Bellas Artes alojará 40 años del arte onírico de Flor Garduño
▲ Séptimo sello, 2017Foto tomada del sitio del Palacio de Bellas Artes
▲ Cosmos, 2016.Foto tomada del sitio del Palacio de Bellas Artes
Merry MacMasters
Periódico La Jornada
Viernes 23 de febrero de 2024, p. 3
Dueña de una estética onírica y simbólica, la fotógrafa Flor Garduño (Ciudad de México, 1957) es objeto de una exposición retrospectiva que abrirá al público el 7 de marzo en el Museo del Palacio de Bellas Artes. La muestra Flor Garduño: Senderos de vida está compuesta por alrededor de 114 fotografías en blanco y negro, y 32 piezas de joyería producidas a lo largo de cuatro décadas.
Está organizada en seis secciones temáticas, en las que destacan los procesos creativos de la artista: desde las realidades cotidianas de comunidades rurales de México y América Latina, hasta la complejidad técnica de sus paisajes ficticios a partir de montajes sutiles, en los que se conjugan luces, contrastes, objetos y texturas.
Garduño no pudo haber tenido mejores maestros. Al estudiar la carrera de artes visuales en la entonces Escuela Nacional de Artes Plásticas, se fijó especialmente en el trabajo de su profesora Kati Horna, cuya personalidad, junto con la dimensión mágica y expresiva de su fotografía, tuvieron fuerte impacto en el desarrollo de su incipiente carrera.
En ocasión de Flor Garduño: Trilogía, exhibición montada en el Colegio de San Ildefonso en 2011, la fotógrafa apuntó: Kati Horna manejaba mucho los símbolos y los mitos. Entonces, estar en Suiza (donde vivió varios años) me recordó y me abrió este interés que tenía por la alquimia, que he trabajado en mis desnudos. Trabajar también es una manera de jugar. Tengo una parte muy lúdica, me he permitido gozar
(La Jornada, 12/4/11).
La primera formación de Garduño la sensibilizó para lo que más adelante sería su carrera de fotógrafa, además de proporcionarle los elementos necesarios para crear composiciones espectaculares y escenarios en los que participan a veces la naturaleza, el hombre-bestia, el cuerpo femenino y otros objetos que conviven en armonía
, dijo en su momento Emma Cecilia García, coordinadora la exposición.
De estudiante, Garduño también conoció a Manuel Álvarez Bravo de quien fue asistente en el trabajo de impresión en el cuarto oscuro.
▲ Pata con mano, 1993Foto tomada del sitio del Palacio de Bellas Artes
Más adelante, al trabajar para la Secretaría de Educación Pública, con la dirección de Mariana Yampolsky, visitó las áreas rurales más remotas de México con el fin de encontrar temas apropiados para libros bilingües de alfabetización. Esta experiencia le dio la oportunidad de conocer su país y la vida de sus pueblos indígenas. Al mismo tiempo le permitió desarrollar su estilo.
Garduño trabaja cada imagen hasta sacarle el alma
, reveló con motivo de su exposición Flor Garduño: La construcción del instante, realizada en el Palacio de Iturbide en 2017. La toma puede ser llamativa; sin embargo, si no tiene poesía ni atmósfera, carece de alma, reiteró (La Jornada, 21/6/17).
Cuando logro entender dónde están la atmósfera y la poesía, entonces la imprimo y la retoco. No me interesa trabajar en Photoshop, en el sentido de quitarle un cacho y ponerle otro, sino siempre proceder como en el cuarto oscuro. Son muchas horas de repetir y repetir, de quitar y poner, de aclarar y bajar niveles, curvas; para eso se necesita gran experiencia en cuarto oscuro
, expresó en la presentación del libro de bolsillo –Ediciones Tecolote/Fomento Cultural Banamex– que lleva su nombre e inspiró la muestra.
Garduño ha expuesto de forma continua desde 1982, tanto en América como en Europa. Muchas de sus exhibiciones han sido viajeras, como Testigos del tiempo, cuya itinerancia duró más de una década.
El diseño de joyería de Garduño ha sido elaborado con detalles y técnicas extremas, capturando el profundo espíritu de la imaginación de su mundo.
En paralelo con la exposición del Museo del Palacio de Bellas Artes, que permanecerá hasta el 2 de junio, la galería Patricia Conde montará una muestra de 32 obras de Garduño; contará con un texto de Eri Camara, curador de la exposición del Museo del Palacio de Bellas Artes. La propia Garduño seleccionó la obra que se exhibirá en el recinto particular (General Juan Cano 68, colonia San Miguel Chapultepec).