El cobre cae en la trampa del litio y de las tierras raras: la escasez del metal de moda tiene solución
El precio del cobre ha experimentado en los últimos años un rally alcista que lo ha llevado a alcanzar niveles nunca antes vistos, por encima de los 11.000 dólares la tonelada. El apetito por el metal es enorme, ya que es clave para la transición energética, y esto se combina con una producción escasa que está sufriendo la falta de nuevas fuentes de oferta. Estos argumentos, sin embargo, recuerdan a los que impulsaron el precio del litio y de las tierras raras en 2022, y que, a día de hoy, han demostrado ser exagerados. El déficit de oferta que se esperaba finalmente no ha sido tal, al encontrarse la industria con una realidad que no era la esperada: menos demanda, y una oferta que ha sido más sólida de lo que se preveía. En el caso del cobre, la exuberancia del mercado también puede haber ido demasiado lejos, tanto por parte de la oferta, como de la demanda, y el consenso de analistas espera que los precios vayan moderándose con el paso de los años desde los niveles actuales, hasta alcanzar los 9.000 dólares en 2028.
Hay argumentos que pueden llevar a pensar que las subidas que ha vivido el precio del cobre en los últimos años, y que lo han llevado a alcanzar precios récord, pueden son exageradas. Si bien es cierto que la oferta del metal es escasa, y que la industria se había dormido en los laureles en los años de bajos precios y no se planificaron grandes proyectos de producción, los analistas esperan que la cotización del metal vaya moderándose poco a poco desde los niveles actuales y hay algunas razones que explican estas estimaciones.
Del mismo modo que el índice de precios del litio se multiplicó por seis veces en menos de dos años, entre 2021 y 2023, para luego hundirse y volver prácticamente a la casilla de salida, el cobre puede estar sufriendo una fiebre similar, al menos en lo que respecta a las expectativas de consumo. Muchos analistas destacan el aumento de demanda que va a venir asociado al proceso de transición energética hacia energías verdes, en gran parte por la electrificación del parque móvil, que será muy intensiva en cobre, pero hay quien avisa de que el mercado puede haber ido demasiado lejos, igual que le ha ocurrido al litio y a las tierras raras.
Uno de los argumentos a favor de las estimaciones de caídas de precio que manejan los analistas es la posibilidad de utilizar metales alternativos como conductor. El cobre es un metal óptimo para ello, sí, pero siempre depende del precio y, por ejemplo, el aluminio puede ser una alternativa viable, al ser un buen conductor de la electricidad, y ahora cotiza en los 2.676 dólares la tonelada, 4 veces más barato que el cobre, en la Bolsa de Metales de Londres.
Javier Blas, columnista de opinión de Bloomberg, y jefe de corresponsales de energía de la agencia hasta 2022, destaca varios argumentos, por la parte de la demanda, que le llevan a alertar de una exuberancia excesiva en el mercado del cobre, en un momento en el que parece que todo el mundo, ya sean analistas, fondos, inversores, o ejecutivos de la industria minera, parece alineado con el mensaje catastrofista para los precios del metal. Según Blas, «la demanda actual está siendo endeble», en gran parte, por la debilidad que está mostrando su principal consumidor: China. «El país supone la mitad del consumo mundial, y su sector inmobiliario, un gran consumidor del metal, está estancado», señala Blas.
Además, añade un elemento que está muy relacionado con el colapso que terminó sufriendo el precio del litio en 2023: unas expectativas de demanda infladas por la idea de que se conseguirá llevar a cabo la transición energética a una velocidad cada vez menos realista. La demanda de coches eléctricos, por ejemplo, no está siendo tan fuerte como se esperaba, y esto podría devolver a la realidad a quienes confían en que los objetivos de emisiones cero se consigan alcanzar a tiempo.
Blas destaca cómo la firma de análisis CRU Group maneja una previsión de demanda de cobre de 35 millones de toneladas para 2050, muy por debajo de los niveles que esperan otros analistas, como S&P Group, que espera 50 millones de toneladas de demanda para ese mismo año. A su juicio, la agencia estadounidense estaría dando por hecho que el mundo va a ser capaz de alcanzar el objetivo de emisiones cero para ese año, algo que no parece que se vaya a poder lograr.
El impacto de las nuevas tecnologías en la oferta
Aunque las expectativas para el cobre podrían haberse exagerado, es innegable que el proceso de transformación de la industria energética hacia una centrada en las energías renovables, ha convertido al cobre en el metal industrial de moda. La electrificación del parque móvil, además de todas las redes de transporte de energía que son necesarias para conectar las fuentes renovables con el sistema, han disparado la previsión de demanda del metal para los próximos años hasta los 36,6 millones de toneladas en 2031, según los cálculos de McKinsey, un nivel que podría ser excesivo al superar incluso la estimación de CRU para 2050.
