México, un país de mares – Periódico Noroeste
La coordinación entre Gobierno y comunidades pesqueras es crucial para garantizar un cuidado efectivo de los mares y la restauración de las especies que ahí habitan. A la vez, brindaría alimento, así como una alternativa para que miles de jóvenes encuentren empleo y opciones de vida que les proporcionen un futuro digno.
México es un país de mares. Desde tiempos inmemorables, diversas comunidades se han asentado a lo largo de todo su litoral, desarrollando un vínculo inquebrantable con el mar donde la pesca ha sido su forma de vida tradicional, moldeando su cosmovisión, generando enorme riqueza cultural e incalculables conocimientos sobre el mar y los seres que lo habitan, los cuales son de gran importancia para la humanidad.
Sin embargo, las comunidades pesqueras que viven y colindan con el mar son especialmente vulnerables a los impactos del cambio climático, la contaminación por fuentes en tierra y mar, la pesca ilegal y la destrucción de hábitats. La capacidad de dichas comunidades para obtener alimentos del mar y vivir dignamente de la pesca va en deterioro. La disminución de los recursos marinos viene también acompañada de otro tipo de problemas, tales como la privatización, el acaparamiento de tierras y la violencia en muchos territorios.
Además, las comunidades pesqueras se enfrentan a otras dificultades: por ejemplo, no pueden decidir de manera plena sobre su territorio ancestral, que en muchas ocasiones involucra al mar. Posterior a la Revolución Mexicana de 1910, las comunidades y pueblos indígenas lograron el reconocimiento de sus territorios terrestres, pero el territorio marítimo quedó en manos de la jurisdicción federal, lo que, en algunos casos, ha limitado y dificultado la capacidad de las comunidades pesqueras para su defensa, protección y aprovechamiento con base en sus formas de vida tradicionales ligadas a los océanos.
Por ello es fundamental generar espacios de diálogo y de construcción de estrategias participativas entre autoridades y personas pescadoras, a fin de cuidar y aprovechar los recursos marinos. De este modo, las comunidades tendrán la posibilidad de compartir sus conocimientos y ayudar al diseño de estrategias que garanticen la perpetuidad de las especies marinas y, por tanto, de sus formas tradicionales de vida.
La coordinación entre Gobierno y comunidades pesqueras es crucial para garantizar un cuidado efectivo de los mares y la restauración de las especies que ahí habitan. A la vez, brindaría alimento, así como una alternativa para que miles de jóvenes encuentren empleo y opciones de vida que les proporcionen un futuro digno.
Con más de 11 mil kilómetros de litorales, de los cuales 7 mil 828 km pertenecen al Océano Pacífico y el Golfo de California, y 3 mil 294 kilómetros al Golfo de México y el Mar Caribe, el 65 por ciento del territorio nacional corresponde sólo a su superficie oceánica (INEGI, 2018), es decir, México es más que tierra.
El cuidado de los mares y la construcción de mecanismos participativos para su aprovechamiento puede generar empleos vinculados al turismo, la recreación y, por supuesto, mantener y fortalecer a la pesca. Actualmente, esta actividad da empleo directo al menos a 240 mil personas; hay estimaciones que mencionan que hasta 2 millones de mexicanas y mexicanos dependen del mar para subsistir
También son un pilar indispensable para la soberanía y la seguridad alimentarias. En México, el consumo de productos del mar per cápita anual es de 12.01 kg (Conapesca, 2016)
Por estas y muchas otras razones, es fundamental actuar de manera inmediata en el rescate de los mares y de los recursos pesqueros, a través de la participación social, de propuestas legislativas y de política pública, que pongan en el centro a las comunidades pesqueras mexicanas.
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El autor es León Pérez, coordinador de los trabajos en campo de Oceana en México.