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Agua, medio ambiente y patrimonio: por qué Salamanca no quiere la planta de hidrógeno verde
Desde lo alto del teso donde Industria del Hidrógeno Altisidora, S.L. pretende construir su planta se ven, entre otras cosas, la urbanización Vega de Salamanca, y los barrios salmantinos de Huerta Otea y Pizarrales. También se ve como el viento arrastra hacia esas zonas habitadas el humo procedente de la fábrica de grasas instalada más a la izquierda, junto a la cuenca del Tormes que cruza la panorámica a nuestros pies. Hoy es uno de esos días en los que huele especialmente mal como se puede apreciar, por ejemplo, desde el aparcamiento del parque científico de Villamayor o los alrededores del cementerio de Salamanca.
Ruper Sánchez, portavoz de la asociación Cuidamos Villamayor y Manuel Pérez Hernández, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca y también miembro de este colectivo, miran con preocupación el horizonte. Explican que han recogido cerca de 1.600 alegaciones contra la futura planta de hidrógeno verde. No están en contra de este tipo de energías ni industrias. Pero piden que se hagan de la forma y en los lugares en los que generen menos impactos negativos. Y no es ni allí, ni así.
En esas alegaciones se expone que a pesar de la proximidad de la planta a núcleos urbanos y al cauce del Tormes, el estudio de impacto ambiental presentado no valora adecuadamente los riesgos y las posibles consecuencias negativas para la salud y el medio ambiente. Por ejemplo, no se concretan ni cuantifican las emisiones atmosféricas (venteos de O2, H2, amoniaco, óxidos de nitrógeno, etc.) ni la carga contaminante (sales, aceites,) de los efluentes líquidos.
Tampoco se ha estudiado el impacto de la planta con la acumulación y las sinergias con las numerosas instalaciones potencialmente contaminantes del aire, el agua y el suelo que existen en la zona o que también están en proyecto, lamentan.
La Parcela 14 del Polígono 1, Paraje Santibáñez Del Río de Doñinos de Salamanca, donde se plantea el proyecto, se encuentra a 300 metros del núcleo urbano de Santibáñez; a 2 kilómetros del de Doñinos de Salamanca; a 730 metros de Villamayor; y a solo 3 kilómetros de Salamanca, con su Hospital Universitario y el centro Hospitalario Martínez Anido a la misma distancia. Pero no figuran en el expediente informes correspondientes a ninguno de estos lugares, pese a que todos ellos tienen tanto población como servicios y recursos afectados. Tampoco hay información de la Confederación Hidrográfica del Duero a pesar de la proximidad del río, ni de otras administraciones.
Alto consumo de agua y riesgo de contaminación del Tormes
Una de las cuestiones que inquieta a Cuidamos Villamayor es el altísimo consumo de agua de este tipo de industrias. En concreto esta planta consumirá 245.990.000 litros de agua según el BOCyL. Para la asociación resulta «una cantidad inadmisible teniendo en cuenta que se pretende abastecer de la red local de agua del municipio de Doñinos de Salamanca».
Esta cantidad de agua, calculan, corresponde al consumo de 10.530 habitantes al día, (con sus correspondientes gastos de abastecimiento, almacenamiento y producción). Pero el municipio de Doñinos tiene 2.000 habitantes y ya sufre problemas de abastecimiento en algunos momentos. Pese a que depende de diferentes sondeos no tiene capacidad suficiente para abastecer en principio a la población y la industria.
«La concesión de agua y de las infraestructuras de abastecimiento, potabilización, saneamiento y depuración para un negocio privado como esta planta, nos parece inaceptable, y la plataforma Cuidamos Villamayor en representación de los afectados se ha dirigido al Ayuntamiento de Doñinos solicitando informe negativo y al presidente de la Confederación Hidrográfica del Duero, responsable del buen estado de las aguas de la Comarca». También solicitan que informe negativamente este proyecto, porque el consumo que plantea podría ser incompatible con la concesión otorgada y con el Plan Hidrológico y «porque el cambio climático obliga a extremar las medidas preventivas para evitar la sobreexplotación de los recursos hídricos en un horizonte de escasez», destacan.
El proyecto de Altisidora S.L. recoge que el río Tormes está en «riesgo alto de incumplimiento de los objetivos ambientales». Pero la operación de la planta conlleva riesgos de contaminación accidental, ya sea por fugas de productos químicos utilizados en el proceso industrial o por derrames asociados al mantenimiento y operación de la planta. Estos vertidos podrían agravar la calidad química del agua y dificultar aún más la recuperación del río Tormes.
