Desde 1994, el Centro de la Imagen “secunda el desarrollo de la fotografía en el país”
Desde 1994, el Centro de la Imagen secunda el desarrollo de la fotografía en el país
Merry Macmasters y Daniel López Aguilar
Periódico La Jornada
Martes 4 de junio de 2024, p. 2
Hace 30 años, el 4 de mayo de 1994, un sueño se hizo realidad: la apertura del Centro de la Imagen (CI). Los fotógrafos por fin tendrían una casa donde exponer, apreciar la obra de sus colegas, tomar talleres, presentar libros y asistir a conferencias. México era un país reconocido internacionalmente por la calidad de su retratística.
Un antecedente directo del CI fue el Consejo Mexicano de Fotografía (CMF), institución fundada en 1976 por los fotógrafos Pedro Meyer y Lázaro Blanco, así como por la crítica de arte Raquel Tibol. Su finalidad era promover la investigación sobre esta disciplina que poco a poco adquiría mejor posición en el ambiente artístico.
Se unieron otros fotógrafos y artistas como Rodrigo Moya, Nacho López, Aníbal Angulo, Lourdes Grobet, Felipe Ehrenberg, Pablo Ortiz Monasterio, Armando Cristeto y Adolfo Patiño Adolfotógrafo. El CMF llegó a organizar cuatro coloquios internacionales y uno en Pachuca, Hidalgo.
Ante la posterior disminución de las actividades del CMF, ésta perdió su sede física, pero en la década de 1990 un grupo de fotógrafos pidió al gobierno federal un espacio cultural destinado a la investigación y la exhibición de fotografía en el país.
Una antigua fábrica
En 1993, el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes solicitó al Instituto Nacional de Antropología e Historia su autorización para realizar los trabajos de adaptación en el ala nororiente de una antigua fábrica de tabaco que data de finales del siglo XVIII –que después sería el edificio de la Ciudadela–, para instalar una sala de exposición de fotografías. Antes de albergar al CI, el lugar fue sede de la Escuela de Diseño y Artesanías, entre 1961 y 1989.
El CMF llegó a reunir un acervo de casi 8 mil imágenes creadas entre 1940 y 1997, por 892 autores de 27 países que, con el tiempo, ingresó a la colección del CI.
En 2016, dicho fondo obtuvo el reconocimiento Memoria del Mundo de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).
La directora y fundadora del CI fue la historiadora del arte Patricia Mendoza (1994-2000). Le siguieron Alejandro Castellanos (2002-2013), Itala Schmelz (2013-2018), Elena Navarro (2018-2020) y Johan Trujillo Argüelles, actual titular del centro, quien en entrevista con La Jornada explicó: a sus 30 años, este centro cultural continúa secundando el desarrollo de la fotografía en nuestro país
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▲ El Centro de la Imagen ha sido muy importante en la difusión de la producción fotográfica a través de su programa de exposiciones, y su agenda educativa ha sido clave para la formación e impulso de trayectorias emergentes, apuntó Trujillo. Aquí, Pacotão, de Joaquim Paiva.Foto cortesía Fondo eptiembre
Impulso de la sociedad civil
Investigadora, comisaria, docente y gestora cultural, Johan Trujillo puntualizó que el anhelo de aquellos decanos del CI “era lograr el reconocimiento de la fotografía como disciplina artística, y que ésta tuviera una infraestructura para su difusión y estudio.
“Este antecedente permite dimensionar el impacto del centro como un espacio público impulsado por la sociedad civil, que hasta el día de hoy se ha mantenido pendiente. Eso no pasa en otros museos del país.
“Los fundadores organizaron exposiciones dentro y fuera de México, vincularon a la comunidad fotográfica nacional con la de Latinoamérica y otros países, ampliaron lo que se conocía en el extranjero en torno a la obra generada en nuestro país e impulsaron la creación de la Bienal, por mencionar algunos logros. Todo esto en una época en la que no existía Internet, las alternativas para estudiar la disciplina eran escasas y no había espacios de exhibición dedicados a la fotografía.
“Además, el CI ha sido muy importante en la difusión de la producción fotográfica a través de su programa expositivo, pues enriquece a la comunidad nacional en ese rubro, al dar referencia de lo que sucede en otras partes del mundo. Su programa educativo ha sido clave para la formación e impulso de trayectorias emergentes.
“Su programa editorial, cuyo eje es la revista Luna Córnea, ha sido clave para el estudio y reflexión de la cultura visual contemporánea, y la documentación de distintas trayectorias autorales. Por último, su colección fotográfica, bibliográfica y documental, resguarda parte de la memoria de la fotografía en México de los 50 años recientes.
Por otro lado, el centro forma parte de un ecosistema que conforma la infraestructura para la fotografía en nuestro país, integrada por galerías, escuelas, proyectos editoriales, festivales, encuentros, laboratorios de impresión, marcas de equipos fotográficos, etcétera. Su quehacer, de alguna manera, también ha influido en ese ecosistema, como aliado, como amplificador, como conector o como inspiración. Larga vida al CI
, concluyó.