Qué supone la suspensión de la cumbre de biodiversidad de Cali – EL PAÍS
La Conferencia sobre Diversidad Biológica de la ONU (COP16) que se celebrara en Cali, Colombia, tuvo un final inusual. Aunque la palabra “final” quizá no sea la más adecuada: realmente las negociaciones internacionales más importantes para frenar la pérdida de biodiversidad quedaron suspendidas. Tras pasar la noche en vela y justo cuando se discutía sobre cómo movilizar los recursos financieros que se necesitan para cumplir este objetivo, la plenaria fue suspendida por falta de quórum.
Menos del 50% de los países estaban presentes en la sala. Y, como lo advirtió el delegado de Panamá, que ya era el único de los diez de su país que llegaron a Cali y tenía el vuelo en tres horas, no se puede llegar a un consenso sobre un tema tan espinoso como el financiamiento sin todos los países.
La COP16 arrancó con la tarea medio hecha. Antes de que comenzara la reunión solo 34 países de 196 habían presentado su plan nacional explicando cómo piensan cumplir con el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, un histórico acuerdo firmado hace dos años con 23 metas para 2030, entre las que está proteger el 30% de los ecosistemas del mundo. La cifra sigue sin ser muy alta tras dos semanas de conversaciones: solo 44 países lo han hecho.
Así como comenzó, la COP16 también terminó con la tarea a medio hacer. A pesar lograr algunos avances, el tema sobre financiación, y uno de los más importantes, fue aplazado hasta nuevo aviso.
¿Qué significa que se suspenda la COP16?
En la práctica que una conferencia se suspenda, significa que los países tendrán que buscar cómo reunirse para acordar los puntos que quedaron pendientes antes de la próxima COP17 que sucederá dentro de dos años. Es algo bastante inusual en estas reuniones.
Sin embargo, a pesar de que no se “adoptó un reporte”, como se llama al documento de cierre de las conferencias, esto tampoco quiere decir que las decisiones que se aprobaron antes de la suspensión sean inválidas.
¿Qué quedó pendiente?
El tema sobre el que los delegados estaban discutiendo cuando se suspendió la conferencia, después de estar en vela desde las 10 pm hasta las 8 am del sábado, giraba precisamente alrededor del dinero. En el marco de biodiversidad se estableció que los países desarrollados debían aportar 20.000 millones de dólares anuales para ayudar a otras naciones a enfrentar la pérdida de biodiversidad, y hacer un uso sostenible de esta. También se creó un fondo, acobijado bajo el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), para unir y distribuir las contribuciones. La brecha sigue siendo muy alta: lo que ha llegado al fondo asciende actualmente a solo 407 millones de dólares.
Además de buscar cómo movilizar recursos, la mayoría de países de África y América Latina estaban pidiendo crear un nuevo fondo para la biodiversidad que no estuviera bajo el GEF. Otras partes, como la Unión Europea y Canadá, se mostraron en contra. Durante estas intervenciones fue que Panamá y Brasil pidieron contabilizar el quórum, apelando a que muchos países y delegados ya se habían ido y, sin ellos, no se podían tomar decisiones de ese calibre. Luego de certificar que no era suficiente, Susana Muhamad, presidenta de la COP16 y ministra de Ambiente de Colombia, suspendió la negociación.
No se trata de un tema menor. El día que comenzó la conferencia, Astrid Schomaker, secretaria Ejecutiva del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) dijo que uno de los puntos para considerar a la conferencia una exitosa era la movilización de recursos. “Seguir las discusiones sobre el financiamiento de la biodiversidad aquí en Cali fue tan agradable como una cirugía dental de conducto”, dijo Bernadette Fischler Hooper, directora de Incidencia Internacional de WWF Reino Unido, tras el cierre de las negociaciones.
¿Qué se acordó?
Lo que la COP16 sí logró fue crear el Fondo de Cali, un mecanismo diseñado para que las compañías que desarrollan productos a partir de información genética sobre flora y fauna que se encuentra digitalmente, compartan sus beneficios con los países y las comunidades de donde vienen esas especies. La decisión es una buena, aunque imperfecta. Buena porque se acordó que 50% de lo que reciba el fondo irá a pueblos indígenas o comunidades locales. Imperfecta, porque no obliga a las compañías a hacer estos aportes. “Queríamos un lenguaje más ambicioso”, es como lo explica Gerogina Chandler, jefe de Políticas y Campañas de la Sociedad Zoológica de Londres, señalando que este solo es el piso para futuras negociaciones.
Otro de los triunfos —y que se celebró casi como una fiesta durante la noche del viernes — fue que las comunidades indígenas y locales se conviertan en un órgano que asesora permanentemente las negociaciones, así como que se incluya explícita mente en los textos a los afrodescendientes como custodios de la naturaleza. La última era una petición que elevaron Brasil y Colombia y que, a pesar de encontrar oposición de los países africanos y la Unión Europea, logró quedar aprobado.
¿Fue una COP16 exitosa?
Depende a quien se le pregunte. Bautizada por su presidenta, Muhamad, como la “COP de la gente”, las decisiones que se lograron estuvieron en esa vía. Los logros de las comunidades indígenas, locales y afro, efectivamente, fueron históricas. Sacar adelante el Fondo de Cali también es un hito. “El mecanismo será financiado por las contribuciones de empresas de siete sectores económicos que se benefician directa o indirectamente de los recursos genéticos”, recuerda Oscar Soria de la organización The Common Initiative, por lo que en algo se resolvió la respuesta de dónde sacar dinero para la biodiversidad.
Sin embargo, la mancha de no sacar adelante un acuerdo general sobre movilización de recursos y aplazarla hasta otro encuentro es una grande. Como dijo la delegada de Brasil durante el fin de la plenaria, los países pueden negociar metas, indicadores y palabras. Pero sin recursos económicos todo suena un poco en vano.