
La minería gallega acelera en la carrera para abastecer a Europa de materiales estratégicos
Tierras raras, cobalto, cobre, níquel, feldespato, antimonio, arsénico, wolframio, litio, berilio, antimonio, barita… La lista de minerales fundamentales con indicios de potencial explotación en suelo gallego es amplia. De hecho, algunos ya se extrajeron en el pasado, durante la efervescencia minera de los años 70 y 80 del siglo pasado, hasta que la descomposición de la antigua Unión Soviética inundó el mercado de materias primas y tiró los precios. Desde entonces, en los 90, en Galicia cerraron muchas más minas de las que abrieron. Pero ahora, el contexto geopolítico ha dado otro giro. Europa no quiere quedar en fuera de juego y fija para ello unos objetivos claros: antes de 2030, el continente debe producir el 10% de sus materias primas, el 40% refinadas y el 25% procedentes de reciclaje, y no depender en más del 65% de ninguna sustancia procedente de un único país. Una estrategia ambiciosa en la que Galicia quiere jugar un papel «referente». Como lo fue en el pasado.
Esa es la principal conclusión de la jornada ‘Galicia, clave na autonomía europea de minerais’, organizada en Santiago por la Cámara Oficial Mineira de Galicia. Con todos los actores de la cadena de valor reunidos, desde las empresas a las universidades y la Administración, el mensaje fue claro: como hacen falta recursos y Galicia tiene «un potencial tremendo», lo que toca es «descubrir yacimientos y abrir minas». Pero no como las de los años 70 y 80, sino adaptadas a las nuevas exigencias ambientales y sociales. «El gran desafío es ese: pasar de la minería como imagen de destrucción a la de construcción, a la de una minería aliada para nuestro progreso», afirmó la presidenta de la Cámara, Cecilia Trancón, en la apertura de la jornada.
La radiografía más nítida de ese potencial gallego la ofrecieron desde el ámbito universitario Javier Taboada, catedrático de la Escuela de Ingeniería de Minas y Energía de la UVigo; y Jordi Delgado, catedrático de la Escuela Técnica Superior de Enxeñaría de Camiños de la UDC.
El primero animó a recuperar en Galicia el «empuje minero» perdido en los 90 porque así lo exige el contexto actual. «Galicia tiene muchos indicios de materiales fundamentales», dijo, además de conservar una actividad minera importante, la segunda mayor de España tras Andalucía, superando en los últimos años a Cataluña o Castilla y León. Puso como ejemplo de explotaciones en marcha o en estudio yacimientos de oro en Corcoesto, Santa Comba, Pontedeume, Tomiño y O Carballiño; de plomo y cinc en Pedrafita; de cobre en Moeche y Touro; de estaño en Monterrei, Verín y Laza, además de Penouta, donde también se aprovechó el coltán; el wolframio de San Finx, A Gudiña o Casaio; hierro en Viveiro o A Fonsagrada; antimonio en Vilarbacú; tierras raras por investigar en la Serra do Galiñeiro; platínidos en Cabo Ortegal y Ordes…
Su compañero de la UDC Jordi Delgado llamó a «empezar a prestarle atención a esos elementos críticos» y puso el foco en los pasivos mineros, los restos de antiguas explotaciones «que pueden ser objetivo de investigación y de reintroducción en algún proyecto», ya que muchos contienen sustancias estratégicas. Eso sí, alertó de la relevancia de cambiar el modus operandi para vencer la oposición social que existe a la minería, fruto de décadas de cierta barra libre en la explotación. «Eso alimentó la percepción social sobre la minería, que está ahí y no se puede evitar», apuntó.
De hecho, la oposición social y el exceso de burocracia, que alarga hasta el infinito los plazos para abrir una explotación, son los dos principales handicaps a los que se enfrenta la minería gallega para poder explotar todo su potencial.
La mina de Touro, contribución a la regeneración ecológica
En el largo proceso administrativo que se requiere para echar a andar es en el que se encuentra ahora Cobre San Rafael para abrir su mina de Touro. Lo explicó el director general, Fernando Riopa, que exigió una legislación «ágil» y recordó que la minería es «básica» para mantener el actual Estado de Bienestar y también capaz de fijar población en el rural. La de Touro es, precisamente, la primera de Europa que introduce y valora el concepto del capital natural, un nuevo paradigma dentro de los proyectos industriales que ya se aplica en la construcción o la energía. Lo desveló Javier Colilla, socio director de Netvalue, que puso en valor que Cobre San Rafael haya sido la primera empresa del sector en la UE con esta apuesta. «Se calcula el valor económico del capital natural, que incluye suelo, aire, agua, flora, fauna… y convertimos ese valor en euros». En el caso de Touro, los resultados del estudio apuntan a un saldo positivo: es decir, que el proyecto minero no solo minimiza su impacto ambiental sino que contribuye activamente a la regeneración ecológica del territorio.