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El siguiente tema en salud… la alimentación 2025/02/23 – Excélsior
Desde hace algunos años, contamos en México con una ONG, El Poder del Consumidor, de la que conozco poco, pero he notado sus campañas de difusión respecto de la salud nutricional en México y me han parecido sensatas, centradas y basadas en la ciencia. Se han apoyado en los estudios científicos muy serios publicados por el grupo de salud alimentaria del Instituto Nacional de Salud Pública, que sin duda están aportando conocimiento muy trascendente en el área y nos han mostrado conclusiones francamente sólidas.
El elevado consumo de ultraprocesados en México es una piedra angular de la epidemia de sobrepeso y obesidad que, junto con el covid, por primera vez en muchos años hizo retroceder la esperanza de vida de las y los mexicanos; y de ninguna manera podemos responsabilizar a las personas de dicho consumo, como pretende la industria que elabora los venenos en frascos y bolsitas a los que me refiero.
El argumento de la industria es que cada persona decide lo que se lleva a la boca de manera cotidiana, y eso es en principio cierto, pero no pondera todo el ambiente que resulta francamente propicio para el consumo de sus porquerías malsanas; además de la carencia de oferta de alimentos nutricionalmente valiosos. Un documental que vi hace poco pone en evidencia que más de 90% de la oferta alimentaria de las cadenas de tiendas llamadas “de conveniencia” es básicamente veneno; es decir, productos asociados a obesidad, hipertensión, diabetes, insuficiencia renal y cáncer.
Desde luego, son productos que contienen azúcares con alto poder adictivo que representan entonces jugosas utilidades para los productores y es por completo seguro que pondrán el grito en el cielo en el momento que el gobierno pretenda ponerles límites, y en ese sentido es mi comentario.
La administración previa se propuso un objetivo sensato que consistió en el etiquetado de alimentos y bebidas advirtiendo de excesos en calorías, grasas o sales. La nobleza del objetivo y un gobierno alineado con la salud de la población resultó en la articulación del programa, con enormes protestas, amenazas y pseudodenuncias de corrupción por parte de los dueños de las industrias que llenan sus bolsillos a costa de la salud de millones; y si esa fue la respuesta con unas etiquetas, ya veremos la ferocidad de la respuesta cuando se les intente limitar la venta de sus tóxicos.
Anticipo que llenarán todos los medios de comunicación, pagarán campañas de centenares de millones de dólares para “limitar el daño” a sus utilidades, y en el fondo seguirán envenenando en alguna medida a la población en su conjunto sin que les importe un comino la vida de nadie.
Son casi tan comerciantes de la muerte como los narcotraficantes. Lo veremos a corto plazo, pero todas y todos los que conocemos algo del tema tenemos la obligación de poner en evidencia la toxicidad real de esos alimentos y bebidas. Si tiene usted sed y sólo hay una de esas tiendas, por favor lo único que puede usted comprar sin riesgos graves es agua.