Mínimo histórico de aves en Doñana por la falta de agua | Clima y Medio Ambiente
La biodiversidad en Doñana sigue cuesta abajo y sin frenos. Las aves invernantes, símbolo del estado de la reserva, han caído este enero hasta su mínimo histórico: solo 120.649 ejemplares, menos de la mitad que hace un año, según el conteo de los científicos de la Estación Biológica de Doñana. “El dato es terrible”, advierte Javier Bustamante, vicedirector de este centro investigador del CSIC que estudia Doñana. La cifra de aves invernantes es dramática comparada con la de hace un año, cuando se contabilizaron 289.999 ejemplares. Ahora solo paran en estos humedales andaluces camino de África el 44% del total de hace un año y el 18% de las 670.309 aves que lo hicieron en 2017, cuando las lagunas estaban en su esplendor.
El declive de las especies se ha visto multiplicado por el cóctel que azotó durante 2023 a la reserva: sequía, altas temperaturas y extracciones de agua ilegales de la agricultura intensiva y legales del turismo. El parque sufrió el año pasado su mayor temperatura media anual en la serie histórica, con 19,3 grados y 14 días a más de 40 grados, y este calor y la escasez de lluvia han provocado la bajada del número de aves acuáticas invernantes, los anfibios y los peces por la poca inundación en los humedales del parque nacional.
El balance sobre la biodiversidad ofrecido este jueves por la Estación Biológica de Doñana CSIC ofrece un deterioro generalizado en el que fauna y flora se deterioran a gran velocidad porque el agua escasea en superficie, dado que en el subsuelo el acuífero permanece sobreexplotado y en su peor nivel histórico. Las aves invernantes avistadas están en su “mínimo histórico” y el ánsar común, por ejemplo, tuvo su cifra más baja registrada hasta ahora, con 4.216 ejemplares.
“Sufrimos una sequía muy intensa y prolongada. Observamos cambios muy intensos en los ecosistemas y las poblaciones. La interpretación e impacto de esos cambios, provocados por el hombre y el cambio climático, deberá ser a medio plazo, pero vendrá”, ha alertado el director de la Estación Biológica, Eloy Revilla. Ayer WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) elevó el nivel del problema y advirtió de que la reserva sufre “un colapso”, tras presentar un informe con investigaciones de 30 científicos que evidencian cómo Doñana se acerca de manera peligrosa a “un punto de no retorno”. El arroyo La Rocina, una de las principales aportaciones de agua en el parque, ha disminuido más del 60% respecto a su caudal de antaño y 14 masas de agua están en mal estado químico, según el Plan Hidrológico del Guadalquivir.
Hace dos meses Doñana fue expulsada de la lista verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la mayor organización ambiental del mundo, y ahora la pregunta es si perderá más sellos de calidad ambiental, dado que su declive ecológico se agrava ante la falta de lluvias. La reserva acumula 13 inviernos sin un año húmedo y sufre la sequía más prolongada desde 1970, con 10 de los 16 sectores en situación de alarma. En 2023 solo cayeron 323 litros por metro cuadrado, cuando la media histórica son 523, y esta escasez afecta de manera directa a la fauna y flora, cuya vida se limita sin agua, esencial para que la vida brote en Doñana.
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Mientras, los pozos ilegales para regar fresas en el entorno del parque prosiguen y el plan del Gobierno y la Junta andaluza para reducir los invernaderos ilegales debe aún concretarse a lo largo de este año, por lo que sus efectos prácticos y beneficios sobre el acuífero aún tardarán en cuajar.
“La parada técnica del sello verde es una mala noticia, significa que no hemos hecho bien las cosas desde la gestión y la investigación. Nos debe de servir para aprender, tener el listado de puntos a mejorar. Ahora el reto es que esa gobernanza se traduzca en la mejora del estado del parque”, ha afirmado Revilla.
Bustamante ha resumido el panorama en descenso de la biodiversidad: “Doñana siempre fue un paraíso, pero ahora el 68% de las especies tiene una tendencia poblacional negativa, un declive que aumenta al 79% si se toma la última década”.
Los datos recabados por los científicos desvelan una elevada mortalidad de pinos y alcornoques centenarios con un “decaimiento” del monte negro, la ola de matorral en la zona más húmeda del manto arenoso del parque. En los carnívoros, el zorro sigue siendo el más abundante y el conejo sigue con poblaciones “muy bajas”. Solo la población de ciervos y jabalíes es creciente desde 2006. En las rapaces, el milano real y el halcón peregrino tienen una tendencia poblacional decreciente, con 120 ejemplares en 2023, y del aguilucho lagunero occidental no se ha detectado reproducción. Por último, casi todas las especies de anfibios muestran tendencias a la baja desde 2019, aunque 10 de las 11 especies presentes en Doñana han sido detectadas en 2023.
La peor noticia es que este declive de la biodiversidad está lejos de dar un vuelco a corto plazo porque las previsiones de los expertos meteorólogos para Andalucía no auguran grandes lluvias para esta primavera. Y mientras, el riego ilegal que esquilma el acuífero prosigue.
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