
El gran giro de las bolsas mundiales: las ‘STARS’ europeas ya destrozan el efecto IA de las Siete Magníficas
Los inversores han recordado estos meses una valiosa lección: el futuro de la IA puede ser brillante, pero no es seguro… y la guerra no cambia nunca. Toda la atención durante los últimos años se ha centrado en la marcha de las grandes tecnológicas norteamericanas. Las conocidas como las Siete Magníficas vivieron una auténtica fiebre bursátil con la inteligencia artificial, que prometía un nuevo horizonte de ingresos de rentabilidades. Sin embargo el motor de esta revolución se ha gripado y, prácticamente de forma paralela, el de la guerra se ha encendido como nunca. Tal ha sido la rotación que las grandes firmas de defensa ya han creado su propia constelación de estrellas bursátiles que, en conjunto, superan la andadura de los siete titanes norteamericanos no sólo en los últimos meses, sino en los últimos 5 años.
Los valores europeos ligados a la guerra viven en conjunto una revalorización del 46% en lo que va de 2025 frente al retroceso del 8% del grupo compuesto por Amazon, Alphabet (Google), Tesla, Nvidia, Microsoft, Apple y Meta. Ampliando la mirada a los últimos 5 años, estamos hablando de una subida del 227% para el grupo de las estadounidenses frente a la revalorización del 268% de las europeas.
Las más grandes del viejo continente en cuanto a capitalización son RheinMettal, Thales, Leonardo, Dassault, BAE, Rolls-Royce y Safran. Todo ello excluyendo a un Airbus que, si bien tiene gran presencia en el negocio militar con sus aeronaves, la realidad es que tiene sus líneas de ingresos muy repartidas con los aviones comerciales, que suponen la mitad de su facturación.
Un nueva constelación bursátil emerge
Clément Inbona, gestor de fondos de La Financière de l’Échiquier, afirma que «toca olvidarse de las Siete Magníficas. La nueva sensación son ‘Le(s) STARS'». Estas serían Leonardo, Saab, Thales, Airbus, RheinMettal y Safran. De este modo la firma realiza su propio ranking de las empresas llamadas a dominar el corto y medio plazo de un nuevo ciclo bursátil. A diferencia de la IA, cuya recompensa venía de un futuro incierto (aunque realmente prometedor), los inversores ven la nueva era bélica muy tangible.
Inbona se remite a los últimos resultados de Thales en los que su consejero delegado afirmó que «estamos al inicio de una década de fuerte crecimiento», para ilustrar que «la Unión Europea ha tomado conciencia de la situación ante un paraguas de la OTAN que cada vez cubre menos y la amenaza rusa que se cierne sobre la región». El único desafío pasa porque los diferentes países de la UE consigan diluir las amenazas para sus presupuestos que supone la elevada carga de déficit con la que cuentan algunos países como Francia. Sin embargo, «la deuda ligada a defensa quedará fuera del PIB para los límites de Bruselas, lo que agiliza mucho el camino».
La nueva era dorada de la defensa
La Comisión Europea anunció hace dos semanas un plan de rearme europeo por importe de 800.000 millones de euros. El objetivo de Bruselas es que la mayor parte de ese dinero se quede en las contratistas militares continentales y no salga fuera. Los inversores son escépticos de la capacidad que tiene Europa para armarse por sí misma sin recurrir a la fuerte dependencia que tienen de las firmas norteamericanas.
Al anuncio de la Comisión se suma el plan de rearme provisto por diferentes países como Reino Unido (aliada de la UE), Alemania o Polonia. Varsovia, de hecho, quiere blindar la inversión militar constitucionalmente. Este despliegue de recursos militares por parte de los diferentes países han supuesto un revulsivo en la cotización de las firmas militares europeas.
Pero la fotografía actual es la última de una larga secuencia que comenzó hace años. En 2014, los países miembros de la OTAN (la mayoría socios de la Unión Europea) prometieron elevar el gasto militar hasta el 2% del PIB nacional, coincidiendo con el inicio de la guerra de Ucrania en el Donbás y la anexión rusa de Crimea.
