El papa Francisco celebra una multitudinaria misa en Puerto Moresby y asegura a los fieles que para Dios no están lejos
El papa Francisco ha celebrado este domingo misa en Puerto Moresby, capital de Papúa Nueva Guinea, para unas 35.000 personas que han llenado el estadio John Guise y los ha confortado asegurando que a pesar de estar «en los confines del mundo», «Dios abate las distancias».
En una misa en la que han destacado las tradiciones locales, como la procesión de ingreso de los concelebrantes acompañados de músicas y bailes locales, el papa ha dicho: «ustedes que habitan en esta gran isla que se asoma al Océano Pacífico, tal vez hayan pensado alguna vez que se trata de una tierra lejana, distante, situada en los confines del mundo».
El papa ha recorrido al estadio con un carrito de golf para saludar a los fieles, que han llegado desde varias partes del país, algunos con viajes de varios días ante la falta de carreteras. Y los ha confortado: «Hoy el Señor, como hizo con el sordomudo, quiere acercarse a ustedes, abatir las distancias, hacerlos sentir que están en el centro de su corazón y que cada uno es importante para Él, quiere sanarles su sordera y su mudez. Hoy a cada uno de ustedes les dice: Ábrete».
En Papúa Nueva Guinea la mayoría de la población es cristiana, de los que cerca del 30% son católicos, que viven desperdigados en su vasto territorio y sus cerca 600 islas y donde el nivel de desigualdad es el más elevado de toda Asia y el Pacífico y es el país fuera del África subsahariana que ocupa el puesto más bajo (156/187) en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas.
«Hermanos y hermanas, ante esta lejanía, Dios responde con la cercanía de Jesús. En su Hijo, Dios nos quiere mostrar sobre todo esto: que Él es el Dios cercano, compasivo, que cuida nuestra vida, que supera toda distancia», ha afirmado.
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Y ha añadido: «Por lo tanto, el Señor toca a los que están impuros y, de esta manera, establece un contacto, anula la distancia para hacerse cercano. Así es la cercanía de Jesús, que viene a tocar nuestra vida y a superar toda distancia».
Mientras que ha señalado que «existe una sordera interior y un mutismo del corazón que dependen de todo aquello que nos encierra en nosotros mismos, que nos cierra a Dios y a los demás: el egoísmo, la indiferencia, el miedo a arriesgarse e involucrarse, el resentimiento, el odio, y la lista podría continuar. Todo esto nos aleja de Dios, de los hermanos, de nosotros mismos; y de la alegría de vivir».
Al término de la ceremonia, el pontífice ha invocado, «por intercesión de María Santísima, el don de la paz para todos los pueblos. En particular, lo pido para esta gran región del mundo entre Asia, Oceanía y el Océano Pacífico (…) Paz, paz para las naciones y también para la creación. No al armamentismo ni a la explotación de la casa común. Sí al encuentro entre los pueblos y las culturas; sí a la armonía del hombre con las criaturas».
El papa he hecho este llamamiento en el país que está considerado el tercer pulmón del planeta y que más está sufriendo los efectos del cambio climático debido al aumento del nivel de los océanos y con las catástrofes naturales cada vez más intensas y frecuentes.
En su último día en Papúa Nueva Guinea, pues este lunes viajará a Timor Oriental para proseguir su gira por Asia y Oceanía, el papa se trasladará a Vánimo, a unos 1.000 kilómetros de la capital, para observar el trabajo de los misioneros en esta remota localidad de la selva, donde el pontífice ha financiado la construcción de una escuela y llevara en su avión algunos bienes de primera necesidad.