¿Fue un error que hace tres décadas Ucrania renunciara a su arsenal nuclear? (el tercero más grande del mundo)
- Autor, Redacción*
- Título del autor, BBC News Mundo
Durante la Guerra Fría, la tercera potencia nuclear del planeta -después de Estados Unidos y Rusia- no eran Reino Unido, Francia o China, sino Ucrania.
Y con el colapso de la Unión Soviética (URSS) en 1991, la nueva nación independiente heredaría alrededor de 3.000 armas nucleares dejadas por Moscú en su territorio.
En esos años de estrenada independencia, a inicios de los 90, Kyiv decidió darle la espalda al armamento nuclear.
Tres décadas después, Ucrania está desnuclearizada.
Y a pocos meses de que se cumplan tres años del inicio de la invasión a gran escala de Rusia, sin un acuerdo claro entre los aliados sobre cómo garantizar la seguridad de Ucrania cuando termine la guerra, muchos sienten que aquella decisión fue un error.
¿Habría ayudado la presencia de estas armas en territorio ucraniano a impedir la invasión? ¿Existe el riesgo de un conflicto nuclear en la guerra actual? Y finalmente, ¿es cierto que Ucrania ha intentado adquirir armas nucleares, como alega Rusia?
Acuerdo en Budapest
Hace 30 años, el 5 de diciembre de 1994, en una ceremonia celebrada en Budapest (Hungría), Ucrania se unió a Bielorrusia y Kazajistán para renunciar a sus arsenales nucleares a cambio de garantías de seguridad de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China… y Rusia.
Estrictamente hablando, los misiles nucleares pertenecían a la Unión Soviética, no a sus exrepúblicas recién independizadas.
Pero un tercio del arsenal nuclear de la URSS estaba ubicado en suelo ucraniano, y la entrega de las armas se consideró un momento significativo, digno de reconocimiento internacional.
«Las promesas sobre garantías de seguridad que hemos dado a estas tres naciones… subrayan nuestro compromiso con la independencia, la soberanía y la integridad territorial de estos estados«, dijo el entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton, en la capital húngara.
Todo quedó pactado a través del Memorándum de Budapest, un documento en el que Ucrania se comprometió a adherirse al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) y a devolver a Moscú las ojivas dejadas en su territorio.
«Con el fin de la URSS, parte del arsenal de armas nucleares soviéticas quedó en varios países de Europa del Este, y en Occidente existía la preocupación de que pudieran perderse o utilizarse indebidamente, poniendo en riesgo a Europa», le dijo a la BBC en 2022 Vicente Ferraro Jr., politólogo e investigador del Laboratorio de Estudios Asiáticos de la Universidad de São Paulo (USP).
A cambio de la desnuclearización de Kyiv, los gobiernos firmantes se comprometieron a «respetar la independencia, la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania» y «abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza» contra el país.
Las prerrogativas eran muy importantes para el gobierno ucraniano en ese momento, ya que el país solo obtuvo su independencia definitiva en 1991 y todavía luchaba por el reconocimiento internacional después de la era soviética.
Para 1996, Kyiv había entregado todas las armas soviéticas que estaban en su territorio.
El memorándum también fue firmado por Bielorrusia y Kazajistán, con las mismas condiciones acordadas por el gobierno ucraniano.
Sin embargo, el acuerdo no ha sobrevivido indemne estos 30 años.
Ucrania alega que Rusia violó el tratado por primera vez en 2014, cuando invadió y se anexó Crimea.
El gobierno ucraniano también afirma que las condiciones del entendimiento fueron violadas cuando, ese mismo año, el Kremlin apoyó a los grupos separatistas que lideraron rebeliones en las provincias de Donetsk y Luhansk, en la frontera este de su territorio.
Y desde el comienzo de la invasión rusa en febrero de 2022, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha invocado el Memorándum de Budapest en numerosas ocasiones.
Pero para el presidente de Rusia, Vladimir Putin, Ucrania es quien quiere abandonar el pacto de 1994 con la intención de desarrollar un arsenal nuclear con la ayuda de Estados Unidos.
¿Un error?
La base que contenía el armamento nuclear ucraniano, cerca de la ciudad de Pervomais’k, en el centro del país, hace tiempo que se convirtió en un museo.
Como joven graduado de una academia militar en Járkiv, Oleksandr Sushchenko llegó a Pervomais’k a mediados de los 90, justo cuando el proceso de desmantelamiento estaba en marcha.
Observó cómo se llevaban los misiles y volaban los silos.
Ahora está de regreso en la base como uno de los curadores del museo.
Mirando hacia atrás después de una década de enfrentamiento con Rusia, llega a una conclusión inevitable.
«Al ver lo que está sucediendo ahora en Ucrania, mi opinión personal es que fue un error destruir completamente todas las armas nucleares«, señala.