Esta promesa se avivó tras dos acontecimientos. Por un lado, las amenazas soltadas por Donald Trump en su primer mandato, advirtiendo de que EEUU saldría de la OTAN y rehusaría ayudar si los países no incrementaron el gasto. Por otro lado, el comienzo de la invasión rusa de Ucrania a gran escala en febrero de 2022, que supuso importantes aumentos de las inversiones nacionales en defensa.
La mayoría de los países en la actualidad han alcanzado el 2% del gasto militar. De hecho, esa cifra es vista como un nuevo suelo y es que la propia Unión Europea ha anunciado su intención de llegar a un gasto militar equivalente al 3,5% del PIB. Trump, incluso, ha advertido de que la cantidad debería incrementarse todavía más: al 5%.
El realineamiento de los intereses estratégicos europeos en la industria militar han alimentado la cotización de las top militares del continente. En los últimos cinco años, han crecido un 268%, superando la fiebre inversora en la IA y la tecnología de las Siete Magníficas.
«La capacidad del sector para absorber este exceso de demanda también plantea dudas, ya que el tejido industrial está fragmentado»
Lale Akoner, analista de mercados globales de eToro, aseguró que la estrategia internacional inestable está jugando un papel destacado: «La política militar indecisa de la administración Trump, que suspendió toda la ayuda a Ucrania y luego dio marcha atrás en esta decisión, ha ejercido más presión sobre los líderes europeos para que tomen cartas en el asunto y lleguen a un acuerdo de paz para disminuir su dependencia de la ayuda militar estadounidense». El analista asegura que estas condiciones han creado «una tormenta perfecta para el sector europeo de la defensa», ya que la región dependerá ahora más de sus propios contratistas. «Los inversores deberían estar atentos a si estos planes y promesas se materializan en financiación y gasto concretos en los próximos meses», agrega el experto.
Desde La Financière de l’Échiquier explican que «la capacidad del sector para absorber este exceso de demanda también plantea dudas, ya que el tejido industrial está fragmentado y, hasta ahora, han primado en él los intereses nacionales». El ejemplo de los aviones de caza es elocuente. Son cinco los modelos que conviven en el continente: el Rafale francés, el Eurofighter anglo-germano-italiano, el Gripen sueco; pero, sobre todo, los F-16 y los F-35 estadounidenses. El programa del caza del futuro, denominado SCAF (Sistema de Combate Aéreo del Futuro) podría esbozar una forma de convergencia continental.
Las ‘estrellas’ de la guerra
La estrella europea que está liderando la fiebre bélica en la bolsa europea es RheinMetall. La firma alemana detrás de gran parte de la tecnología de los tanques Leopard ha casi duplicado su valor en los últimos años. Su capitalización actual roza los 60.000 millones de euros, en línea con otros gigantes del sector como BAE Systems (59.000 millones de euros) o Thales (52.000 millones de euros). No obstante, ni Rheinmetall ni sus compañeras francesa o británica son los únicos jugadores militares en Europa.
Estas firmas «pata negra» se encuentran por detrás de grupos empresariales más complejos. Es reseñable, por ejemplo, el conglomerado Dassault: además de contar con la división aérea, con un valor de capitalización de 25.000 millones de euros, presenta importante activos en el campo de la consultoría tecnológica, los medios o la agricultura.
En este campo de jugadores polifacéticos se cuentan dos grandes actores: Rolls-Royce, cuya capitalización supera los 80.000 millones de euros, sus beneficios superaron el año pasado los 3.000 millones de euros y su división militar supone sólo un tercio de sus ingresos, y Airbus, el gigante aeroespacial europeo, con una capitalización de 135.000 millones de euros, unos beneficios de 4.300 millones de euros y cuya división militar supone la sexta parte de sus ingresos.
Aunque la atención inversora se ha centrado en estas firmas con importantes activos militares, otras viejas compañías industriales con un pasado bélico están resurgiendo. Es el caso de ThyssenKrupp, famosa por el acero o los ascensores, que está salvando el invierno industrial alemán gracias a su división de submarinos, la más importante de toda la OTAN (con permiso de los nucleares estadounidenses). En lo que llevamos de año ha crecido un 127%.
