Voluntarios con colador: cientos de personas se lanzan a las playas gallegas para luchar …
Todas las actitudes humanas que se desencadenan ante un desastre ecológico —desde los choques políticos y la parsimonia administrativa hasta la indignación y el arrojo del pueblo— han vuelto a aflorar este fin de semana de Reyes, y el sentir del movimiento Nunca Máis palpita de nuevo en la costa gallega ante la arribada de millones de pellets para la fabricación de plásticos, tras haber caído en diciembre al mar varios contenedores que iban a bordo de un barco. Con la diferencia de que esta vez, y salvando las distancias con la catástrofe del Prestige hace 21 años, las redes sociales existen, hierven, y al mismo tiempo que ayudan a aunar voluntades y organizarse, siembran el caos y se saturan de consejos contradictorios y vídeos de influencers a pie de playa. Cientos de particulares armados con coladores de cocina, cedazos e improvisadas rejillas fabricadas con cajas de fruta o cestas de freidora se han lanzado desde el sábado a los arenales gallegos con un propósito titánico: cribar la arena, colar el agua de la orilla, para limpiarla de los millones de diminutas bolitas de un compuesto todavía desconocido y cuya toxicidad se ignora, destinado a la fabricación de infinidad de objetos de plástico.
El producto químico, que en realidad lleva años arribando a las costas de todo el mundo procedente de cargueros, se conoce también con el eufemístico nombre de “lágrimas de sirena”, huele, flota en el agua y se deposita con las mareas en las playas y las rocas. Luego se mezcla y se entierra en la arena, agazapándose entre los fragmentos de conchas y las algas, en el hábitat de aves, bivalvos e infinidad de microorganismos. La empresa fabricante es la polaca Bedeko Europe, tal y como se supo desde el momento en que particulares como María José Arceo, que paseaba el 13 de diciembre por la playa de Espiñeirido (Ribeira), vieron los primeros sacos de 25 kilos arrumbados en la arena, con el nombre de la compañía rotulado. Estos envoltorios de rafia blanca, de los que desde entonces han aparecido todavía llenos más de 60, revelan que se trata de un “estabilizador UV”, un aditivo que se añade durante la fabricación de plásticos.
La transportista, a la que señala ahora la compañía química europea, es la multinacional naviera Maersk; y el barco que perdió, supuestamente, media docena de contenedores (al menos uno repleto de estos sacos) a principios del mes pasado frente a la costa de Viana do Castelo (Portugal) lleva el nombre de Toconao, con pabellón de Liberia, según informó en primer lugar GaliciaPress. Cuando hay un accidente de este tipo, el protocolo que debe seguirse incumbe desde el barco a las autoridades lusas y a Salvamento Marítimo, que depende de la Dirección General de la Marina Mercante, y pasa por el Gobierno central, la Xunta, los ayuntamientos y los servicios de guardacostas.
Mientras el presidente del Gobierno gallego, Alfonso Rueda (PP), se preparaba para su primer gran acto de precampaña este domingo en Santiago, el conselleiro de Mar, Alfonso Villares, reprochaba al Gobierno central que no activase el Plan Nacional de Emergencias de Contaminación Marina y le ofrecía su “colaboración”. Por su parte, la vicepresidenta tercera del Ejecutivo de Pedro Sánchez y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha asegurado en la red social X (antiguo Twitter) que están “pendientes de la evolución de los pellets de plástico que llegan a la costa gallega”, ha agradecido a la delegación del Gobierno el seguimiento “de todos estos días sobre el terreno” y ha explicado que llamó por teléfono a Rueda para ofrecer, lo mismo que el conselleiro pero a la inversa, su “colaboración”. En un comunicado citado por Europa Press, el Gobierno aseguró que está a la espera de que la Xunta “ejerza su competencia” y declare el nivel dos de emergencia (actualmente está decretado el nivel uno) para poder brindarle su apoyo en la recogida y limpieza de los pellets.
La voluntaria Cristina Pensado, en el germen del movimiento que empezó a difundir la alarma por la contaminación que llegaba a la costa de Noia y O Barbanza, cuenta que después de que su amiga María José Arceo descubriese el primer saco en la playa de Espiñeirido y alertase a Bedeko, ella se decidió a telefonear a la Xunta. “Llamé a los primeros teléfonos que encontré… en Medio Ambiente me dijeron que me llamarían ellos luego, pero como no lo hicieron telefoneé a Mar”, relata, “allí me pasaron directamente con un subdirector de Pesca… era el día 3 de enero”. “Nosotros lo que pedimos es que alguien empiece a coordinar esto, porque nadie lo hace, y que se limpie ya”, dice Pensado, que se mantiene ahora en contacto con Noia Limpa y la organización europea Surf Rider para trabajar. “Pero en segundo lugar”, concluye, “lo que vamos a reclamar es que haya un protocolo claro, como el que ya existe para los petroleros, tanto para actuar contra esta contaminación como para el transporte de esta mercancía, que no está calificada de nociva”.
