Empresas, innovación y colaboración: “el lugar” para estar es Davos
A1560 metros sobre el nivel del mar, Davos, Suiza, es la ciudad más alta de Europa y también el punto más alto de las discusiones globales. Cada enero, esta pintoresca localidad alpina pone la rosca al rojo vivo en un hervidero de ideas que buscan dar forma al futuro. Este 2025, la Reunión Anual del Foro Económico Mundial explorará un tema esencial: colaboración para la Era Inteligente. En un mundo remodelado por la inteligencia artificial y las tecnologías convergentes, los líderes enfrentan una responsabilidad histórica: garantizar que el progreso no solo sea rápido, sino también inclusivo.
El encanto de Davos no se limita a sus paisajes nevados ni a sus lujosos hoteles, donde hospedarse puede costar más de 10.000 euros por semana. Es en los pasillos del centro de conferencias, las cenas privadas y hasta en los trenes hacia Klosters donde surgen las conexiones más valiosas. Las tarifas astronómicas de las cenas exclusivas —que oscilan entre 5000 y 35.000 euros por persona— reflejan no solo un alto costo de entrada, sino también un potencial retorno exponencial. Un CEO puede cerrar un trato multimillonario en una recepción privada, mientras que un líder de ONG podría asegurar el patrocinio que transforme su misión.
Pero, ¿qué significa colaborar en la era de la hiperinteligencia? En un contexto donde la fragmentación tecnológica amenaza con excluir a sectores enteros del progreso, los líderes deben establecer marcos regulatorios que promuevan la inclusión y equilibren la innovación con la responsabilidad. La inteligencia artificial y otras tecnologías convergentes tienen el poder de resolver desafíos globales, como el cambio climático, pero también de exacerbar problemas como la desinformación o las brechas económicas. Sin una estrategia global que fomente la cooperación entre gobiernos, empresas y la sociedad civil, el progreso corre el riesgo de profundizar divisiones en lugar de reducirlas.
La innovación responsable es una de las grandes apuestas de esta edición de Davos. Tecnologías avanzadas como la IA ya están optimizando recursos naturales y modelando escenarios de mitigación climática, pero su impacto depende de cómo se implementen. Los compromisos asumidos en el Foro de Davos no deben quedarse en teorías inspiradoras; deben materializarse en acciones concretas.
Un ejemplo de esto sería el desarrollo de modelos económicos circulares que integren tanto a las grandes corporaciones como a las comunidades más vulnerables.
La acción colectiva y el liderazgo responsable también serán clave para convertir las promesas de esta era inteligente en beneficios tangibles para todos. Davos es un espacio único donde se cruzan las agendas de líderes de sectores dispares, desde corporativos hasta activistas sociales. Sin embargo, la verdadera colaboración no ocurre solo en los foros oficiales, sino en encuentros informales que permiten intercambios genuinos. Allí, una conversación espontánea puede abrir puertas inesperadas y forjar alianzas estratégicas.
El impacto de Davos no se mide en la cantidad de sesiones asistidas ni en los discursos escuchados, sino en las relaciones que generan acción. Un líder bien preparado entiende que cada interacción, incluso un café en el Belvédère o una charla en el tren, puede marcar la diferencia. La inversión, aunque alta, tiene sentido cuando se traduce en un progreso real, ya sea económico, social o ambiental.
A medida que los líderes ascienden a Davos, la altitud se convierte en una metáfora poderosa. Desde 1560 metros sobre el nivel del mar, nos recuerda que las grandes cumbres no se alcanzan en solitario. Requieren colaboración, visión y esfuerzo colectivo. Este año, el desafío es demostrar que la inteligencia no es solo un atributo tecnológico, sino una capacidad humana para imaginar, construir y compartir un futuro mejor. La cima que debemos alcanzar no es solo geográfica, sino la de un progreso que incluya y beneficie a todos.ß