Las causas de la atrevida jugada del BCRA y qué puede pasar con el dólar
Fue el primer error no forzado y produjo lo que cualquier traspié suele provocar en una economía frágil y ruinas, como la argentina: una disparada del dólar. Fue el 14 de mayo. El Banco Central (BCRA) había bajado sus tasas de 50% a 40% presionando aún más la acelerada migración de la deuda de la entidad monetaria hacia una del Tesoro (Lecap). Los pesos que quedaron en el mercado, con tasas poco apetecibles, movieron el barco y rayaron el plan de desinflación.
Ese combo financiero –mostraba un derrumbe de la tasa de interés de 130% a 40% en un cortísimo plazo para licuar pasivos con alta inflación– sumaba otro de fuerte incertidumbre política y fiscal: al Gobierno le costaba encontrar acuerdos políticos para sacar la Ley Bases y la oposición había logrado media sanción a la ley de movilidad jubilatoria, que sumaba un gasto equivalente 0,45% del PBI. La sustentabilidad del ajuste peligraba mientras algunos economistas alertaban a lo lejos que el esquema cambiario llevaba inevitablemente a una nueva devaluación en la Argentina. El dólar se movió y volvió a mostrar los dientes.
Recién hoy, luego de seis meses, en medio de un “verano financiero”, la entidad que conduce Santiago Bausili volvió a tocar la tasa de interés. La bajó ahora de 40% a 35%. ¿Qué hay detrás de esa decisión? En primera medida, la baja de la inflación. Muñequeando en algunos meses con los valores regulados –las fórmulas automáticas quedaron en el olvido, salvo la del agua–, el equipo económico logró instalar no sólo que la inflación baja, sino que lo seguirá haciendo, pese a algunas piedras estacionales en el camino –diciembre– o a la lentitud con la que se reduce aún la núcleo.
La contracara de esa expectativa indica que el Gobierno no va a devaluar el peso y que el crawling peg –la micro depreciación del 2% mensual– se mantendrá. Lo hará hasta que el IPC se ajuste al ritmo de 2,5% mensual (sumatoria del crawl más la inflación internacional). Con ese matcheo, el BCRA ajustaría el ritmo.
La suba de precios se movía en septiembre al 3,35% y ahora –cuentan– ya estaría más cerca de 2,92%. La tasa de 40% se mantuvo con una suba de precios que corría al 4% en agosto; al 3,4% en septiembre y que, para la mayoría de las consultoras, habría estado en 2,9% en octubre. Esta es una de las causas de la rebaja anunciada hoy por el BCRA.
Una segunda clave tiene que ver con que “la curva de Lecaps” se invirtió hace un par de semanas, cuentan sobre los bonos que emite el Tesoro. “Ya el mercado te está mostrando que las tasas cortas quedaron altas” frente a la suba de precios estimada por analistas y el BCRA, contó un hombre que mide esas sensaciones a diario. “Como el mercado espera que haya menos inflación hacia adelante, las tasas reales habían quedado muy altas”, refuerza un banquero.
Eso es, explican, porque crecen las expectativas de baja de la inflación, pero también porque el Tesoro forzó esa construcción para reforzar la señal y trabajar contra la inercia. “Está invertida [la curva] porque todos esperan que la inflación baje”, completó un economista al analizar la credibilidad que fue logrando el equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, en este cometido.
Al contexto de baja de inflación y de buenas expectativas se suma que el BCRA compró en octubre –un mes estacionalmente malo– más de US$1500 millones. “Este mes el agro liquidó US$2553 millones. Es el mejor octubre desde que comenzaron los registros, en 2002″, tuiteó Caputo. Un exministro creen que muchos sojeros se apalancaron en pesos meses atrás para no liquidar sus granos –dólares en silobolsas– esperando una devaluación. Ahora llega una nueva época siembra, hay que pagar insumos y aquellos créditos. Esos son los dólares que llegan. Otros son más escépticos y creen que la compra de reservas se relaciona a un gigantesco carry trade. Con brecha controlada, dólares financieros bajando, crawl al 2%, inflación desacelerando, el apetito financiero se mantenía con Lecap pagando 3,9% mensual y plazos fijos entre 3% y 3,5%. Había hasta hoy un “carry rentable” –tasa positiva en dólares– con reservas brutas en alza gracias a la suba de depósitos por el blanqueo (US$14.000 millones) y con una recirculación de esos dólares a través de la emisión de obligaciones negociables –en el menú del blanqueo– y préstamos en dólares. Las reservas netas son aún negativas.
Un tercer factor que explica la baja de tasas del BCRA hoy fue el intento de bajar el costo de la liquidez para los bancos en momentos en que se expande el crédito al sector privado. “La decisión del BCRA se fundamenta en consideración del contexto de liquidez”, explicó el Central en su comunicado. “La [tasa] de pases activos hace muy cara la liquidez si tenés que tomar prestado a 3,75% para colocarte en el mercado a 3%”, contó una fuente que sigue de cerca el tema.
Hubo tres errores en mayo que catapultaron al dólar. El primero, haber ajustado la rentabilidad de los bonistas –con una fuerte baja de tasas– frente a los riesgos existentes. “Tenías una tasa implícita en dólares de 6% al año, cuando un bono del Tesoro pagaba 5,25%. Había una brecha entre la tasa de pases y plazo fijo que hoy ya no está existiendo”, explicó un hombre escuchado por el Gobierno.
En segundo término, la cancelación de Leliqs, primero, y pases después implicó una emisión de pesos. El Gobierno mandó al mercado a comprar Lecap, pero topeó la licitación con un monto máximo. Eso dejó pesos sueltos. A eso se sumó el anuncio de la “emisión cero” por parte del Presidente en una entrevista mañanera televisiva, que obligó esa misma noche un confuso mensaje de Caputo y Bausili en conferencia de prensa sobre la política monetaria y cambiaria. En un contexto político y económico frágil, con una baja de rentabilidad y pesos sueltos en la economía, el dólar se recalentó.
Luego del anuncio de hoy, ¿puede pasar lo mismo?
En el Gobierno creen que lo de hoy es “una adecuación a un contexto, pero pisando sobre suelo firme, una vez que los números acompañan, en contraste con una guía como fue entre enero y mayo”, explicaron a este medio.
Allí mantiene hoy el rumbo fijo de la política monetaria y cambiaria. De hecho, construyó un track record de credibilidad sobre el tema. “No vamos a devaluar” es un leit motiv del ministro de Economía. Y el mercado cree.
También es ambicioso. El nivel actual deja una tasa anualizada en dólares de 12% frente al 5% que paga el bono del Tesoro de Estados Unidos. ¿Lo más importante? Hay compromiso con el déficit financiero cero. En los primeros nueve meses del año, acumulaba un superávit primario de 1,7% del PBI y otro financiero de casi 0,4% del producto.
Pese a ese ajuste realizado principalmente sobre el gasto y que impacta de lleno en la clase media, la imagen de Milei –que había sufrido un leve retroceso hace un mes– vuelve a crecer. Del otro lado, no aparece oposición.
En ese escenario, por lo menos por ahora, el dólar descansa.