«Pero fue una cuestión política. La alta dirección tomó la decisión y nosotros simplemente cumplimos las órdenes».
En ese momento, todo parecía tener perfecto sentido. Nadie pensó que Rusia atacaría a Ucrania 20 años después, en 2014.
«Éramos ingenuos, pero también confiábamos», le dice a la BBC Serhiy Komisarenko, que era embajador de Ucrania en Londres en 1994.
«Cuando se unieron Reino Unido, Estados Unidos y luego Francia», apunta, «pensamos que ya era suficiente, ¿sabes? Y Rusia también».
Para un país pobre, que acababa de salir de décadas de dominio soviético, la idea de mantener un arsenal nuclear ruinosamente caro tenía poco sentido.
«¿Por qué usar dinero para fabricar armas nucleares o conservarlas -plantea Komisarenko- si puedes usarlo para la industria, para la prosperidad?».
Decisión «romántica y prematura»
Incluso antes de que se aprobara el Memorándum de Budapest, miembros de la élite política ucraniana y expertos en política internacional hablaban sobre la posibilidad de que se violara el acuerdo por parte de alguno de los firmantes.
Volodymyr Tolubko, un excomandante militar elegido como parlamentario ucraniano, argumentó en una sesión de la Legislatura en 1992 que la idea de que Ucrania se desnuclearizara por completo a cambio de la promesa de seguridad era «romántica y prematura».
Según él, el país debería quedarse con al menos algunas de las ojivas soviéticas, que servirían para «disuadir a cualquier agresor».
Con la invasión rusa, el debate resurgió, con funcionarios gubernamentales y analistas políticos argumentando que Ucrania podría haber evitado la incursión si hubiera tenido armas nucleares a su disposición.
«Hay un concepto defendido por algunos en el área de las Relaciones Internacionales que se llama disuasión nuclear o paz nuclear. Según este concepto, los países que tienen un arsenal nuclear tienen menos riesgo, no porque realmente puedan usar sus armas, sino porque las usan como garantía o amenaza ante cualquier intento de ataque», le dijo a la BBC el profesor Ferraro Jr.
«Los partidarios de estas ideas a menudo usan el ejemplo de la Guerra Fría para fundamentar sus argumentos, porque en ese momento Estados Unidos y Rusia nunca tuvieron un conflicto directo y se detuvieron ante las amenazas».
Expertos advierten, sin embargo, que la presencia de armas nucleares está lejos de representar una garantía o la percepción de la paz.
«Los conflictos que involucran a las potencias nucleares son siempre más peligrosos y tensos, como es el caso del enfrentamiento entre Pakistán e India que se prolonga desde hace años», señaló Ferraro Jr.
¿Es posible el regreso del arsenal nuclear?
Mirando hacia el futuro, algunos en Ucrania sugieren que un país que se tome en serio su propia defensa no puede descartar un retorno a las armas nucleares, particularmente cuando su aliado más importante, EE.UU., puede resultar poco confiable en el futuro cercano.
«Evidentemente, esa es una opción que se está debatiendo en Ucrania entre los expertos», afirmó Alina Frolova, ex viceministra de Defensa ucraniana.
«En caso de que veamos que no tenemos apoyo y estamos perdiendo esta guerra y necesitamos proteger a nuestra gente… creo que podría ser una opción».
Pero es difícil imaginar que las armas nucleares regresen pronto a los páramos nevados en las afueras de Pervomais’k.
Sólo uno de los silos de mando de 30 m de profundidad de la base permanece intacto, conservado prácticamente como estaba cuando se completó en 1979.
Es una estructura fortificada, construida para resistir un ataque nuclear, con pesadas puertas de acero y túneles subterráneos que la conectan con el resto de la base.
En una pequeña y estrecha sala de control en la parte inferior, a la que se podía acceder mediante un ascensor aún más estrecho, se habrían recibido, descifrado y llevado a cabo órdenes codificadas para lanzar misiles balísticos intercontinentales.
El extécnico de misiles Oleksandr Sushchenko muestra cómo dos operadores habrían girado la llave y presionado el botón (gris, no rojo), antes de reproducir una simulación en video al estilo Hollywood de un intercambio nuclear masivo y global.
Es levemente cómico, pero también profundamente aleccionador.
Sushchenko afirma que deshacerse de los misiles balísticos intercontinentales más grandes tenía claramente sentido. A mediados de los años 1990, Estados Unidos ya no era el enemigo.
Pero el arsenal nuclear de Ucrania incluía una variedad de armas tácticas, con alcances de entre 100 y 1.000 kilómetros.
«Resultó que el enemigo estaba mucho más cerca», reflexiona Sushchenko.
«Podríamos haber conservado unas pocas docenas de ojivas tácticas. Eso habría garantizado la seguridad de nuestro país».
* Con información de Paul Adams, corresponsal diplomático de la BBC, y de Julia Braun, periodista de BBC News Brasil.
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