Histórica interpretación de la Octava Sinfonía de Mahler a cargo de la OSX
▲ La OSX ejecutó la pieza también conocida como Sinfonía de los mil, en la sala Tlaqná.Foto Sergio Hernández Vega
Eirinet Gómez
Enviada
Periódico La Jornada
Domingo 21 de abril de 2024, p. 2
Xalapa, Ver., María Gloriosa, en voz de la soprano Tania Solís, apareció en el balcón del fondo, del lado derecho del escenario, ataviada en un vestido blanco. Desde las alturas, cuando el tiempo musical marcó el momento, entonó el coro: ¡Ven! ¡Asciende hasta las esferas más altas! Cuando él te contemple, te seguirá
.
Era la antesala del final del concierto de la Sinfonía no. 8 de Mahler, también llamada Sinfonía de los mil, que este viernes interpretó la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX), en la sala Tlaqná, con la dirección de Martin Lebel.
El público permanecía expectante, concentrado. Una pantalla al fondo, con los textos traducidos, permitió apreciar la belleza literaria de las obras. A la voz de María Gloriosa siguió la participación de un coro, y luego la intervención de un solista, y luego, otro coro, y al final: el eterno femenino nos llevará hacia el cielo
.
La obra, escrita por Gustav Mahler en el verano de 1906, revisada durante tres años, fue presentada este fin de semana por la OSX a 23 años de la primera vez que la interpretó (en 2001) y después de que debió cancelarse la programación del 2020 debido a la pandemia.
La expectativa que causó la obra entre la comunidad xalapeña, hizo que algunas personas salieran de su casa con una hora y media de anticipación, con el fin de estar a tiempo en el concierto. Otros más, que no alcanzaron boletos porque las localidades se agotaron dos días antes, se presentaron a las afueras de la sala Tlaqná, para ver si convencían a alguien de venderles su entrada.
A las 20 horas del viernes se cerraron los accesos, y los 350 músicos convocados para la ejecución de la sinfonía estaban ya acomodados en el escenario, hombro con hombro. El director y siete de los ocho solistas debieron entrar por una puerta lateral, en medio del público, y subir por una de las escaleras frontales. Apenas encontraron acomodo en el límite que los separa del público.
A golpe de batuta en el aire, los coros de la Universidad Veracruzana (UV), la Camerata Coral de la Facultad de Música UV, del Instituto Superior de Música del Estado de Veracruz, el Wahine, el Orfix, y el Sinfónico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, se unieron a los músicos de la orquesta para arrancar la primera parte del concierto que toma el himno medieval Veni, creator spiritus (Ven, espíritu creador), atribuido al monje Rabanus Maurus, con palabras que cambió Mahler.
Fue un momento de mucha intensidad. En esta parte del concierto, se observó a un Martin Lebel en continuo resorteo, que incluyó un par de saltos con los dos pies. Nunca dejó de agitar los brazos, de manera tal que parecía que el frac oscuro que eligió para la ocasión no resistiría y se rompería en cualquier momento.
Después de 30 minutos, cuando concluyó la primera parte del concierto, antes del intermedio, Lebel –que es de piel blanca, pero ahora estaba rojo de tanto esfuerzo– dio la vuelta y recibió los aplausos del público.
En la segunda mitad, que emplea la última escena de la parte dos de Fausto, de Goethe, se pudo observar al coro de las penitentes –la gran Pecadora, la Mujer Samaritana, María la Egipciaca y Margarita– alabar la piedad de la Virgen María.
Destacó la presentación de Pater Ecstaticus, en voz del barítono mexicano Genaro Sulvarán, quien, para llenar su pecho de aire y entonar: inefable dolor, felicidad divina
, debía pararse de puntitas, en el filo del escenario, a riesgo de caer en cualquier momento.
Pero fueron los últimos dos minutos con 17 segundos, después de la aparición de María Gloriosa, los que dejaron al público absorto, cuando los coros y los solistas se unieron a la OSX, para entonar el coro místico: el eterno femenino nos llevará hacia el cielo
, al que siguieron ocho golpes de platillo para cerrar el concierto.
Tras un movimiento descendente de la batuta de Lebel, el público conoció el silencio del fin de la obra, y se puso de pie para aplaudir por 10 minutos a cada coro y grupo de instrumentos que conforman la OSX, y que participaron de la histórica interpretaron la sinfonía. 8 de Gustav Mahler.