La Ofunam ofreció un mosaico de emociones en el cierre de su temporada
▲ A la orquesta dirigida por Sylvain Gasançon sólo le resta un concierto extraordinario dedicado a Mozart, programado para este fin de semana.Foto cortesía Paola Flores-Rodríguez/Música UNAM
Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Lunes 24 de junio de 2024, p. 3
La Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam) concluyó ayer su segunda temporada del año, por lo que ahora sólo le resta el concierto extraordinario que ofrecerá el próximo fin de semana (29 y 30 de junio), dedicado a Mozart, antes de sus vacaciones de verano.
Este programa postrero, el décimo de la serie, tuvo como piedra angular una de las obras cumbres del repertorio sinfónico: la Novena de Anton Bruckner (1824-1896), cuyro bicentenario de nacimiento se celebra este año.
Además, incluyó la Suite de ballet de Rocío Sanz (1934-1993), compositora costarricense que, según las notas al programa, se avecindó en México para concluir sus estudios en el Conservatorio Nacional y donde logró alta estima por el programa infantil que condujo desde 1972 en Radio UNAM, El rincón de los niños, así como por su estrecha relación con la música para escena.
Integrada por tres movimientos, la pieza de su autoría que fue interpretada en esta ocasión se distingue por la capacidad de la compositora para construir en un lapso de nueve minutos una serie de ambientes musicales que transitan de lo poderoso y oscuro a lo festivo e inquietante.
Nadie salió indiferente o indemne en términos emocionales de la presentación que la orquesta universitaria brindó la noche del sábado en la Sala Nezahualcóyotl, su sede, en el primero de los dos conciertos de este programa de final de temporada. El otro tuvo lugar ayer al mediodía, en el mismo escenario.
Dedicada por su autor a Dios
, la sinfonía bruckniana es imponente y sobrecogedora, apabullante, para definirla en unas cuantas palabras. Una forma distinta de acceder a la belleza y disfrutarla, como estar ante una catedral gótica que no sólo suscita admiración, sino que invita al observador a emprender un ejercicio contemplativo, sea espiritual o reflexivo.
Esta obra, como es sabido, quedó inconclusa ante la muerte del compositor austriaco, quien dejó algunos bocetos del que sería el cuarto y último movimiento, por lo que diversos músicos y especialistas se han dado a la tarea a lo largo del tiempo de tratar de reconstruirlo.
La Ofunam interpretó la versión con los tres movimientos originales escritos por Bruckner, según se anunció por los altavoces de la sala instantes antes de su comienzo, mensaje en el que también se solicitó al público guardar unos segundos de silencio
al término de la sinfonía, como homenaje a la memoria
del autor. Solicitud que fue atendida llegado el momento, constituyéndose en el clímax de la velada, en una epifanía.
Sylvain Gasançon, titular de la Ofunam desde enero de 2023, se plantó en forma estatuaria frente a los 88 músicos completamente erguido y la mano izquierda a la altura de su cara, con los dedos pulgar e índice juntos, formando un pequeño círculo. La música apacible del tercer movimiento había cesado, pero no se había ido, continuaba reverberando de alguna forma en ese gesto del director francés. El silencio en la sala era profundo, conmovedor, acaso sólo escuchándose algunas respiraciones agitadas provenientes del escenario. Unos segundos, menos de 10, que parecieron una eternidad. El director bajó por fin la mano, relajando con ello también su postura y permitiendo que los atrilistas hicieran lo propio. Así concluyó ese momento de redención y, con él, los poco más de 60 minutos de vaivenes sonoros y emocionales de la novena de Bruckner, en los que la música se debatió entre una intensidad febril y un apacible lirismo. El público tardó aún unos instantes para salir de ese pasmo y de forma tímida y gradual comenzó a aplaudir hasta concluir con una enardecida ovación.