El auge de las armas pilla a la IA en horas bajas
Esta tendencia, además, ha pillado a una inteligencia artificial en su peor momento desde que a finales de 2023 la fiebre que parecía incontenible conquistase los mercados. El problema ha empezado ya claramente con DeepSeek, la IA china que promete unas funcionalidades semejantes a sus rivales, pero con unos menores recursos tanto en chips como en energía y recursos. Esto ha abierto la puerta a una gran pregunta: ¿Y si el techo de la Inteligencia Artificial no era tan alto como pensábamos?
Este giro existencial se produce justo cuando otra tormenta se posa sobre este sector: Donald Trump. Si la demanda de la IA ya estaba en entredicho, los aranceles y el final de los subsidios a los semiconductores prometen afectar a la rentabilidad, con mayores costes por ambos frentes. Desde Coface ven que ahora «se produce una reducción en la demanda que genera que la industria de la IA puede verse ante un exceso de capacidad, que obligaría revaluar toda su cadena de valor».
Esto ha provocado que una nube de incertidumbre se pose sobre estos valores y, mientras todo se oscurece con la IA, el sol sale para la industria bélica, cuyo techo a día de hoy parece tan alto como sean capaces de saltar. De hecho el problema es más bien que las empresas europeas no tengan la suficiente capacidad para asumir la lluvia de pedidos que viene sobre ellas. En ese sentido hay una gran cantidad de inversión en EEUU que ahora mira al otro lado del Atlántico.
El dinero va de Nueva York a Bruselas
La política económica de Donald Trump, deshaciendo alianzas históricas e imponiendo y quitando aranceles a diestro y siniestro, está dañando severamente a la bolsa estadounidense. En un primer momento, los inversores celebraron la victoria del republicano, pero en las últimas semanas han retirado sus posiciones de Wall Street en busca de mejores puertos.
Un par de datos ilustran esta tendencia de diversificación, por no decir de huida de la renta variable norteamericana. Mientras el S&P 500 se deja en el último mes casi un 4%, el Euro Stoxx 600 crece un 8%.
Desde eToro coinciden en que está habiendo una rotación real de los inversores llevando dinero de empresas como Nvidia a otras como RheinMettall. Tras las caídas de la IA «los inversores buscan diversificarse en regiones y sectores, y la industria de Defensa ha captado la atención con su reciente y fulgurante subida».
El conjunto de las Siete Magníficas ha perdido un 8% en lo que llevamos de año. En el mismo período, las Siete Estrellas de la defensa europea han crecido un 46%, lo que posiblemente se deba a un trasvase de accionistas desde la tecnología hacia la guerra.
¿Una burbuja bélica?
En cualquier cosa no es todo positivo para la industria de la guerra. De hecho muchos analistas como los de BCA Research hablan de la posibilidad de que el ánimo esté demasiado caldeado. Si bien ven un horizonte temporal positivo, «se han descontado demasiadas buenas noticias demasiado rápido», comentan los analistas de la firma.
En ese sentido explican que «debería justificarse cierta cautela a corto plazo, las subidas tan pronunciadas hacen que estén muy expuestas a una decepción. Las condiciones actuales de mercado no son propicias para que el repunte siga a este ritmo«. La firma comenta que hay muchas ‘decepciones’ posibles que podrían activar un momento de cierto pánico. «Un análisis detallado del plan ‘ReArm Europe’ revela serias limitaciones». Si bien creen que Alemania tiene mucho margen para gastar, «esto no se extiende a países como Francia, Bélgica, Italia o España«. Señala particularmente a estos dos últimos, que tienen una elevada deuda y «son los dos países más rezagados en el gasto militar».
Los analistas no se han puesto al día aún respecto al potencial de este sector y, si bien ya empieza a haber revisiones al alza, la realidad es que el retorno que ven para estas acciones para los próximos 12 meses es muy estrecho. En el caso del rey bélico, RheinMetall, apenas le otorgan un 2,1% de potencial de revalorización frente a las caídas del 10% de Thales y Leonardo, del 7% para BAE o del 2,3% para Rolls Royce. Los favoritos del consenso de los analistas son las francesas Dassault y Safran, que todavía tendrían una trayectoria del 6,2% y del 5,9%, respectivamente.
Queda por ver si nuevamente volverán a romperse sus límites y seguirán la estela trazada estos primeros meses o si aminorarán la marcha. Lo que es seguro es que las armas europeas son las nuevas estrellas de los parqués a nivel mundial.