El asteroide que acabó con los dinosaurios no fue el único que impactó contra la Tierra en el Cretáceo
El asteroide que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años no vino solo. Al mismo tiempo (al menos en términos geológicos), otra enorme roca espacial se estrelló contra nuestro planeta, causando efectos desastrosos, aunque a menor escala que la catástrofe planetaria inducida por su primo más famoso. Así lo revela un estudio publicado en Communications Earth & Environment (una revista del grupo Nature), que ha cartografiado el cráter Nadir, una gran depresión descubierta en 2022 frente a las costas de Guinea.
El estudio se basa en la cartografía del cráter submarino mediante una técnica denominada «imagen sísmica 3D», que utiliza ondas sísmicas producidas artificialmente para reconstruir la estructura tridimensional del subsuelo. Las exploraciones, que alcanzaron una profundidad de 300 metros, revelaron que el cráter tiene más de ocho kilómetros de ancho, e indican que debió producirse por el impacto de un asteroide de unos 500 metros de diámetro (aproximadamente el tamaño de Bennu), que chocó contra la superficie de nuestro planeta a una velocidad de unos 72,000 kilómetros por hora.
El acontecimiento y sus efectos
La datación del cráter habla de un acontecimiento que tuvo lugar hace entre 65 y 67 millones de años, y no permite determinar si este nuevo asteroide chocó contra nuestro planeta antes o después del mucho mayor que produjo el cráter de Chicxulub, poniendo fin a la era de los dinosaurios. Sin embargo, la proximidad temporal de estas dos colisiones es inusual, ya que normalmente son acontecimientos tan raros que no se repiten durante millones y millones de años. Y, según algunos científicos, podría significar que a finales del Cretáceo nuestro planeta se vio afectado por una serie de impactos consecutivos de grandes asteroides, potencialmente vinculados a alguna catástrofe cósmica desconocida.
Lo que es seguro, sin embargo, son los efectos que debió causar el asteroide Nadir. Los análisis revelaron la presencia de una gran capa de sedimentos licuados por el impacto, que provocó la formación de fallas bajo el lecho marino, y enormes corrimientos de tierra, cuyas huellas aún pueden encontrarse a miles de kilómetros en la zona que rodea el borde del cráter. Con esta información, los autores del estudio calcularon que la caída del asteroide debió causar efectos comparables a los de un terremoto de magnitud 7, y un tsunami catastrófico, con olas de más de 800 metros de altura que cruzaron varias veces todo el Océano Atlántico.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.