Primera evidencia de un primate no humano usando plantas para curar heridas
El estudio de los primates no humanos no solo nos permite comprender nuestra evolución, también nuestra sociedad, cómo surgieron ciertas enfermedades y cada vez se hacen nuevos hallazgos gracias a ello. El último, publicado en Nature, tiene que ver con el uso de plantas para reducir el dolor, algo que hasta ahora no se había documentado en otros primates más allá de los humanos.
Aunque existen evidencias de ciertos comportamientos de automedicación en animales, hasta el momento nunca se ha sabido que los animales traten sus heridas con plantas curativas. Ahora, biólogos del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, Alemania y la Universitas Nasional, Indonesia, han observado esto en un orangután macho de Sumatra llamado Rakus que sufrió una herida facial.
El orangután, de al menos 15 años, fue observado comiendo y aplicando repetidamente savia de una planta trepadora con propiedades antiinflamatorias y analgésicas comúnmente utilizadas en la medicina tradicional conocida como Akar Kuning (Fibraurea tinctoria). Luego cubrió la herida con la hoja de esta planta. Por lo tanto, el tratamiento médico de heridas puede haber surgido en un ancestro común compartido por humanos y orangutanes.
Si bien la ingestión de partes específicas de plantas está muy extendida en los animales, aplicar estas sobre una herida es algo que nunca se había visto. Lo más cercano a esta práctica fue observar a un grupo de chimpancés en Gabón aplicando insectos a las heridas.
El estudio centrado en Rakus, dirigido por Caroline Schuppli e Isabelle Laumer, fue realizado en una reserva de Indonesia llamada Suaq Balimbing, un área protegida de selva tropical que alberga aproximadamente 150 orangutanes de Sumatra en peligro crítico. «Durante las observaciones diarias de los orangutanes, notamos que un macho llamado Rakus había sufrido una herida en la cara, probablemente durante una pelea con un macho vecino», explica Laumer en un comunicado.
Tres días después de la lesión, Rakus arrancó selectivamente hojas de Akar Kuning, las masticó y luego aplicó repetidamente el jugo resultante precisamente sobre la herida de la cara durante varios minutos. Como último paso, cubrió completamente la herida con las hojas masticadas.
“Esta y otras especies de lianas relacionadas que se pueden encontrar en los bosques tropicales del sudeste asiático son conocidas por sus efectos analgésicos y antipiréticos y se utilizan en la medicina tradicional para tratar diversas enfermedades, como la malaria – añade Laumer -. Los análisis de compuestos químicos vegetales muestran la presencia de furanoditerpenoides y alcaloides de protoberberina, que se sabe que tienen actividades antibacterianas, antiinflamatorias, antifúngicas, antioxidantes y otras actividades biológicas relevantes para la cicatrización de heridas”.
Las observaciones realizadas durante los días siguientes no mostraron ningún signo de infección de la herida y después de cinco días ya estaba cerrada. “Curiosamente, Rakus también descansó más de lo habitual cuando fue herido. El sueño afecta positivamente a la cicatrización de heridas, ya que durante el sueño aumentan la liberación de la hormona del crecimiento, la síntesis de proteínas y la división celular”, señala el estudio.
Como todo comportamiento de automedicación en animales no humanos, el caso reportado en este estudio plantea preguntas sobre cuán intencionales son estos comportamientos y cómo surgen. “El comportamiento de Rakus parecía ser intencional, ya que trató selectivamente su herida facial en el reborde derecho, y ninguna otra parte del cuerpo, con el jugo de la planta. El comportamiento también se repitió varias veces, no sólo con el jugo de la planta, sino también más tarde con material vegetal más sólido hasta que la herida estuvo completamente cubierta. Todo el proceso llevó mucho tiempo”, afirma Laumer.
Es posible que el tratamiento de heridas con esta planta surja de una innovación individual, según el estudio, ya que los orangutanes del lugar rara vez comen la planta. Sin embargo, los individuos pueden tocar accidentalmente sus heridas mientras se alimentan de esta planta y, por lo tanto, aplicar involuntariamente el jugo de la planta a sus heridas.
Como todos los varones adultos de la zona, Rakus no nació en Suaq y se desconoce su origen. «Los machos de orangután se dispersan desde su área natal durante o después de la pubertad a través de largas distancias para establecer un nuevo territorio en otra área o moverse entre los territorios de otros – afirma Schuppli -. Por lo tanto, es posible que el comportamiento lo muestren más individuos de su población natal fuera del área de investigación de Suaq”.
Este comportamiento posiblemente innovador presenta el primer informe sobre el tratamiento activo de heridas con una sustancia biológicamente activa, una práctica que en humanos se mencionó por primera vez hace unos 4.000 años. Lo que el estudio no señala es si Rakus podría haber visto a algún humano utilizando esta planta para curar sus heridas y copió la conducta cuando sufrió una en su propio cuerpo. O si se trata de un ejemplo más de una inteligencia más avanzada de la que pensamos.