Bomba de calor: la cuarta energía renovable que favorece el medio ambiente y las facturas …
Separamos los desechos, tratamos de aislar mejor las viviendas y buscamos electrodomésticos con etiqueta energética A o B. Desde el inicio de este siglo, españoles y europeos hemos ido modificando rutinas y tareas domésticas para frenar el calentamiento global y la dependencia de los combustibles fósiles. El camino ha sido desigual, pero la premura para contener los efectos de la crisis climática exige más cambios, tanto a nivel ciudadano como industrial y de país.
El ritmo de vida actual nos hace dependientes de la electricidad. Sin corriente no solo no hay luz ni agua caliente —cuando no depende del gas—, sino que las cocinas vitrocerámicas no funcionan, tampoco los ascensores ni los teléfonos ni internet. La industria se paraliza y los hospitales sufren. La actividad se interrumpe. Por otro lado, el aumento de la factura eléctrica de los últimos años ha puesto al descubierto la pobreza energética de muchos hogares, a la vez que ha entorpecido la competencia de los sectores productivos.
Aunque el autoconsumo energético no es mayoritario entre la ciudadanía, el año pasado las placas solares y los molinos eólicos propulsaron a España como el primer gran país europeo en obtener más de la mitad de su electricidad (51,8%) de fuentes renovables. Y 2024 va por el mismo camino. La generalización de la aerotermia y las bombas de calor, unas tecnologías que unen electricidad, mecánica y química para aprovechar la energía ambiental del aire exterior en climatización, podrían facilitar el hito de país verde.
Aerotermia, una revolución energética silenciosa
Reconocidas como la cuarta gran fuente de energía renovable -después de la hidroeléctrica, la eólica y la solar-, estas tecnologías no solo prometen reducir la huella ambiental, sino también transformar el panorama económico y energético europeo.
La aerotermia es una solución para satisfacer las necesidades de calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria en un solo sistema de manera económica y respetuosa con el medio ambiente. Es la forma de climatización más eficiente del mercado: puede extraer hasta el 75% de la energía del aire exterior. Y por cada kilovatio hora (kW) de electricidad consumida, aporta entre 3 y 4 kW térmicos. Según la Asociación de Fabricantes de Equipos de Calefacción (AFEC), el coste del calor producido se sitúa entre los 53 y los 71 euros por megavatio hora (MWh) térmico, lo que convierte a esta tecnología en una alternativa competitiva frente al gas natural, con una factura menor.
Apostar por la bomba de calor significa sustituir los calentadores y calderas de gas —que a partir de 2025 dejarán de recibir incentivos— y los equipos de aire acondicionado que aún hoy penden de muchas fachadas por un sistema más limpio. También precisa de un componente externo, que extrae la energía latente en el aire del exterior y la convierte en energía útil que calienta el líquido refrigerante ubicado en el interior de la bomba. El líquido se evapora y transfiere la energía calorífica al sistema de calefacción de la vivienda y al depósito de agua caliente sanitaria. Al enfriarse, el refrigerante vuelve a su estado líquido e inicia el circuito de nuevo.
El parque de edificios europeo es uno de los más antiguos del mundo, responsable de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las bombas de calor ofrecen una solución práctica para reducir la dependencia de combustibles fósiles, que originan el 70% de la energía consumida en calefacción y refrigeración en la Unión Europea (UE). En este sentido, un informe elaborado por el Buildings Performance Institute Europe (BPIE), principal think tank europeo sobre rendimiento energético de los edificios, alerta sobre el progreso insuficiente en la descarbonización de los edificios en la UE. Por ello, recomienda a los Estados miembros que implementen la nueva directiva europea sobre el rendimiento energético de los edificios, que debe poner fin a las calderas que funcionan con combustibles fósiles.
Ayudas y subvenciones
Una bomba de calor cuesta entre 500 y 1.500 euros, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), más los gastos de instalación. Para facilitar su adopción, hasta 2026 el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) atorga subvenciones de hasta 3.000 euros a los hogares que adquieran una bomba de calor aerotérmica. Por su parte, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) también ha lanzado recientemente un programa de incentivos para sistemas térmicos renovables.
Además de los beneficios para el medio ambiente y para los gastos fijos de los hogares, la aerotermia también supone un estímulo para la economía europea. Actualmente, existen 260 plantas de fabricación de esta tecnología en Europa que generan 170.000 empleos directos, una cifra que podría multiplicarse con políticas de apoyo adecuadas.
La aerotermia no es solo una alternativa prometedora; es una necesidad urgente para Europa. Su capacidad para reducir emisiones, mejorar la eficiencia energética y reforzar la independencia económica la posiciona como la revolución energética silenciosa que el continente necesita.