Otro riesgo es la contaminación potencial por el aumento de la temperatura del agua del río, pero el proyecto no especifica en ningún momento la temperatura a la que se verterá el agua de rechazo al cauce del Tormes, pese a que aumento de la temperatura del agua puede afectar, entre otras, a las especies de peces que en él habitan.
Otros impactos ambientales
Los impactos de la planta contemplados por Cuidamos Villamayor no quedan ahí. Por ejemplo, los niveles de ruido que puede generar y que pueden causar molestias a los vecinos y afectar a la calidad de vida de la zona.
Otro es la propia manipulación de hidrógeno, un gas altamente inflamable, con una energía cuya ignición es 20 veces menor que la del gas natural o la gasolina. Afirman que puede encenderse con teléfonos celulares o tormentas eléctricas a kilómetros de distancia, lo que implica un riesgo elevado de explosiones e incendios, todo ello, podría tener graves consecuencias para la población y el medio ambiente.
Vistas de la urbanización Vega de Salamanca y del barrio de Pizarrales desde la parcela de la futura planta.
Álex López
La asociación no menosprecia tampoco el impacto de la planta en los ecosistemas sensibles presentes en la zona. Una de ellas es su fragmentación. Las dimensiones de la planta, así como las vías de acceso y el tránsito de vehículos que tendrán, dificultarán la conectividad ecológica y alterarán el hábitat de especies de flora y fauna asociadas a la vegetación de ribera.
Dada la proximidad del río, temen la alteración del equilibrio ecológico en la ribera del Tormes. Para empezar, se realizará una eliminación directa de vegetación para abrir paso a las infraestructuras. Pero esta es además refugio para numerosas especies de animales, contribuye al mantenimiento de la calidad del agua y protege frente a inundaciones.
Las actividades de construcción también compactarán y ocasionarán pérdida de más suelo ribereño, añaden. Además, la planta aumentará el riesgo de contaminación de las aguas superficiales, afectando nuevamente de forma negativa a la flora y fauna asociadas.
Dos yacimientos arqueológicos y dos BIC afectados
El enclave en el que se proyecta la fábrica es muy sensible de albergar restos arqueológicos y se encuentra en el entorno de yacimientos y BIC que tienen alrededor su zona de protección. Manuel Pérez, profesor de Historia del Arte, recuerda que ya durante los trabajos de construcción de la papelera aparecieron abundantes restos, actualmente en el Museo de Salamanca.
En concreto, destaca los posibles impactos que las actividades de construcción y operación podrían tener sobre los yacimientos arqueológicos Vertedero y La Vega, ubicados en el término municipal de Santibáñez del Río, así como la iglesia parroquial de esta pedanía de Doñinos de Salamanca, y que se encuentran protegidos por la normativa nacional y regional.
En la media ladera del teso, en el límite de la llanura de inundación del río, al oeste del caserío de Santibáñez se encuentra el yacimiento conocido como Vertedero. Allí se han encontrado Tégulas en gran cantidad dispersas, asociadas a un lugar de habitación indeterminado de época tardorromana-visigoda.
En la vega del Tormes está el otro yacimiento arqueológico citado, La Vega, en el que han aparecido materiales constructivos dispersos (tégulas, ímbrices), fragmentos de molinos circulares, cerámica común a torno y Terra Sigillata Hispánica. También se hallaron lápidas funerarias romanas en la cimentación de la ermita. Relacionado con una villa romana y fases plenomedievales de repoblación.
Pero además hay dos Bienes de Interés Cultural (BIC) en la zona. Uno es la Iglesia parroquial de Santibáñez del Río, una ermita románica de finales del siglo XII.
El otro es el Paraje de La Salud, situado en la orilla izquierda del río Tormes, donde se localizan un conjunto de grabados paleolíticos y post-paleolíticos realizados en diversos paneles rocosos. Representan un ejemplo único de Arte Paleolítico al aire libre, con grabados de piqueteado e incisión que datan de hace unos 20.000 años.
Se trata del Bien de Interés Cultural más antiguo de Salamanca y las investigaciones revelan que aún «falta mucho por descubrir que está oculto», lo que resalta su potencial arqueológico y su relevancia para comprender las manifestaciones artísticas prehistóricas en Europa.
La protección legalmente establecida de todos estos espacios exige la preservación de su entorno. La instalación de una fábrica en las inmediaciones podría contravenir estas disposiciones al alterar la integridad física y visual de los bienes.
Por todas estas y otras razones, Cuidamos Villamayor se opone a la autorización de este proyecto de producción de hidrógeno y oxígeno. Demasiadas cosas en juego en un entorno para el que todavía se plantean otros proyectos que temen que hagan caer en picado la calidad de vida de los vecinos de Doñinos, Villamayor y Salamanca.