
La maniobra de Elon Musk para ocultar los problemas de X y aprovecharse de tus datos
Cuando Elon Musk compró Twitter en 2022 y fundo xAI un año más tarde, los planes del hombre más rico del mundo se hicieron más que evidentes: formar un ecosistema de empresas que se complementasen entre sí y le garantizaran un control casi total de los canales de información, flujo de datos y entrenamiento de inteligencia artificial. Dos años más tarde, cambios de nombre, despidos masivos y nuevas políticas de moderación, la red social ha perdido anunciantes, usuarios y valor de mercado. Ahora, Musk ha vendido la plataforma X a xAI, la empresa de inteligencia artificial que él mismo posee. Una maniobra que va mucho más allá de una simple reorganización interna e ilustra algunos de los grandes problemas del tecnoligarca.
La operación, valorada en 33.000 millones de dólares y que no implica intercambio de efectivo, sino que se ha realizado mediante venta de acciones, ha puesto nuevo precio a xAI: 80.000 millones de dólares y otro a X: 33.000 millones, según el magnate. Una cifra que es menor a los 44.000 millones de dólares que Musk pagó por la empresa de redes sociales en 2022, pero que supera con creces la última valoración que le asignaban algunos analistas de inversión a X de tan solo 12.000 millones.
¿Por qué este movimiento y por qué ahora? La búsqueda de una ‘superapp’, la acumulación masiva de datos y librarse de un gran agujero financiero.
La búsqueda de una ‘superapp’
Esta forma de camuflar negocios fallidos en negocios prósperos, moviendo activos de un bolsillo a otro, también está acelerando otra idea que el multimillonario lleva metida entre ceja y ceja mucho tiempo: convertir X en una «superapp», un espacio unificado con todo tipo de funciones, como ya hemos visto en plataformas como WeChat, que además de ser un servicio de mensajería, haría de red social o incluso permitiría hacer pagos. Hace unos días, Linda Yaccarino, CEO de X, anunciaba que Visa será el primer socio del servicio XMoney con el que hacer pagos y también hemos visto la llegada de las videollamadas a la plataforma.
“Esta unión tiene como objetivo combinar los datos, los modelos, la computación, la distribución y el talento bajo un mismo techo. Liberará un inmenso potencial al combinar la capacidad y la experiencia avanzada en IA de xAI con el alcance masivo de X”, afirmaba Musk al cerrar la venta. En otras palabras, pretende usar la red social como plataforma para alimentar y desplegar tanto sus sistemas de IA, algo que ha empezado a hacer con Grok, el chatbot que lleva ya algún tiempo integrado dentro de la propia plataforma, como con otros servicios.
Musk fundó xAI para competir con la empresa detrás de ChatGPT y que él mismo cofundó, OpenAI, que alcanzó una valoración de 157.000 millones de dólares en 2024 y que podría llegar a los 300.000 millones con el respaldo de SoftBank. Desde entonces, no sólo ha demandado a la compañía y se ha ofrecido a adquirirla, argumentando que solo él puede crear una IA responsable que no destruya a la humanidad, sino que ha puesto toda la carne en el asador y ha empezado a movilizar capital para engrosar desmedidamente la capacidad de un nuevo clúster de superordenadores en Memphis llamado Colossus, que se promociona como el más grande del mundo.
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En su cruzada contra su archienemigo Sam Altman, CEO de OpenAI, xAI también presentó hace unos días Grok-3, la última versión de su IA, que ya ofrece respuestas automáticas en conversaciones o resúmenes de noticias. En este escenario, la fusión de ambas compañías podría brindarle a Musk la oportunidad para distribuir aún más los productos de xAI y llevar la personalización a otro nivel. Todo eso sin tener que depender de terceros.
Un pozo enorme de datos
Con este movimiento, Musk está convirtiendo a X en el laboratorio y motor de crecimiento de su inteligencia artificial, pudiendo aprovechar una ingente cantidad de datos de los usuarios para entrenarla. Sin embargo, una fusión de estas características también plantea dudas importantes sobre la privacidad, el uso de los datos y la opacidad de los modelos de xAI. Sobre el peligro de que la compañía tire de todo el contenido que se publica en su red social para entrenar a sus modelos de IA. Hace unos días, varios expertos en privacidad levantaban la voz de alarma cuando la gente empezó a introducir sus imágenes médicas (radiografías, resonancias, etc.) en Grok pidiendo diagnósticos. El motivo: Elon Musk, propietario de X, había hablado de las bondades de su modelo en este campo.
