En Yucatán los pescadores le tienen respeto al “cordonazo”
PROGRESO.— Los hombres de mar afrontan muchas adversidades a la hora de desempeñar su labor, siempre ponen su vida en riesgo cuando se trata de llevar el pan a la mesa debido al mal tiempo, o bien ante cualquier adversidad que puedan sufrir en medio del mar.
Uno de los riesgos que asumen es el llamado “cordonazo” o “San timón”, que se presenta al menos una vez al año de manera inesperada, lo que lo convierte en un fenómeno muy peligroso.
Juan Carlos Pech Puga, quien cuenta con 44 años de experiencia en la pesca, comentó que a lo largo de estos años ha visto muchas veces este fenómeno y sabe que no todos han salido bien librados cuando llega.
En entrevista, recordó que aprendió el arte de la pesca de su padre y su abuelo, pues desde que tenía 11 años de edad lo llevaban a pescar; fue a lo que se acostumbró y decidió dedicar su vida al trabajo en el mar.
Una de las enseñanzas que más recuerda de quienes fueran sus maestros fue que “al mar hay que tenerle respeto”, pues si bien da para trabajar y alimentarse, también sabe cobrarse y lo hace, muchas veces, con la vida de los pescadores.
En el caso de los conocidos como “cordonazos”, aprendió de su padre y de su abuelo que aunque el fenómeno natural no tiene una fecha fija para presentarse, suele llegar entre el 28 de abril y el 10 de mayo y debido a esta situación los pescadores decidían no salir a mar abierto, sino más bien se quedaban a pescar cerca de la orilla, debido a que no había, y sigue sin haber, manera de predecir el momento en que ocurrirá.
“Antes eran puros botes de vela, no había motor, la cosa era más complicada, más tarde con mi papá compramos un bote de 19 pies y un motor de 7 caballos y medio, entonces un día nos hallábamos a 10 brazas, era un 3 de mayo, más o menos, cuando de pronto mi papá nos hizo una señal para retirarnos, a pesar de que el mar se encontraba en calma”, recordó.
Al cuestionar sobre el porqué de dicha decisión, su padre les indicó: “Está durísima la corriente del noroeste, está viniendo esa ‘porquería’ (refiriéndose al cordonazo o san timón)”, y enseguida emprendieron el regreso a tierra. Mientras volvían, en su camino encontraron a otros pescadores que incluso les hacían burla por “tener miedo” al huir.
“No habíamos avanzado ni dos millas cuando se ‘pintó’ la ceja del noroeste, había marejadas de entre 4 y 5 metros y vientos de 150 kilómetros por hora. Muchos quedaron a la altura de San Bruno o de Uaymitún; nosotros sí alcanzamos a llegar (a la playa). Cuando eso comenzaba a nacer el muelle de cocoteros, fue más o menos en 1985 o quizá 86. Cuando llegamos al muelle, que era de madera, estaba desbaratado, la antena parabólica que estaba en la casa que cuidábamos ya estaba en el suelo”, añadió.
En otro caso presente en su memoria, un compañero vio morir a su hermanito cuando los sorprendió el mal tiempo mientras ambos trabajaban en el mar. Se encontraban pescando en un alijo y éste se volcó cuando llegó el “San timón”. Luchaban desesperadamente por aferrarse a algo, el sobreviviente logró tomar a su hermanito y se sujetó lo más que pudo a la embarcación, pero corría el riesgo de soltarse también, y según cuenta, su hermanito le dijo: “Suéltame carnal, o nos vamos a morir los dos”. Y al no resistir más tuvo que soltarlo y solo pudo ver cómo el agua lo arrastraba hasta que se perdió de vista.
“A mí, hace como cuatro años, dos de mis lanchas se me rompieron aquí en la orilla; no alcanzamos a subirlas y cuando vino, como no avisa, no hubo manera de salvarlas”, aseguró.
No se puede predecir
Lamentó que, a pesar de los avances tecnológicos que se tienen hoy día, no hay forma de predecir cuándo azotará el fenómeno.
Hoy en día se pueden predecir los nortes, lluvias, ciclones, etcétera, pero el cordonazo, a decir del hombre de mar, llega sin ninguna clase de aviso, pues se forma de repente y pega en cualquier parte, bien puede azotar Progreso, Uaymitún, Dzilam, Río lagartos o cualquier otro punto de la costa yucateca. Y así como llega se va, dejando a su paso estragos y un clima excelente con un mar totalmente en calma.
Según pescadores, una vez que el evento ha pasado, entonces se tiene la seguridad de que no se volverá a repetir ese año, de modo que ya se puede salir al mar con confianza… aunque generalmente está a punto de comenzar la temporada de huracanes.
Para finalizar, Juan Carlos Pech destacó que hasta la fecha continúa respetando las enseñanzas de su abuelo y su padre: del 28 de abril al 10 de mayo no programa viajes largos, solo permite a sus pescadores salir a una zona cercana a la orilla, para que no se queden sin trabajar, pero también tomando precauciones para salvaguardar su vida.— ABRAHAM ISMAEL RAZ HERRERA