Crean un “atlas” de embriones que revela el desarrollo celular desde sus primeras etapas
Un nuevo atlas de embriones denominado Zebrahub promete revolucionar la biología del desarrollo al permitir observar cómo las células se ubican y evolucionan desde los primeros momentos de vida.
Este proyecto presenta videos de alta resolución y datos detallados de las etapas de crecimiento en embriones de pez cebra (Danio rerio), organismo cuyo genoma y estructura celular tienen grandes similitudes con los humanos, lo que lo convierte en un modelo ideal para entender aspectos básicos del desarrollo en vertebrados.
En el artículo publicado en la revista Cell, el Dr. Loïc Royer, líder del proyecto y director del grupo de Arquitectura Organísmica en el Chan Zuckerberg Biohub de San Francisco, destaca que la iniciativa responde a una pregunta fundamental: “¿Cómo estamos construidos?”.
Según Royer, el estudio de embriones de pez cebra podría iluminar cuestiones como el origen de defectos congénitos y la capacidad de algunos animales de regenerar partes del cuerpo, un proceso que en humanos es limitado.
Para recolectar la información, los científicos tuvieron que diseñar un microscopio especializado que ilumina el embrión con una delgada capa de luz, evitando el uso de láseres intensos que podrían dañar las células. Además, el equipo desarrolló software de avanzada para rastrear en 3D el movimiento de cada célula desde la fertilización hasta las primeras 24 horas, cuando los órganos ya comienzan a formarse.
Esta técnica permitió estudiar la actividad genética de 120,400 células individuales en diferentes etapas, revelando detalles nunca antes observados. Por ejemplo, identificaron células madre neuro-mesodérmicas, que se transforman en células nerviosas y musculares, una función más amplia de lo que se pensaba.
El atlas Zebrahub es accesible públicamente y ya está siendo usado por investigadores en proyectos de salud humana, como el estudio de las proteínas relacionadas con la formación de cataratas. La recopilación de estos datos es un avance significativo, ya que anteriormente se requería de múltiples embriones para analizar la actividad genética, un proceso que dañaba parte del material genético y limitaba los resultados.
Royer enfatiza la importancia de este modelo: “Estudiamos peces porque no podemos estudiar embriones humanos. Lo que aprendemos de estos embriones, lo aprendemos sobre nosotros mismos”.