El desconocido fruto que crece en Latinoamérica y cura el hígado graso – El Universal

La fruta es uno de los alimentos más elegidos por quienes buscan llevar a cabo una alimentación saludable. Muchas de ellas ofrecen innumerables beneficios para la salud debido a su aporte de nutrientes, vitaminas y minerales, por lo que incorporarlas a nuestra dieta se convierte en un hábito muy positivo.

En esta oportunidad, hablaremos de una fruta que crece en Latinoamérica, aporta muchos nutrientes esenciales y tiene la capacidad de curar el hígado graso. En base a lo que indican los científicos, descubriremos las propiedades de este alimento y cómo actúa ante esta enfermedad, y puede reforzar nuestro sistema inmunitario.

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El hígado graso es una enfermedad que se observa con mayor frecuencia en personas con sobrepeso u obesidad. Según manifiesta el Instituto Mayo Clinic, es el tipo más común de enfermedad hepática en el mundo y se presenta cuando hay mucha acumulación de grasa en este órgano, una situación que si no se trata puede empeorar y llevar a la formación de graves cicatrices en el hígado y hasta cáncer de hígado.

Salud del hígado. Fuente: Freepik

Es en este punto que destacamos la existencia de una fruta poco conocida pero que crece en Latinoamérica, Asia y el Caribe. Se trata del Tamarindo, un alimento que contiene altos porcentajes de nutrientes que funcionan como antivirales, antioxidantes, antibacterianos y antifúngicos. Entre esos nutrientes, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos destaca al magnesio, potasio, hierro, calcio, fósforo y al cobre.

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El Tamarindo, señalan los Institutos Nacionales de Salud (NLM), aporta a nuestro cuerpo aminoácidos esenciales y antioxidantes llamados procianidinas, que colaboran con la protección y salud del hígado curando el daño que provocan los radicales libres y actuando positivamente contra la enfermedad del hígado graso.

En base a estos datos, se puede confirmar que estamos ante una fruta muy beneficiosa para nuestra salud. De todos modos, siempre es aconsejable la consulta previa con nuestro médico de cabecera antes de realizar cualquier cambio en nuestra alimentación.