El lujo avanza
La semana pasada comentábamos los resultados de Sotheby’s del 2023. En ellos hay un dato, hoy de vital importancia. Según esta, uno de los motivos que les evitaron una bajada en sus ventas anuales, justo cuando el mercado sufría un cierto enfriamiento, fue el auge de las ventas de objetos de lujo. Toda vez que son vistos como una reserva de valor, las cifras son claras: si las ventas en subasta de arte y antigüedades del año pasado les ascendieron a 6.500 millones de dólares, de ellas, las de objetos de lujo fueron 2.200 millones. Un porcentaje más que considerable en una casa que asociamos a la venta de obras artísticas. Comparadas con las del 2022, fueron 6.600 y 2.100 millones respectivamente. Las de objetos de lujo subieron un 4%, pero si ampliamos la comparativa hasta 2020, ¡crecieron un 200%! De ahí que Sebastian Fahey, uno de los directores de Sotheby’s, señalase que “hay un potencial enorme para crecer en esta área de negocio, por lo que seguiremos invirtiendo para hacerla más rentable”.
Ciertamente, solo hay que recibir los newsletters que mandan regularmente estas grandes casas de subastas para ver que las obras de arte no son ya las que resaltan en primer lugar. Suelen publicar más a menudo la fotografía de un Kelly o un Birkin de Hermès, o un Rolex o un Patek de colección, que no una pintura barroca o contemporánea. Signo de cómo están cambiando las predilecciones de compra de sus clientes, especialmente los millennials y los de generación X, que les suponen el 87% de los compradores de bolsos, moda y bebidas espirituosas. Guillaume Cerruti, consejero delegado de Christie’s, en un mensaje que envió a finales del año pasado, apuntaba que “hoy los jóvenes están más interesados en el lujo que en los old masters o el impresionismo”. Esto deja poco margen a la interpretación de cómo está evolucionando esta industria: categorías que habían formado parte de sus ventas, pero de forma residual, hoy son vistas como activos alternativos para invertir y no paran de crecer. Hablamos de coches clásicos de colección, alta joyería y relojes, whiskies, vinos, mobiliario de diseño, pero también, bolsos de lujo, sneakers o coleccionables como la memorabilia de deportes. Aunque el ADN de las casas de subastas seguirá ligado a las obras de arte, uno se pregunta si los objetos de lujo las igualarán algún día, haciendo crecer un mercado global del arte que lleva estancado los últimos quince años.