Por qué compras Lotería de Navidad aunque sepas que no te va a tocar: las hormonas tienen la culpa
El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad es uno de los eventos más esperados de estas fechas. Un día en el que a todos los españoles -o a la gran mayoría- les une la ilusión de que les pueda tocar alguno de los premios.
Una tradición que consigue que aquellos que nunca apuestan en juegos de azar, compren algún décimo con la excusa de «¿y si toca?».
El miedo a quedarnos sin premio nos perturba. Pensamos: ¿y si ese décimo que acaba en 2 o en 3 les toca a mis compañeros y a mí no? En psicología esa sensación se conoce como FOMO (miedo a perdernos algo).
No podemos soportar el hecho de no ser participes de la felicidad colectiva. Pese a que la probabilidad de que nos toque el Gordo, un segundo o un tercer premio es sólo del 0,001 %, la «ansiedad anticipatoria envuelta en la ilusión de que nos pueda tocar, eleva hasta las nubes nuestra dopamina», explica la psicóloga Sandra Ferreras.
Una cuestión de hormonas
«Todo está en nuestras hormonas», señala la experta. Las hormonas de la felicidad y de la recompensa unidas a la presión social, provocan en nosotros un optimismo irreal que nos empuja a comprar lotería de forma compulsiva.
Una vez finalizado el Sorteo, y tras la decepción del 22 de diciembre, llega «el día de la salud». Un día en el que los que no han sido agraciados con un solo euro de la Lotería de Navidad se consuelan con aquello de que «al menos tenemos salud». Y para los sí han tenido suerte, la psicóloga Ferreras aconseja dejar pasar unos meses antes de gastar el dinero del premio.
«En los primeros meses nos invade la dopamina. Hay que esperar a que bajen los niveles de esta hormona para poder tomar decisiones inteligentes», explica la experta.