
Malvinas desde un enfoque de Derechos Humanos y Soberanía
Necesitamos visibilizar más la problemática Malvinas, reconstruir su historia como un intento de desagravio. La afirmación de nuestros derechos soberanos sobre las islas Malvinas y las Islas del Atlántico Sur históricamente ha sido una causa sentida por el pueblo argentino. Precisamente por eso fue utilizada por el gobierno de facto como un ilusorio intento final de perpetuarse en el poder. Resulta necesario, por lo tanto, conocer nuestra propia historia para de esa manera poder defender la soberanía. Dejémoslo claro: la causa Malvinas es una causa justa y no implica defender los objetivos de la dictadura.
Por esta fecha podemos encontrar cientos de artículos, entrevistas, información en las redes, etc., que dan cuenta de los motivos de orden jurídico, histórico y geográfico que nos amparan en la afirmación de nuestros derechos soberanos sobre las Islas Malvinas. Lejos de pretender que no sea necesario detallar esos motivos, quisiera de todos modos ahondar en otro aspecto, esto es, en la relación emocional y afectiva de la ciudadanía argentina con la afirmación territorial. Porque consideramos que este es precisamente el motivo instrumental por el cual el gobierno de facto se embarcó en una guerra para la cual las Fuerzas Armadas no estaban preparadas. Buscaban apelar a ese sentimiento arraigado para conseguir el apoyo del pueblo a un gobierno brutal, tan ilegal como ilegítimo y ya en irremediable declive.
“Las Malvinas son argentinas” no es una mera expresión de deseos o una frase que se repite automáticamente, es una reivindicación justa y un sentimiento arraigado en nuestro pueblo. Pensemos que es parte de la currícula educativa desde 1941. Es decir, que por generaciones la formación escolar hizo foco en la construcción de ese sentimiento nacional sobre las Islas. La juventud de los años 70 creció con ese sentimiento, que se consolidaba aun más en un mayor posicionamiento antimperialista y decolonial. Por este motivo, las posiciones ante el conflicto bélico frente al Reino Unido por la recuperación de las Islas Malvinas fueron contradictorias. Como muestra de ello señalemos, tres días después del paro y la movilización de la CGT contra la dictadura (Paz, Pan y Trabajo pedíamos) en la misma Plaza de Mayo se vitoreaba a Galtieri.
En la guerra los jóvenes colimbas combatieron bajo las reglas que ese ejército venía utilizando para aterrorizar a toda una sociedad. Concluida la guerra el llamado “Informe Rattenbach”, realizado por el mismo ejército argentino, señaló tanto la improvisación como la brutalidad ejercidas en las islas. Esto no podría ser de otro modo, esas fuerzas armadas eran las que habían sido formadas bajo la doctrina de la seguridad nacional y el enemigo interno. No contaban con la instrucción adecuada para una guerra contra un miembro de la OTAN. Es por eso que aplicaron en las Islas lo que venían haciendo en la Argentina continental, para lo que los habían preparado: reprimir con métodos ilegales. La derrota en la guerra fue el principio del fin de la dictadura en Argentina.
A la vuelta de las islas los combatientes debieron enfrentarse a un proceso de Desmalvinización. Las islas Malvinas quedaron asociadas a una guerra improvisada, llevada a cabo por una dictadura sangrienta. A consecuencia de eso le siguió la vergüenza, el ocultamiento y la invisibilización de los ex combatientes, como si de ellos hubiera dependido la planificación deficiente y la derrota final. El resultado de esas políticas, entre otras, significó que entre los suicidios y las muertes por heridas infringidas durante el conflicto, sumaran más bajas de soldados que durante los propios combates.
También en honor a esos combatientes caídos es necesaria la Verdad para que se haga Justicia. Los propios excombatientes iniciaron causas contra aquellos oficiales y suboficiales que en medio del conflicto los torturaron, los privaron de comida o los llevaron a la muerte. Esas causas de lesa humanidad se fundamentan en las declaraciones de los propios conscriptos. Ellos mismos relataron las torturas sufridas en las islas. ¿En el contexto de una dictadura criminal esto puede resultarnos sorprendente.
La verdad que emane de esa causa, hoy esperando resolución de la Corte Suprema de Justicia, no niega nuestro reclamo de Soberanía. La improvisación de la dictadura no se dio solamente en el campo de batalla. Su accionar desesperado en la búsqueda de su propia supervivencia, concluyó con una política de estado soberana, llevada a cabo por distintas administraciones nacionales. La presencia del Estado argentino en las Islas era previa al desembarco del 2 de abril de 1982. Antes de la guerra ya había en Malvinas trabajadores y trabajadoras del Estado: YPF, LADE, Ministerio de Salud, Vialidad Nacional, Gas del Estado y hasta maestras primarias construían soberanía en Malvinas. Esta política se vio interrumpida por la guerra improvisada de la Dictadura que terminó deslegitimando un reclamo justo.
Hoy más que nunca debemos insistir con la vigencia, la importancia, de hacer Memoria. De seguir reivindicando nuestra soberanía sobre las Islas una y otra vez. Ese esfuerzo hoy es mayor porque contamos con un gobierno que no entiende su responsabilidad en este campo. Lejos de promover esta política, el contexto se encuentra marcado por la retirada del Estado de los territorios, la entrega de la soberanía, y el desmantelamiento de políticas de Derechos Humanos.
Nos parece de vital importancia aportar en la visibilización de lo ocurrido en la Guerra de Malvinas. No sólo por la necesidad del debido reconocimiento a nuestros héroes en esa guerra, sino por la obligación de sostener las políticas de Estado que posibiliten de algún modo la reparación (hablamos de pensiones honoríficas, visibilidad, acceso a la salud, identificación de la identidad de los soldados enterrados como ¨soldado sólo conocido por Dios¨). Desde la Secretaría tenemos como uno de nuestros objetivos la formación con perspectiva de Derechos Humanos, y aportar a la construcción de un Estado que garantice la reparación, el reconocimiento y la ampliación de derechos.
Como trabajadores y trabajadoras del Estado asumimos la responsabilidad de luchar no sólo por nuestros derechos laborales, sino también por la construcción de un Estado que promueva y defienda los Derechos Humanos, y por una patria justa, libre y soberana.
Reivindicamos a los colimbas que lucharon y sufrieron en el último y desesperado intento criminal de la Junta. Hoy el gobierno de Milei resigna la presencia de Estado en el territorio nacional, entrega recursos y las Islas son para ellos un activo transable más. El sentimiento de pertenencia arraigado acerca de las islas del pueblo argentino, permanente, activo, sin dudas se impondrá a la improvisación del actual gobierno. Nos apoyamos en nuestra memoria de lucha y en nuestros derechos, con la certeza de un futuro soberano en las Islas Malvinas.
*Valeria Taramasco, Secretaria de Derechos Humanos ATE Nacional