
Un fenómeno espacial único en miles de años, asesinado por el Sol de manera prematura: «Se está desvaneciendo»
A finales del pasado mes de marzo, tres astrónomos aficionados observaron un movimiento irregular en el cielo nocturno, sin saber que se trataba de uno de los acontecimientos del presente siglo. Michael Mattiazzo (Australia), Vladimir Bezugly (Ucrania), el 29 de marzo, y Rob Matson (EE.UU.), dos días después, captaron de manera independiente un nuevo objeto celeste gracias a las imágenes compartidas por el instrumento SWAN, que forma parte de la sonda espacial SOHO, lanzada en 1995 para estudiar a nuestra estrella.
Este cometa fue bautizado inicialmente como SWAN25F y, semanas después, nombrado C/2025 F2 (SWAN) de manera definitiva por el Minor Planet Center. Con el paso de las semanas, los distintos observatorios –así como los astrónomos más curiosos– pudieron ver como el cometa se hacía visible en el cielo al amanecer. A pesar de que no podía verse a simple vista, aquellos que dispusieran de binoculares o telescopios pequeños podían apreciar uno de los fenómenos celestes más llamativos de los últimos meses.
Imagen del cometa realizada por el Virtual Telescope Project el pasado 11 de abril
Desde principios de abril, el cometa se localizó en la constelación de Pegaso, pasando posteriormente hacia la constelación de Andrómeda. Según han detallado los investigadores, este cometa procedería de la Nube de Oort, una región teórica en los límites de nuestro sistema solar, más allá del cinturón de Kuiper, que se cree que contiene miles de millones de objetos helados. SWAN, cuya trayectoria perpendicular le llevaba directamente hacia el Sol, habría registrado el punto más cercano con nuestra estrella el próximo 1 de mayo.
Este fenómeno es conocido como perihelio –máximo momento de acercamiento a nuestra estrella–, por el que el cometa se iba a situar a unos 50 millones de kilómetros de nuestra estrella. Un acercamiento que llegaba tras miles de años dirigiéndose hacia el Sol.
Tal como señalaron los expertos en el momento en el que fue descubierto, el mejor momento para visualizar este cometa habría sido el próximo 27 de abril, coincidiendo con la luna nueva. Sin embargo, el objeto celeste habría sufrido un proceso de desintegración de camino al centro de nuestro sistema solar.
«Ahora es probable que el aumento de brillo después de que se descubrió el cometa fuera en realidad el comienzo de su desintegración. Cuando se rompen inicialmente, expone todo el hielo en su interior al Sol, lo que provoca que se convierta en gas todo de una vez. Parece que ahora estamos prácticamente en el punto donde el hielo/gas está casi completamente agotado, así que lo único que queda es el polvo», destacó en declaraciones a la CNN Qicheng Zang, un investigador posdoctoral que estudia la astronomía de cuerpos pequeños en el Observatorio Lowell en Flagstaff (Arizona).
Tal como compartió el experto, este rastro fruto de la desintegración debería seguir viéndose al menos durante unas semanas más. «Se está expandiendo y desvaneciendo», concluyó Zang.
Por su parte, el doctor Karl Battams, del Laboratorio de Investigación Naval de EE.UU. en Washington destacó que dado el pequeño tamaño del cometa «la radiación solar extrema era más de lo que este cometa podía soportar».
«Los científicos aún están tratando de resolver los detalles de lo que impulsa una fragmentación como esta. Casi con certeza se debe a una combinación de factores o procesos, pero fundamentalmente se debe a un cometa con una superficie/composición muy volátil acercándose demasiado al Sol», destacó.
La ‘muerte’ de este cometa supondría una gran oportunidad perdida para la investigación científica, ya que se trataba de un objeto que solo se acercaría a nuestro umbral una vez en miles de años. De hecho, tal como señaló la web EarthSky, el cometa habría tardado más de dos millones de años en completar una órbita alrededor de nuestra estrella.