Protección de los océanos de México; el balance del año – Periódico Noroeste
Los primeros pasos ya se han dado; es momento de construir de la mano de los sectores sociales y gubernamentales, porque la pesca mexicana y la salud de los mares está intrínsecamente ligadas y no pueden soportar otro año de negligencia e inacción.
Esta columna no busca alinearse con ningún sector, sino brindar matices a las posturas polarizadas respecto a las acciones para proteger tanto al mar como a las y los pescadores mexicanos. Este análisis debe incluir temas fundamentales como la protección y el cuidado de los océanos, así como el contexto en el que trabajamos las organizaciones de la sociedad civil.
Comienzo poniendo sobre la mesa un cambio significativo: hemos migrado de un sexenio en el que las organizaciones de la sociedad civil fueron relegadas, a uno que muestra mayor apertura y escucha. Este cambio, aunque parezca mínimo, podría abrir la puerta a construir reformas y políticas públicas sólidas para la protección ambiental.
Otro aspecto relevante es que, aunque las directrices del gobierno son fundamentalmente ideológicas (y subrayo que esto no implica juicio de valor), con la llegada de la primera mujer presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se presenta la oportunidad de nutrir el debate público con evidencia y resultados derivados de evaluaciones y estudios científicos. Este cambio es primordial, dado que permite incorporar elementos nuevos a la discusión que informen las decisiones y den como resultado un mejor diseño de política pública y del marco normativo existente.
A esto se suma la elección de perfiles competentes en sectores clave, algo que habíamos dejado de ver, pero que al analizar con mayor detenimiento los nombramientos en las áreas ambiental y pesquera, encontramos un patrón de profesionalismo que se repite en la administración pública federal de este nuevo Gobierno.
El contexto que he esbozado permite entender el entusiasmo de muchas organizaciones civiles ambientales, que ven en esta administración una oportunidad para atender problemas pendientes y recuperar avances positivos del pasado sexenio. Quiero señalar tres: 1) Desde 2018 dejó de darse concesiones petroleras en el Golfo de México, frenando el proceso de degradación iniciado con la Reforma Energética de Peña Nieto; 2) Se eliminaron subsidios altamente contaminantes a la pesca mexicana, como el de combustibles que beneficiaba principalmente a la flota industrial, y 3) Se impulsó una visión de conservación centrada en las personas, promovida por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
Sin embargo, no todo es positivo, y el gobierno de Claudia Sheinbaum enfrentará grandes retos. Entre ellos la insuficiencia de ingresos para garantizar los derechos de las personas debido a una recaudación fiscal débil y el gasto excesivo en proyectos de infraestructura irrelevantes.
Además, la crisis de seguridad ha alcanzado las costas mexicanas, poniendo en jaque a pescadores artesanales e industriales, a comercializadores y a todas las personas que dependen de la pesca en México. Esta situación se evidencia tanto en la violencia del crimen organizado como en quienes realizan pesca ilegal, la cual se calcula representa el 40 por ciento.
Por último, la sobreexplotación de nuestras pesquerías: el 34 por ciento están deterioradas, lo que significa menos peces y el riesgo de que desaparezcan si no hacemos nada. Esta crisis se agudiza con el cambio climático, cuyos impactos sobre los peces desconocemos, ya que la investigación pesquera en México es precaria e insuficiente.
La Dra. Claudia Sheinbaum, el secretario de la SADER, el Dr. Julio Berdegué, y el titular de la Conapesca, el Dr. Alejandro Flores Nava, reciben un aparato institucional y políticas públicas erosionadas por décadas de abandono del sector pesquero. El desafío es enorme, pero también las oportunidades.
Y estas radican en la apertura de este gobierno a colaborar y construir de la mano las políticas que permitirán avanzar hacia la pesca sustentable y asegurar los medios de vida de las 240 mil familias que dependen de manera directa de la pesca en México.
Los primeros pasos ya se han dado; es momento de construir de la mano de los sectores sociales y gubernamentales, porque la pesca mexicana y la salud de los mares está intrínsecamente ligadas y no pueden soportar otro año de negligencia e inacción.
Si en algún sector este gobierno puede dejar huella, es el pesquero. Hay décadas de rezago que recuperar.
* La autora Renata Terrazas es Directora Ejecutiva de Oceana en México