El Museo Thyssen-Bornemisza se cuestiona su espíritu “eurocéntrico”
▲ Harem (2009), videoinstalación de Inci EvinerFoto Imágenes cortesía del Museo Thyssen-Bornemisza Madrid
▲ América sin fronteras (2016), grafito y acuarela sobre papel, de Sandra Vásquez de la Horra.Foto Imágenes cortesía del Museo Thyssen-Bornemisza Madrid
Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 25 de junio de 2024, p. 3
Madrid. En pleno proceso de reflexión y autocrítica, en el que están inmersos buena parte de los museos españoles desde hace al menos un lustro, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid decidió agrupar en una exposición las obras de su colección más marcadamente coloniales
para cuestionar así el espíritu eurocéntrico
con el que se han guiado desde los orígenes tanto del acervo privado que creó la familia desde hace varias generaciones hasta la forma de entender hoy el arte y sus lenguajes. Se trata de la primera muestra en la que se habla sin tapujos de los grandes desafíos abiertos en el siglo XXI, como la crisis climática, la igualdad de género, las migraciones y la descolonización de nuestra visión del mundo.
Los grandes museos españoles de Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla, Bilbao o San Sebastián, entre otros, decidieron hace poco más de cinco años reflexionar en torno a su propia visión del arte y su historia. Observar en sus propias colecciones, tanto las permanentes como las temporales, la forma en la que han decidido explicar la historia y el tiempo actual. Y, a partir de ahí, hacer una revisión autocrítica sobre la profunda visión colonialista del arte y del mundo, que también ha afectado a otros recintos en los que es más evidente el colonialismo
en términos más clásicos, como el Museo de América de Madrid, donde se exponen en forma etnicista o folklóricas algunas piezas precolombinas de gran valor artístico.
La exposición La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza aborda ese cariz del arte y su forma de verlo que va más allá de la simple mirada, en la que hay prejuicios atávicos que la condicionan. Los curadores Juan Ángel López-Manzanares, Alba Campo Rosillo, Andrea Pacheco González y Yeison F. García reflexionan en torno al papel de los museos y las obras que albergan en el contexto de la creación y legitimación de lo que ellos mismos llaman el relato eurocéntrico
.
A través de 58 obras de las colecciones históricas del museo (colección permanente y colección Carmen Thyssen), así como de 17 piezas contemporáneas procedentes de la colección de TBA21, la muestra revela las consecuencias del colonialismo surgido en el siglo XVI, así como su presencia en la iconografía occidental por medio de imágenes idílicas y exóticas que enmascaran la desigualdad y violencia colonial. Como advierten los curadores, a menudo es más importante lo que las pinturas ocultan que lo que evidencian, por eso con esta exposición se le da la vuelta a la narrativa y son esos hechos invisibilizados los que toman protagonismo como parte de un proceso de justicia de saberes
. También proponen un análisis histórico desde perspectivas críticas con las narrativas occidentales que ponen el acento en los procesos de ocupación de territorios, dominación de poblaciones y explotación de recursos
.
En este sentido, eligieron las obras en las que predomina la imagen eurocéntrica, en general indulgente con la estructura colonial y con sus consecuencias, mientras las creaciones del siglo XXI aportan una mirada crítica, fruto de la reflexión sobre el colonialismo y su legado, así como de la experiencia de los artistas del Sur global.
La exposición está dividida en seis apartados temáticos que responden a las cuestiones principales del debate sobre la descolonización: el extractivismo y la apropiación; la construcción racial del otro; el esclavismo y la dominación colonial; la evasión a nuevas arcadias; el cuerpo y la sexualidad, y el cimarronaje y los derechos civiles.
En la parte final de la muestra hay cuatro obras que abordan temas actuales, pero que resumen de alguna manera el proceso histórico de injusticia colonial, como Murió por brujería (2022), del artista congoleño Pierre Mukeba, que se refiere a la violencia en África, o la del palestino Taysir Batniji sobre la política a la ocupación israelí en Gaza, GH0809 (2009-2010). Por otra parte, Sin título (de la serie Lluvia dorada/Pardo es el papel, 2019), del artista afrobrasileño Maxwell Alexandre, reivindica por lo negro como manera de habitar el mundo, y Huertos de los ch’olti (2020), del guatemalteco Naufus Ramírez-Figueroa, que refleja las cosmovisiones indígenas prehispánicas, respetuosas con la naturaleza.
La exhibición estará abierta al público, en Madrid, hasta el próximo 20 de octubre.