Pesca furtiva en alta mar y aumento del costo del combustible amenazan a camaroneros de Oaxaca
Juchitán.– Los pocos pescadores de Salina Cruz que aún siguen en activo en alta mar, admiten que frente a la incertidumbre que los agobia, sobre todo por los altos precios del diésel, no saben si saldrán a la captura del camarón cuando termine la veda a mediados de octubre.
La verdad, explica el representante de las organizaciones pesqueras de Salina Cruz, Alberto Román Pineda, desde hace seis años andamos arrastrando la cobija. Nos prometieron que bajarían el precio del diésel, pero, al contrario, sigue aumentando.
El incremento en el precio del diésel es uno de los problemas que inhiben la actividad pesquera de altamar. Hay otros, como los aumentos en los precios de las refacciones que necesitan las embarcaciones camaroneras y el ingreso del camarón que viene de granjas de Sudamérica.
Cuando arranque la temporada para la captura del crustáceo de alta mar, nosotros estimamos que de 30 barcos que componen la flota camaronera de Salina Cruz, sólo saldrán a la pesca como 20 embarcaciones, explica el exdirigente pesquero Amós Rojas.
En la temporada pasada, que concluyó en marzo de este 2024, casi la mitad de los barcos que salieron a la pesca fueron “amarrados” al muelle entre enero y febrero, porque la mala producción camaronera y el alto precio del diésel propiciaron la baja de los ingresos.
De acuerdo con los pescadores que añoran los tiempos dorados de la cosecha del camarón, de hasta 14 toneladas por viajes de 25 días, ahora en un periodo similar apenas capturan cuatro toneladas, porque hay un sobreesfuerzo pesquero ante la falta de vigilancia en alta mar.
En estos momentos que todavía está la prohibición para pescar el crustáceo en el Golfo de Tehuantepec, por el lado de Chiapas, decenas de pescadores conocidos como “changueros”, a bordo de lanchas rápidas, pescan furtivamente, acusa Amós Rojas.
Para los pescadores que saldrán a la captura del camarón a mediados de octubre sólo esperan que este año Petróleos Mexicanos (Pemex) les entregue como compensación por la contaminación, los 25 mil litros de diésel a cada embarcación que se haga a la mar.
Es una ayuda, a precios actuales equivale a 650 mil pesos, pero es una sola vez y para un viaje de 25 días; sin embargo, para los siguientes cinco viajes, cada pescador deberá costear el diésel, las refacciones, los alimentos y frutas, invirtiendo poco más de un millón de pesos por cada viaje.
Derivado de esos problemas, dice por su parte Luis Alejandro López Paulo, varios dueños de barcos pensamos en retirarnos de la actividad pesquera. Mi familia analiza vender nuestra embarcación, comenta. Ya no cerró la temporada hasta marzo. Amarró su embarcación en enero.
Otro factor que está inhibiendo la actividad pesquera, señalan los pescadores, es que la mayoría de los tripulantes están envejeciendo junto con las embarcaciones. Casi todos andamos por encima de los 50 años de edad, indica el dirigente Alberto Román Pineda.
El representante de la unión de organizaciones pesqueras de Salina Cruz explica la causa de porqué ya no hay jóvenes en la pesca: ellos prefieren enrolarse con las compañías que pagan 3 mil o 4 mil semanales, mientras que en el barco ganan menos de 10 mil pesos al mes.
Para el director de pesca del gobierno municipal de Salina Cruz, José Alfredo Agustín Jiménez, es preocupante la situación que vive la industria pesquera de alta mar, porque impacta negativamente en la derrama económica del comercio porteño.
En cada inicio de la temporada para la captura del crustáceo, el avituallamiento de los barcos genera ingresos significativos a los comerciantes de carnes, de frutas, de verduras, de agua, de frijoles, arroz, lentejas; con el desplome de la pesca, también caen las ventas, dice.