Michael Ignatieff: «Poder llamarnos libres y merecerlo es el premio que más importa en la vida»
Como buen filósofo, Michael Ignatieff ha comenzado su discurso Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2024, con una sencillamente pregunta: «¿Merezco esto?». Y la respuesta le ha llevado a Shakespeare: «En el momento en que ese pensamiento atraviesa tu mente, escuchas a Hamlet exclamar que si todos tuviéramos lo que nos merecemos, ¿quién escaparía a los azotes? Lo mejor entonces es no insistir en el merecimiento. Simplemente sé agradecido, dice mi esposa, y lo estoy. Muy agradecido».
Resuelto el enigma, Ignatieff ha aludido a otro filósofo e historiador, Isaiah Berlin, del que es biógrafo. «Recuerdo su distinción entre un erizo y un zorro: el zorro sabe muchas cosas, el erizo sabe una única cosa importante. Berlin utilizó este fragmento gnómico de un antiguo filósofo griego para hacer una distinción entre dos tipos de logros intelectuales y artísticos». «Existe», escribió, «un gran abismo entre aquellos que relacionan todo con una única visión central y aquellos que persiguen muchos fines, a menudo no relacionados e incluso contradictorios».
En esa dicotomía entre especialización o generalización el canadiense, cuyo trabajo es una defensa de los valores democráticos frente al populismo, dice preguntarse “¿Quién soy yo? Hoy la Casa Real reconoce muchos tipos de logros: artísticos, culturales, científicos. Algunos de mis compañeros galardonados son erizos y otros son zorros. Cualquiera que haya sido ensayista, periodista, cineasta, profesor de historia, biógrafo, teórico de los derechos humanos, incluso –Dios no lo quiera– político, no puede ser otra cosa que un zorro”.
El trabajo creativo es como escalar en la oscuridad
Pero, ha añadido, quizá exista otra posibilidad. «Algunos zorros envidian la tenacidad constante y resuelta del erizo, junto con su capacidad de enroscarse como una bola y mostrar sus púas cuando se enfrenta a quienes lo atacan. Soy uno de esos zorros que siempre deseó ser un erizo. Por eso fue gratificante escuchar al jurado del premio decir de mí que la mezcla de «realismo político, humanismo e idealismo liberal son su preocupación fundamental. Esto me hizo sentir como un erizo, aunque solo fuera por un minuto».
En su trabajo de zorro o erizo, Ignatieff dice no haber tenido una sola preocupación fundamental. «El trabajo creativo es como escalar en la oscuridad. La mayor parte del tiempo no sabes dónde vas. Algunas veces ni siquiera sabes por qué lo estás haciendo. Solo en un momento como este, cuando las nubes se abren y te encuentras en la cima, empiezas a comprender el camino que has emprendido».
Y en ese sentido, ha cerrado su discurso reflexionando sobre cómo sortear las limitaciones. «Mirando ahora hacia atrás, también quisiera confesar cuánto temía a veces la libertad de mi zorro, cuánto tememos la mayoría de nosotros la libertad, cuán difícil es mantener la soberanía de nuestro propio juicio, ver el mundo tal como es, no como nos gustaría que fuera, cuánto, de verdad, debemos todos luchar para ser mujeres y hombres libres en un mundo saturado de manipulación y mentiras. Sin embargo, poder llamarnos libres y merecerlo realmente es el premio que más importa en la vida».