
Menos coches y más tanques: la industria alemana del automóvil trata de aprovechar la inversión en defensa
Alemania ha dicho adiós a la austeridad con una reforma de la Constitución que allana un millonario plan de gasto en defensa. Una inversión que cuenta con un amplio respaldo político y que puede suponer un revulsivo para la todopoderosa industria germana, que no está en su mejor momento. Y si hay un sector que vive en horas bajas ese es el del automóvil, que ve cómo se le levantan muros a la hora de exportar vehículos a Estados Unidos, el mayor mercado de coches del mundo, con el arancel del 25% que va a imponer Donald Trump.
Ese cambio de prioridades pone en el foco a los grandes fabricantes del sector, como Volkswagen, que en los últimos meses ha cerrado un plan de reestructuración que pasa por recortar 35.000 puestos de trabajo hasta 2030, pero de forma pactada y sin cierres de fábricas. Algunas de estas, las que tienen una perspectiva de futuro menos clara para la fabricación de coches, ya suenan como posible vía para acelerar la producción de material militar.