Sin embargo, incluso con esa proyección de demanda de cobre tan elevada, que lleva a la consultora a prever que en siete años el déficit de cobre será de 6,6 millones de toneladas, hay esperanzas de que este hueco se pueda cubrir, y no sólo por el impulso que pueda experimentar la producción gracias a los altos precios, que fomentarán la búsqueda de nuevas minas: el avance tecnológico tiene otra de las llaves para desbloquear el problema de la escasez de cobre, y hay cuatro proyectos concretos con la capacidad de aumentar la oferta en 7,9 millones de toneladas, según las previsiones de McKinsey, algo que propiciaría que el mercado recalibre sus expectativas para el precio del metal.
Una mayor recuperación de partículas de cobre
La consultora explica en su informe una de las claves en las que trabaja la industria de la minería para aumentar la producción de cobre sin tener que lanzarse a explorar el mundo en busca de nuevas minas productivas. Las firmas del sector están trabajando para poder conseguir aprovechar partículas de cobre que, a día de hoy, son inviables de explotar. El cobre se extrae de menas, sedimentos que suelen estar formados por muchos minerales que las empresas del sector tienen que separar para poder aprovecharlos. En este esfuerzo, las partículas de cobre más pequeñas de 50 micrones, o más grandes de 150, no son rentables de extraer.
Es aquí donde la tecnología puede dar un vuelco a la industria: los nuevos métodos que se están desarrollando permitirán ampliar este rango, haciendo que una mena que antes se consideraba un deshecho, ahora pueda ser aprovechable.
En este sentido, la industria está trabajando en lo que McKinsey denomina «nuevos circuitos de desbaste» (grind-circuit roughing), y destacan un proyecto concreto, el CiDRA P29, desarrollado por la empresa que lleva el mismo nombre, una firma dedicada a las soluciones de innovación para procesos industriales. «El sistema está basado en el desarrollo de un nuevo material, que actúa como si fuese una esponja de cobre, atrayendo y manteniendo partículas minerales», explica la consultora. Sería algo así como un imán de cobre, similar al proceso de atracción que ocurre con el mercurio y el oro, que hizo del primero un recurso muy útil para minar el metal precioso.
Según destaca la consultora, este nuevo método para optimizar la producción de cobre puede añadir entre 1,2 y 4,6 millones de toneladas de nueva oferta en 2031, lo que la convierte en la innovación con el mayor potencial de aumento de oferta entre las que destaca McKinsey.
De una forma parecida, la consultora destaca cómo se están desarrollando otros sistemas para poder barrer partículas más grandes del metal y separarlas de la mena. La industria estaría preparando nuevos equipos tecnológicos que se añadirían a la maquinaria ya en uso, y con esto podrían aumentar la tasa de recuperación de cobre, añadiendo entre 0,5 y 1,5 millones de toneladas para el año 2031.
Lixiviación de sulfatos más rentable
La lixiviación es una técnica que se basa en separar las partículas de cobre de la mena con un líquido disolvente. McKinsey también destaca nuevos desarrollos de esta técnica que podrán aumentar la oferta en los próximos años: «Los sistemas basados en flotación, en general, son rentables en menas que tienen concentración de cobre de más del 0,25%, de las que se puede recuperar entre el 85% y 90% del metal. Las menas que tienen menos de este porcentaje se suelen descartar, ya que se consideran deshechos», explican.
Esta técnica también está siendo revisada para aumentar su efectividad, y la consultora destaca varios proyectos, como el de Nuton o el de Jetti Resources, que pueden terminar generando cerca de 2,4 millones de toneladas de nuevo cobre para el año 2031.
La IA también ayudaría a aumentar la producción
La revolución en el desarrollo de la inteligencia artificial también va a tener aplicaciones en la industria de la minería, y la producción de cobre también se podrá beneficiar de este nuevo avance tecnológico. Según explica McKinsey, el desarrollo de los procesos de aprendizaje de las máquinas, ya han añadido «otro nivel de rigor y consistencia» en la tarea de la minería.
Las empresas mineras utilizan distintas configuraciones de sus plantas para optimizar la producción, un trabajo muy complejo, teniendo en cuenta que se basa en las características de las menas que se extraen, y no hay una igual que otra. En este sentido, poder dejar en manos de una inteligencia artificial esta tarea puede llegar a incrementar la producción de cobre entre 0,9 y 0,9 millones de toneladas hasta 2031, otra fuente más del metal que generará el desarrollo tecnológico.
Si se suman todos los avances que destaca McKinsey, la industria contará con 9,4 millones de toneladas más de oferta dentro de siete años, pero la consultora cree necesario recortar estas expectativas, ya que varias de estas tecnologías podrían pisarse entre sí, y reducir la producción estimada para ese año. De ahí la cifra final de hasta 7,9 millones de toneladas de nueva oferta de cobre, una cantidad que, eso sí, la consultora quiere matizar: «Se trata de un potencial total estimado, no es una previsión concreta de que ocurrirá así. Sin embargo, los avances tecnológicos tienen que ser reconocidos como parte de la solución», indica.