José Cueli: A temblar y no dormir
P
ara el ambiente angustioso que vive nuestro país, los vecinos estadunidenses confirmaron que invertirán 25 mil millones de dólares vía los empresarios. Y venga, a temblar aterrorizados y no dormir.
Recurro a la doctora Matilde Valencia, nuestra sabia en la materia que nos alerta sobre el insomnio. Dormir tiene un efecto vital en las funciones cerebrales y en muchos sistemas del organismo.
La falta de sueño, o el sueño inadecuado, se asocian con una variedad de condiciones desfavorables: enfermedades siquiátricas, abuso de drogas, aumento de mortalidad y morbilidad, desastres industriales, accidentes de tránsito, aumento de los costos de salud y directos, y disminución en el rendimiento, la productividad y el bienestar general.
Se han descrito más de 80 trastornos del sueño que por lo general se manifiestan en una o varias de las siguientes formas:
–No obtener la cantidad o calidad necesaria del sueño (privación del sueño, deuda de sueño).
–Incapacidad para mantener la continuidad del sueño (sueño interrumpido, también llamado fragmentación del sueño), dificultad para mantener el sueño (insomnio intermedio).
–Sucesos que ocurren durante el sueño (por ejemplo, apnea del sueño, piernas inquietas, etcétera).
Los efectos de las alteraciones del sueño en el organismo son numerosos y muy variados, se presentan en múltiples sistemas corporales: a escala celular, el efecto de la interrupción del sueño en la estructura de las células cerebrales induce estrés mitocondrial, degeneración neuronal y pérdida de células en grupos específicos de neuronas importantes para mantener la vigilia, incluidas las neuronas orexigénicas en el hipotálamo y las neuronas noradrenérgicas del locus cerúleo en la protuberancia. Los efectos o daños a escala celular parecen ser duraderos.
Sueño a destiempo (fuera de ritmo)
La sincronización respecto del reloj circadiano interno (núcleo supraquiasmático) es muy importante. Los ritmos circadianos son generados por un conjunto de genes del reloj central presente en el núcleo supraquiasmático, y también en células de todo el cuerpo. Esta maquinaria impulsa el ritmo circadiano en un órgano y tejido de forma específica.
Cuarenta y tres por ciento de todos los genes codificadores de proteínas muestran ritmos circadianos en la transcripción.
Los datos recientes en animales y humanos proporcionan pruebas sólidas de que el momento (timing) del sueño y la privación del sueño pueden tener una profunda influencia en la ritmicidad del transcriptoma periférico.
El sueño corto o inoportuno interrumpe el ritmo de expresión de genes del reloj central asociados con la modificación, transcripción y traducción de la cromatina, así como de genes implicados en las respuestas inflamatorias, inmunitarias y de estrés.
La pérdida de sueño puede alterar la capacidad de la leptina (señalización de saciedad) y de la ghrelina (apetito, señalización de hambre) para señalar la necesidad calórica del organismo con precisión, produciendo una percepción interna errónea de disponibilidad insuficiente de energía que podría promover la alimentación hedónica.
El aumento del hambre inducido por la restricción del sueño conduce a mayor ingesta de energía, particularmente en forma de refrigerio.
Trastornos del sueño como insomnio, apnea obstructiva y el sueño desincronizado se han relacionado con el metabolismo anormal de la glucosa y el aumento de la diabetes y el riesgo cardiovascular.
La apnea obstructiva del sueño, que combina la fragmentación del sueño y la hipoxemia, es un factor de riesgo importante para la resistencia a la insulina y, posiblemente, la diabetes.
La evidencia actual sugiere que estos trastornos del sueño y alteraciones circadianas pueden participar en la epidemia de obesidad y diabetes tipo 2.
También es bien sabido que la interrupción crónica del sueño y la privación de éste pueden estar asociadas con graves déficits de rendimiento cognitivo.
Por ejemplo, si humanos sanos se ven en condiciones de tomar decisiones arriesgadas, una noche de privación total de sueño puede aumentar la respuesta de las áreas del cerebro sensibles a la recompensa, mientras las respuestas de las áreas sensibles a las pérdidas se adormecen, con importantes consecuencias en la toma de decisiones.
Elija una buena decisión y priorice tu sueño; protéjalo para una vida saludable.