Ni Gemini, de Google, ni ChatGPT, de OpenAI, han hecho un llamamiento público similar, aunque los usuarios también pueden enviar imágenes médicas a estas herramientas. Se trata de información muy personal, y no se sabe exactamente qué va a hacer Grok con ella, En su política de privacidad, la compañía ha dicho que no venderá los datos de los usuarios a terceros, pero sí los comparte con “empresas relacionadas”.
Las críticas llegan casi paralelamente al anuncio de X de actualizar sus políticas de privacidad para permitir que se usen las publicaciones para alimentar a su IA: «Al enviar, publicar o mostrar contenido a través de los Servicios, nos otorga una licencia mundial, no exclusiva y libre de regalías y acepta que esta licencia nos permite analizar el texto y otra información que proporcione para mejorar los servicios, incluyendo el uso y el entrenamiento de nuestros modelos de IA, ya sean generativos o de otro tipo». Es decir, técnicamente, X ya está entrenando abiertamente a su IA con las publicaciones de los usuarios, con la salvedad de quien solicita manualmente una exclusión voluntaria.
“Al final, el desarrollo de la inteligencia artificial y las aplicaciones ya ha empezado a fundamentarse no tanto en la evolución de técnicas o innovación, sino en lo que se puede hacer con datos precisos. Y cuanto mayor sea el volumen de esos datos, mayor capacidad y poder tienen estas grandes empresas”, explica a El Confidencial José Manuel Molina, catedrático del área de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial en la Universidad Carlos III. “El problema ahora es que esta estrategia también sirve como una manera de esquivar las normas de privacidad. Beneficia a Musk porque se limpia las manos cuando le entrega los datos de los usuarios de una empresa a otra, porque ahora serán la misma. Es un agujero, pero lo están solventando con movimientos como este. Eso le va a ahorrar muchos dolores de cabeza en el futuro”, añade Molina.
Librarse de un agujero en el bolsillo
Mediante esta maniobra, Musk también ha fusionado una empresa que había estado perdiendo valor, X, con una que había estado ganando valor, xAI. A la primera, la ha usado como ariete para promover sus ideas políticas, haciendo campaña por Trump y buscando apoyo para su cruzada DOGE en el recorte de gastos gubernamentales. Eso ha empeorado sus perspectivas de crecimiento, dado que la mayor parte de los ingresos del sitio provienen de la publicidad y estas se han mostrado reticentes por su nula moderación. En enero, Musk informó a sus empleados que los ingresos eran «poco impresionantes» y que la empresa «apenas alcanzaba el punto de equilibrio».
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Mientras, la segunda pasaba de una valoración de 24.000 millones en mayo pasado a 40.000 millones en enero. “Con toda esta estrategia, Musk parece estar diciendo: ‘Tengo una empresa, quizá no en quiebra, pero que no es mi joya de la corona. La compraré de forma que parezca un éxito utilizando una de mis otras empresas'», explicaba Andrew Verstein, profesor de la Facultad de Derecho de la UCLA a The New York Times. Es decir, que lo que el magnate está haciendo es endosar una empresa que podría tener interés inversor (xAI) y ponerle un ancla en forma X, en quien nadie tenía interés, para obligar a los posibles inversores a financiar una inversión fallida.
Otra lectura que algunos analistas hacen es que Musk cree que Tesla está en problemas y que la mejor explicación de esta venta es que esté respondiendo a los temores de que el millonario tenga que vender acciones de su empresa de coches eléctricos, que usó como garantía para pedir un préstamo a la hora de comprar Twitter. Con las acciones de la empresa automotriz cayendo en picado, Musk se quita un problema más de encima con la táctica de colgárselo a otra de sus empresas y deja ver que ambas crecen. Es algo en lo que ya ha demostrado ser un especialista, en inflar de cara a los inversores cada uno de sus productos. Y hasta hace muy poco le ha salido realmente bien.
Cuando Elon Musk compró Twitter en 2022 y fundo xAI un año más tarde, los planes del hombre más rico del mundo se hicieron más que evidentes: formar un ecosistema de empresas que se complementasen entre sí y le garantizaran un control casi total de los canales de información, flujo de datos y entrenamiento de inteligencia artificial. Dos años más tarde, cambios de nombre, despidos masivos y nuevas políticas de moderación, la red social ha perdido anunciantes, usuarios y valor de mercado. Ahora, Musk ha vendido la plataforma X a xAI, la empresa de inteligencia artificial que él mismo posee. Una maniobra que va mucho más allá de una simple reorganización interna e ilustra algunos de los grandes problemas del tecnoligarca.