Los ucranianos, dispuestos a ir hasta el final: «Ceder territorio sería un pecado»
“Es difícil, bastante difícil”, asegura Marian al preguntarle cuál es la situación en Ucrania cerca de dos años después de que Rusia iniciara su invasión. “Desde el punto de vista financiero y que nuestros familiares estén muriendo. Que estén luchando allí, en primera línea y que ahora no estén aquí. Esto es lo que realmente duele”, recalca esta mujer, que vive en Leópolis, la ciudad más importante del oeste de Ucrania, que se encuentra a unos 1.000 kilómetros de distancia del frente.
“Los voluntarios lo están intentando allí de todas las formas posibles. Todos entendemos que cómo será el futuro no depende solo de nosotros, también del Estado y del agresor”, añade mientras varias personas caminan, algunas con paraguas, por el centro de la ciudad, repleta de restaurantes y cafeterías llenas de jóvenes que viven una vida completamente diferente a la que pueden experimentar los habitantes de las localidades más cercanas al campo de batalla.
“Al principio (los rusos) fueron más serios, porque dijeron que tomarían Kiev en tres días. No lo lograron, pero el miedo se sentía. Ahora no. Ese miedo no existe porque sabemos que somos fuertes, que defendemos lo nuestro y, en consecuencia, ya no tenemos tanto miedo como al principio”, asegura con firmeza Marian, quien tiene dos trabajos para poder llegar a fin de mes.
Desde Kiev, Pavlo Kukhta, asesor del Gobierno ucraniano y otros gobiernos extranjeros, como el de Moldavia, afirma que “la gente está cansada y agotada por los dos años de guerra”. “La economía está todavía por debajo de lo que estaba antes de la guerra. No hay dinero suficiente para todo el mundo y la gente lo nota”, subraya.
Según una investigación de la publicación ucraniana Tyzhden, la cifra de soldados ucranianos muertos desde el comienzo de la invasión rusa el 24 de febrero de 2022 asciende a 30.000, de los cuales se han podido confirmar los nombres de unos 24.500. Aunque los cálculos realizados por servicios de inteligencia de países occidentales apuntan a cifras muy superiores de militares ucranianos caídos en combate, elevándola -entre heridos y fallecidos- a cientos de miles.
Además, según un estudio del Banco Mundial, la ONU, la Comisión Europea y el Gobierno ucraniano, la reconstrucción de la economía de Ucrania se espera que cueste 486.000 millones de dólares, lo que supone 2,8 veces la producción económica esperada para 2023.
Preocupados por el estancamiento de la guerra
Alexey pasea con su pareja de la mano por una calle cercana a la avenida Svobody, que da a la Ópera de Leópolis. “No sé qué pasará en el futuro. Parece que esto no va a acabar nunca”, admite este soldado que, aunque agradece la ayuda recibida por la comunidad internacional, pide que los socios de Occidente envíen más apoyo militar a su país. “Nuestros familiares nos dicen que tenemos que salir del país de alguna forma, pero no queremos hacerlo”, admite.
En una calle perpendicular hay varios repartidores de comida esperando frente a las puertas de los restaurantes. Uno de ellos, un joven ucraniano que prefiere no decir su nombre, pronostica que la guerra “durará mucho tiempo”. “La gente está muriendo. Todo está destruido. No sabemos qué saldrá de todo esto”, añade.
A unos metros hay un hombre sentado en un banco fumando un cigarro electrónico. Su nombre es Bogdan y tiene alrededor de 35 años. “Me preocupa que no cambie el estancamiento que existe ahora, que no haya ayuda adicional de nuestros socios. El primer año de guerra teníamos un tipo de problemas y ahora tenemos otro”, afirma.
Dos años después de ese 24 de febrero, la situación en el frente está prácticamente congelada, agotando los recursos y las vidas de los ucranianos sin perspectivas de un cambio en un futuro cercano. La tan esperada contraofensiva tuvo un coste enorme en bajas y material, pero apenas sirvió para avanzar en el frente, y las tropas ucranianas se han retirado hace tan solo unos días de Aviidvka, la primera gran victoria de Rusia en un año. Además, los legisladores de Estados Unidos y algunos gobiernos en Europa han retrasado los paquetes de ayuda que son críticamente necesarios para Ucrania.
