MIAMI (AP) — Una vibrante industria pesquera, algunos de los mayores arrecifes de coral del mundo, plantas desalinizadoras que suministran agua potable a millones de personas. Todo ello está en peligro por las grandes cantidades de fertilizante y petróleo vertidas al Mar Rojo por el hundimiento de un carguero atacado por los rebeldes hutíes de Yemen.
Las autoridades informaron el sábado de que el Rubymar, un buque con bandera de Belice que al parecer transportaba 22.000 toneladas métricas de fertilizantes tóxicos, se hundió a causa del ataque del 18 de febrero.
Incluso antes de sumergirse en las profundidades del océano, el buque estaba perdiendo combustible pesado que desencadenó una marea negra de 30 kilómetros (18 millas) a través de la vía navegable, que es crítica para los envíos de carga y energía que se dirigen a Europa.
Desde noviembre, los rebeldes hutíes han atacado repetidamente buques en el Mar Rojo por la ofensiva israelí en Gaza. Con frecuencia han atacado buques sin vínculos claros o con vínculos débiles con Israel.
El Mando Central de Estados Unidos, que supervisa Oriente Medio, ha advertido en los últimos días de un “desastre ambiental” en ciernes. Según Ian Ralby, fundador de la empresa de seguridad marítima I.R. Consilium, esto tiene menos que ver con el tamaño de la peligrosa carga del buque que con las singulares características naturales y el uso del Mar Rojo.
La preocupación por el hundimiento del Rubymar se ve agravada por las singulares características circulares de las aguas del Mar Rojo, que funcionan esencialmente como una laguna gigante, con el agua desplazándose hacia el norte, hacia el Canal de Suez en Egipto, durante el invierno, y hacia el exterior, hacia el Golfo de Adén, en verano.
“Lo que se vierte en el Mar Rojo, se queda en el Mar Rojo”, afirma Ralby. “Hay muchas formas de dañarlo”.
Arabia Saudí lleva décadas construyendo la mayor red de plantas desalinizadoras del mundo, y ciudades enteras como Yeda dependen de estas instalaciones para casi toda su agua potable. El petróleo puede obstruir los sistemas de toma e infligir costosos daños a la conversión de agua salada.
El Mar Rojo es también una fuente vital de marisco, especialmente en Yemen, donde la pesca era la segunda mayor exportación después del petróleo antes de la actual guerra civil entre los hutíes y el gobierno suní de Yemen.