Cartas de lectores (III): Minería en Tucumán – La Gaceta
Por otra parte, Abel Peirano, en sus búsquedas geológicas, descubrió el yacimiento de oro Aguas de Dionisio y cedió sus derechos a la Universidad Nacional de Tucumán, y utilizando el antiguo método de copelación, Walter Tell consiguió hacer como muestra un lingote de oro. En el gobierno de Frondizi y sus asesores económicos se fijó un corto y perentorio plazo para renovar las concesiones mineras, y en esa angustiosa y apurada situación, haciendo cola, juntos, Peirano, Virla y Fredi Franco consiguieron salvar del peligro de caer en manos de mineras extranjeras al valioso y rico yacimiento de oro, plata y cobre de Aguas de Dionisio. Años después, en reclamo del funcionamiento del comedor universitario y otras cosas, hubo manifestaciones de protesta, y caído el rector Paz, los militares pusieron como interventor a Héctor Ciapuscio, el cual se empeñó en mejorar el comedor universitario, y por medio de la televisión pública, invitaba a los estudiantes universitarios a que, por una íntima suma, comieran bien. Así, por la televisión, los tucumanos se enteraron de que los privilegiados estudiantes universitarios comían casi gratis, mientras que el excluido pobrerío, al conocer esta noticia, se le revolvían las tripas de hambre. Y en el local del comedor universitario, los privilegiados ideólogos de la protesta, después de llenar la panza, pronunciaban, como sobremesa, sus encendidos discursos. Así Capuscio logró la pacificación de la protesta estudiantil, pero se opuso a un plan norteamericano financiado en dólares de control de natalidad, con el consiguiente reparto de abortivos entre el pobrerío, y también se opuso a entregar por monedas el rico yacimiento de oro Aguas de Dionisio a una empresa minera extranjera, y en tiempos de Sarrulle la Policía entró al comedor estudiantil universitario a garrotear a lo bestia, cosa que sirvió de detonante a una enorme protesta.