Los enemigos de la chatarra 2024/12/06 – Excélsior
MITO
“Los mexicanos comen comida chatarra”; la palabra chatarra es un mito que intenta ocultar el fracaso en el combate a la obesidad.
Sabemos que la obesidad es un gravísimo problema en México y en el mundo, aquí se han hecho campañas que han sido inútiles porque, en lugar de educar a la población e incidir sobre los condicionantes y las causas de la obesidad, se decidió acusar a los productores de alimentos y surgió la palabra chatarra o basura, sobre todo en los alimentos envasados o industrializados.
CONSECUENCIA
Poco o nada se consiguió con esa campaña de satanización de los alimentos, como se puede comprobar en las periódicas Encuestas Nacionales de Salud (EnSaNut2022): la obesidad infantil no disminuyó y el problema persiste.
Se decidió hacer una campaña con un nuevo etiquetado de alimentos que ha sido descartado por inútil en muchos países de todo el mundo; seguirá siendo inútil por confuso y porque la mayor parte de la población ni lo lee ni lo entiende.
REALIDAD
Hoy sabemos, a ciencia cierta, lo que ha estado detrás de esas campañas y lo corrobora el experto David Páramo en su columna Análisis superior, aquí en Excélsior (4 de diciembre), señalando textualmente lo siguiente: “El Poder del Consumidor, de Alejandro Calvillo, tenía una cruzada buena ondita en contra de los alimentos que ellos consideraban como chatarra. Su postulado sonaba bien, pero era profundamente ingenuo, como lo han demostrado los hechos. La campaña decía que si se ponían etiquetas negras mejoraría la salud de la población, cuando en realidad era un intento de Hugo López-Gatell y de Calvillo para extorsionar a la industria de alimentos y bebidas procesadas”, y continuó: “De acuerdo con el secretario de Salud, David Kershenobich, durante los últimos años, la obesidad infantil se ha incrementado, es decir, la medida de relumbrón, simple y sencillamente, no funcionó”.
Hay que desechar y denunciar esas maniobras que dañan a la población, el problema de obesidad debe tener otro enfoque que, claramente, se muestra en un libro sobre salud pública: Álvarez Alva y colaboradores, Salud pública y medicina preventiva, 8ª. Ed. “Sin lugar a dudas, el conocimiento y la educación de los hábitos alimenticios son las mejores armas para prevenir la obesidad”, así de simple, así de difícil, porque se necesita dar a la población lo necesario para que tenga una buena salud, que haya agua potable en todo el país, miles de municipios no la tienen, incluso en la capital; que haya bebederos en todas las escuelas, que se enseñe la materia educación para la salud, lo que hará que el niño tome buenas decisiones.
Es urgente que la sensatez prevalezca, que las autoridades de Salud, junto con otras dependencias (Educación, Economía, Deportes, etcétera), hagan un programa coherente a largo plazo para educar a la población para que tenga mejor salud; al mismo tiempo, deberá desaparecer el mito de que la comida causa obesidad, porque lo fundamental es conocer las cantidades y raciones que necesita cada persona.