos de este ambicioso proyecto, que, además, será fundamental para todo lo demás: servirá de estancia para los astronautas, incluirá laboratorios y permitirá que las naves espaciales atraquen a cinco días de viaje y más de 400.000 kilómetros de distancia de La Tierra.
En los últimos años, estamos asistiendo al inicio de una nueva era de exploración espacial, pero este 2024 tiene todas las papeletas para convertirse en histórico, dando el impulso definitivo a otra carrera entre potencias. Las miradas están puestas en la misión Artemis II de la NASA, prevista para noviembre: será la primera vez desde 1972 que una nave tripulada viajará más allá de la órbita terrestre baja. Cuatro astronautas sobrevolarán la Luna como paso previo para que una persona vuelva a pisar nuestro satélite en 2025, es decir, 53 años después de la última vez. Sin embargo, en esta nueva conquista lunar los protagonistas no serán solo los americanos.