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Estupefactos ante la bronca política, los voluntarios del colador llegaban a las playas al amanecer para trabajar. Unos piden coche para desplazarse, otros lo ofrecen. Algunos alertan de un varamiento de delfines muertos que se han encontrado mientras recogen bolitas en Area da Cruz (O Grove, Pontevedra). Otros cuentan aves y piden necropsias para saber si su fallecimiento tiene que ver con el vertido. Hay gente que ruega que no se retiren las algas mezcladas con los pellets, porque están llenas de diminutos seres vivos. La cadena de contactos por WhatsApp es el cordón invisible que conecta a todos con todos, desde las playas de Nigrán, al sur de Vigo, hasta las de Fisterra, en la Costa da Morte.
Llevan ya tres días aprovechando las horas de luz y este domingo, al fin, el sol les acompañaba. A falta de una Administración que tome el timón y los coordine, los particulares tratan de establecer algunos protocolos de sentido común: “no pisotear” la arena, marcar “pasillos” para moverse todo el mundo sin hundir las bolitas contaminantes, llevar mascarilla y guantes resistentes, no tirar los residuos al contenedor amarillo de plásticos porque se desconoce su composición, meterlos en bolsas que hay que depositar fuera del arenal y avisar al 112 para que las recoja.
Algunos voluntarios se encontraron el sábado en playas del lugar donde saltaron inicialmente las alarmas, la comarca de O Barbanza y la ría de Arousa, a los primeros operarios de la empresa Tragsa, enviados por la Xunta de Galicia, y otra firma, Ardentia Marine, especializada en limpiezas costeras. Varios testigos aseguran que un par de cuadrillas que se toparon les consultaron a ellos qué método usar.
Es la historia de David contra Goliat, tratar de cribar la arena, sobre todo cuando, según han constatado grupos ecologistas como Noia Limpa, una de las primeras asociaciones cívicas en actuar, la marea de pellets ya está presente en casi toda la costa: desde el sur de la ría de Vigo hasta más allá de Ribadeo, en el Cantábrico, y afecta a espacios protegidos como O Carreirón, en la Illa de Arousa. Otros colectivos ambientalistas, como Adega (Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galicia), han habilitado un formulario online para apuntarse como voluntario y preparan salidas organizadas para la semana que viene “con seguro de accidentes y en coordinación con los ayuntamientos”.
Particulares y grupos sociales publican vídeos y fotos en sus redes y se mantienen en continuo contacto a través de una comunidad de WhatsApp, Limpeza de Praias, que incluye a casi un millar de miembros y 28 grupos distintos por zonas del mapa. Hay, también, un grupo que pergeña ya una manifestación de repulsa en Santiago, con posible final ante la sede de la Xunta de Galicia, y otro para “gente que viene de fuera”, es decir, los ya numerosos voluntarios de otras zonas como Cataluña y Andalucía que han ofrecido sus manos para cribar la arena. El sábado por la tarde, la comunidad de WhatsApp se había saturado, ya no admitía más usuarios, y se abrió otra vía de diálogo y coordinación en Telegram.
Los políticos con competencias en la costa, mientras tanto, se enredan en un enfrentamiento público en el ambiente de la precampaña gallega. La Xunta acusa al Gobierno central de “ocultar información” y no activar el Plan de Emergencias, y desde el Ejecutivo de Pedro Sánchez se afirma que el jefe de servicio de Salvamento Marítimo de Fisterra comunicó el 20 de diciembre al subdirector del servicio de Gardacostas (Xunta) la llegada de pellets.
El sábado, en una intervención difundida por los informativos de la Televisión de Galicia y en una nota de prensa en la web de la Xunta, el conselleiro de Mar, Alfonso Villares, aseguró que el Ministerio para la Transición Ecológica tenía “hace 14 días” la información de que un barco había perdido contenedores de un material para la fabricación de plástico y no avisó de ello al Ejecutivo gallego hasta esta semana. Tras estas declaraciones, la Delegación del Gobierno dijo que la comunicación entre Salvamento y Gardacostas se realizó el 20 de diciembre a las 18.30 y exigió a Villares disculpas “por faltar a la verdad” o por no “asumir sus responsabilidades al no estar al tanto de la información recibida por los servicios de la Xunta”.
Pero el responsable de la Consellería do Mar, lejos de pedir disculpas, ha redoblado la tensión: Villares ha insistido este domingo, tras la celebración de una “comisión técnica” en Porto do Son (A Coruña), en que fueron informados en correos del 3 y el 4 de enero y reprocha a Madrid que, “sabiendo que puede haber un problema ambiental importante”, no haya activado desde el principio el Plan Nacional de Emergencias de Contaminación Marina. “Lo importante es recoger todo el material cuanto antes”, conmina el político autonómico mientras pide “calma”. E insiste: “Nosotros ponemos todos los medios a disposición para echar una mano a los ayuntamientos, pero es [el Gobierno central] quien lo puede hacer y quien lo tenía que hacer una vez que conocía todos los datos que le había aportado Portugal”.
Pero entre los voluntarios se multiplican ya los hashtags #nuncamais, #mareabranca y #outramais y se reeditan aquellos famosos carteles con la franja azul de la bandera de Galicia sobre fondo negro. Ahora, la bandera tiene fondo blanco y la banda azul aparece salpicada de bolitas blancas. “Queremos que la Xunta de Galicia se haga responsable”, clama otro letrero que corrió como la pólvora el domingo por la tarde: “Nuestro mar no es un vertedero”.
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