Roman Rubchenko, exjugador de baloncesto ucraniano que compitió en la liga española a finales de la década de 1990, explica desde Kiev que “a todo el mundo le preocupa que Occidente abandone nuestra libertad y nuestro derecho a la autodeterminación”. “Estamos preocupados de que algunos de los políticos en los países occidentales estén utilizando el debate sobre el apoyo a Ucrania para sus intereses políticos y nos preocupa mucho como nación y a cada persona de forma individual”, comenta.
Ceder territorio, un “pecado”
El presidente Volodímir Zelenski, en una reciente visita a Estados Unidos, recalcó que su país no va a renunciar a sus territorios a cambio del fin de la guerra y recordó que los ciudadanos que viven en los territorios que las tropas rusas han ocupado temporalmente siguen siendo ucranianos.
Si se firmara ahora un armisticio, dejaría a Moscú en control de aproximadamente una quinta parte del territorio ucraniano, algo que Vladímir Putin podría utilizar más tarde para reforzar su Ejército para nuevos ataques o para que los socios occidentales de Ucrania recortaran la ayuda a Kiev.
“¿Ceder territorio después de que haya muerto tanta gente? Sería un gran pecado si nos limitamos a dar por hecho que las personas allí (en el frente) murieron y entregaron sus almas para que vivamos en paz”, afirma Marian. “Si ahora se nos permitiera tener una paz así, el agresor también esperará que lleguemos más lejos, porque seguirá atacándonos. Está claro”, añade.
Bogdan también desconfía de las intenciones de Rusia. “No debemos confiar en quién dijo que no nos atacaría. Es necesario defendernos e ir hasta el final”, dice con convicción.
En un tono más enfadado, Rubchenko señala que los ucranianos “estamos preparados para negociar si Rusia se retira de nuestro país, si nos devuelven nuestra tierra, si nos pagan por lo que han hecho, si nos ayudan a reconstruir nuestra economía…”. “Entonces negociaremos. Cualquier otra cosa no es negociar, es rendirse, es enviar un mensaje al resto de los dictadores del mundo de que los valores occidentales en los que ha vivido el mundo ya no están de moda y que pueden hacer lo que les dé la gana”, opina.
Para algunos, la popularidad de Zelensky a la baja
Las próximas elecciones presidenciales de Ucrania estaban previstas para este año 2024, pero la Constitución ucraniana prohíbe celebrar comicios mientras esté en vigor la ley marcial. Según una encuesta publicada por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS), solo el 15% de los ucranianos cree que deberían celebrarse los comicios.
La confianza de Zelenski ha disminuido a casi el 70%, según esta encuesta, en comparación con el 84% registrado en diciembre de 2022. Además, la cifra de aquellos encuestados que aseguran que no confían en el presidente ucraniano ha aumentado del 5% al 18%.
“La calificación de Zelenski ha bajado”, afirma Bogdan. “Hay cierta desconfianza en él, pero todavía se le mantiene en un alto nivel”, comenta.
La reciente decisión del presidente ucraniano de cambiar al jefe del Ejército se ha llevado a cabo en un momento en el que la mayoría de los ucranianos, el 96%, tiene fe en las fuerzas armadas de su país, y el 88% confiaba en el general Valerii Zaluzhnyi, que ha sido sustituido por Oleksander Syrskyi.
Sobre este cambio en profundidad en la cúpula militar, Rubchenko asegura que el país necesitará tiempo “para ver qué otros cambios se hacen, otros generales, otros líderes militares”. “Por intuición, se podría decir que no debes cambiar de caballo cuando estás cruzando el río, como señala el dicho. Pero al mismo tiempo, si cree que puede mejorar la situación, tiene que dar los pasos que vea necesarios”, añade. “Creo que tenemos que confiar en el criterio del presidente y aceptar las decisiones que toma”, indica.